Hermosa

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—Lamento lo que ha tenido que presenciar, doctor— le dijo Louis.

—No se preocupe, todo está bien.

—Termine de hacer su trabajo y entrégueme el alta, por favor. Mi prometida estará bien monitoreada en casa. Me aseguraré de que pueda visitarla y cuente con el equipo necesario. 

—Acompáñeme, por favor. 

Ambos salieron de la habitación, dejándome a solas con Ansel. Es incómodo el silencio y el ambiente que se crea cada vez que estoy con él. Después de todo lo que ha pasado, no es para menos. 

—¿Descansaste? —se adelantó. 

—Sí. 

—Es una lástima que tu madre tuvo que interrumpir tu sueño.

—¿Cómo supo que estaba aquí?

—No lo sé, pero no es difícil que se dieran cuenta. Después de todo, tu rostro está en todas partes. Para haber venido con la policía, asumo que fue tal vez una llamada anónima de algún idiota—se fue a la mesa de noche y me sirvió un vaso de agua para extendérmelo. 

—Gracias—elevé la cama en el control para quedar sentada y poder tomar del vaso.

—¿Cómo te sientes ahora? ¿Tienes algún dolor?

—Esas punzadas aún están ahí, aunque son tolerables. 

—Y respecto a la situación, ¿qué piensas? ¿Qué decisión tomarás? 

—¿A qué te refieres?

—A las opciones. 

—Creo que lo mejor será arriesgarme y darles tiempo a desarrollarse. No quiero que les pase nada a mis hijos. 

—Querrás decir, nuestros hijos. 

—Es complicado decirlo así. Todavía no logro procesar todo lo que ha pasado en estas últimas horas. 

—Es comprensible. 

Creo que es la primera vez que tenemos una conversación normal entre los dos, ajena a discusiones o malos tratos. 

—No todos los días te dan una noticia de ese calibre. 

—¿Y cómo te sientes tú al respecto? 

Honestamente sentía curiosidad, pues me es indescifrable su pensar. 

—Preocupado, pero extrañamente feliz. No es una noticia que te den todos los días tampoco. Después de todo lo que pasó, lo menos que imaginé es que el destino volvería a unir nuestros caminos.

—¿Unirlos?

—Sí. Acaba de unirnos, aunque te niegues a aceptarlo. Aunque estés con mi tío, ahora serás la madre de mi primer hijo y tal vez me veas como un oportunista, pero sí, quiero estar al lado de los dos, o bueno, de los tres.

Mis mejillas se ruborizaron y me levanté lentamente de la camilla. 

—Yo… iré al baño — sostuve la máquina del suero y su mano se posó sobre la mía. 

—Yo te ayudo. Debe ser incómodo estar conectada a todos estos cables. 

No dejaba de mirar su mano sobre la mía. De todo el tramo que pudo sujetar de la máquina, ¿por qué precisamente tuvo que hacerlo ahí?  

—No, gracias, yo puedo hacerlo. El que esté embarazada no es un impedimento para mí. 

—Stacy—hasta que le escucho decir mi nombre en un tono neutral, sin disgusto ni forzado. 

—¿Qué?

Su intensa mirada se clavó en la mía y la desvié primero debido a la vergüenza. 

—No sé si te lo han dicho, pero cada día que pasa estás más hermosa. 

Redención [✓]Where stories live. Discover now