Puñal

989 120 21
                                    

Se mantuvo en silencio unos cuantos segundos que parecieron décadas. Me sentía extremadamente incómoda enterándome de ese dato. Eso explicaría el comentario de Louis. Significa que él también puede hacerlo.

Volví a mirarlo desde mi baja estatura y preferí no haberlo hecho, pues la situación se tornó más vergonzosa de lo que en sí ya era. Había olvidado lo imponente e intensa que es su mirada.

—Bueno, ahora que he visto que están bien, me retiro a descansar, porque ya mismo debo volver a levantarme y alimentarlos.

Acaricié con delicadeza la cabecita de ambos, antes de proseguir a abandonar la habitación, pero mi intento fue frustrado por Ansel, cuando se aferró a mi muñeca, tirando de mí hacia él.

No supe cómo reaccionar al tenerlo tan cerca, pues nuestros cuerpos hacían fricción de manera que esos recuerdos volvieron a invadirme. Sobre todo, cuando lo vi humedecerse los labios, haciendo un gesto bastante tentador y sensual.

—Esos labios me han estado tentando desde que entraste por esa habitación, por lo que dejarte ir sin darle una probadita no es una opción.

Estampó sus labios en los míos y la poca fuerza de voluntad que tenía, si alguna, se fue al caño. Aunque estaba consciente de que no debía permitir esto, de que debía apartarlo, darle una bofetada por su atrevimiento, mi cuerpo estaba atravesando un período excesivamente difícil.

Honestamente no recordaba la suavidad de sus labios, el sabor imborrable que dejan en mi boca sus besos. Sus manos me apretaron firme por mi trasero, presionándome más contra su cuerpo y haciendo que mis piernas perdieran las fuerzas.

Me besaba con ímpetu, con tanta pasión y deseo, como si hubiera estado conteniéndose por mucho tiempo. Su lengua jugaba con la mía con fervor.

Me había dejado llevar tanto por esas sensaciones que mi cuerpo estaba experimentando por sus besos que ni siquiera había oído la puerta. De hecho, no sé desde cuándo Louis estaba ahí observándonos en completo silencio.

—Lamento haber sido tan inoportuno.

—Louis… —me separé de Ansel abruptamente.

No sabía qué decir o cómo reaccionar, pero me dolió mucho haber visto esa mirada de decepción en sus ojos claros, aunque se las arregló para disfrazarlo con una media sonrisa.

—Solo he venido a ver que todo estuviera en orden con los niños, pero veo que han estado bien cuidados.

—Tío, yo…

—Continúen en lo que estaban, no se cohiban por mí—lo interrumpió—. Como dije, solo estaba de paso.

—Fui yo quien la obligó a besarme— confesó.

—No recuerdo haber preguntado nada al respecto. Soy el menos indicado para exigir explicaciones, cuando evidentemente soy quien está sobrando.

—Eso no es cierto, Louis— traté de acercarme a él, pero retrocedió, evadiendo mi acercamiento.

—Lo cierto es que he recordado que debo hacer unas cosas. Tendrán la casa prácticamente para ustedes. Diviértanse.

—Louis, no, por favor, escúchame…

—Ya he visto suficiente, Stacy.

Hace tiempo no me llamaba por mi nombre, pero fue como un puñal en el centro del pecho, porque me estaba matando con su indiferencia y, aunque lo merecía por haberme dejado llevar, eso no minimiza esa fuerte punzada.

—Más tarde regreso— abandonó la habitación sin mirar atrás, a pesar de haberle pedido que no lo hiciera.

—Yo… hablaré con él.

—Esto era lo que querías, ¿cierto? ¿Destruir mi relación? ¿Estás satisfecho?

Definitivamente no lo merezco. He decepcionado a la única persona a quien me juré a mí misma jamás lastimar. ¿En qué tipo de monstruo me he convertido?

Redención [✓]Where stories live. Discover now