ESPECIAL (CAPÍTULO CUARENTA Y UNO)

112 18 3
                                    

Noa

Sus manos se deslizaron por mi espalda hasta alcanzar mi cintura, aferrándose con firmeza en ambos extremos.

—Ahora debes moverte hacia adelante y hacia atrás—susurró, y su voz resonó en mis oídos.

El movimiento me hizo enderezar la espalda, y en ese instante, su tono arrogante se hizo evidente.

—¿Dónde quedó tu arrogancia de hace un momento? —apretó mi trasero contra él, intensificando la presión—. Supongo que solo eres una habladora que no hace nada.

Mi mente se quedó en blanco ante todo lo que estaba sucediendo. La sorpresa y las sensaciones se mezclaron, dejándome sin palabras.

La presencia entre mis piernas era motivo suficiente para no atreverme a mover ni un músculo bruscamente; sentía que si cruzaba la línea con él, podría terminar lastimada.

Por supuesto, sentía miedo, mucho miedo. Jamás había llegado tan lejos con alguien. Y que ese alguien fuera él, no me disgustaba en absoluto, al contrario, me gustaba mucho. Sin embargo, me abrumaba su brusquedad, ya que me daba la sensación de que si avanzábamos más, me lastimaría.

—Basta de juegos. Esto no me gusta—expresé, tratando de mantener la calma.

—¿No te gusta?

—No. Tu actitud y brusquedad no me gustan. Me asustan—le confesé con honestidad.

—¿No eras tú la misma que dijo frente a tu madre que dos son mejor que uno? Parece que ni siquiera puedes con uno y ya quieres dos—respondió, incrementando la tensión entre nosotros.

—¿Te parece que esto es algo que hago con frecuencia? Te lo dije desde el principio. Es la primera vez que llego tan lejos con alguien— expliqué, intentando hacerle entender mi situación.

—En otras palabras, nunca has… —comenzó a decir, pero lo interrumpí de inmediato.

—No—afirmé con decisión.

—Pensé que lo habías hecho con esos dos cazadores. Ellos están bastante locos por ti. Asumí que cuando se perdieron juntos, era para hacer este tipo de cosas—reveló, y una mezcla de confusión y sorpresa se apoderó de mí.

—Pues te equivocas. Lo único que buscaba en ellos era divertirme provocándolos para que cedieran a mí y me alimentaran, nada más que eso. Hubo uno que otro beso, pero eso fue todo. Tal parece que no te enseñaron a ser delicado—le aclaré, dejando en claro mis intenciones.

—Entonces, dime, ¿cómo quiere mi hermosa y pura flor que la trate? —cuestionó con un tono más suave.

—Con delicadeza, por supuesto— respondí sin titubear, aunque sus palabras finales dejaron una pregunta flotando en el aire—. ¿Cómo me has llamado? —inquirí, necesitando una confirmación de lo que creía haber escuchado—. ¿Acaso te estás burlando de mí?

—¿Qué tonterías dices? —su dedo índice se enredó en mi cabello, mientras su rostro se aproximaba al mío—. Para mí eres la más hermosa y pura de todas las flores. Pero en mis manos, hasta la flor más bella, se marchita. Por eso será mejor que salga de aquí, antes de que cometa una locura, porque tu olor y este dato que me has revelado, me está volviendo loco.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al escuchar sus palabras, una advertencia encubierta en la dulzura de su voz. Honestamente me quedé sin palabras ante su respuesta y cercanía. Sentí el calor de su aliento en mi piel y su mirada intensa penetrando en lo más profundo de mi alma. La tensión entre nosotros era palpable, y mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

Redención [✓]Where stories live. Discover now