ESPECIAL (CAPÍTULO TREINTA)

97 15 2
                                    

Desperté lentamente, sintiendo la suavidad del suelo bajo mi cuerpo. Abrí los ojos y me encontré en una cueva iluminada por la luz tenue de las aguas termales cristalinas. A mi alrededor, hermosas flores de diversos colores y formas decoraban el lugar, creando un ambiente mágico y sereno. Me incorporé, sintiendo una sensación de calma y paz invadirme, pero también una extraña sensación de vacío en mi corazón.

Recordé entrar a la cueva, pero después todo se volvía borroso y confuso en mi mente.

¿Qué ha pasado?

Sentía como si algo importante me estuviera escapando, como si hubiera vivido algo trascendental, pero fuera incapaz de recordarlo.

No recordaba siquiera que llevaba un vestido blanco puesto. Noté entonces una delicada flor en mi cabello. Era hermosa y radiante, y su aroma embriagador llenó mis sentidos. Era como si la flor llevara consigo una energía especial, como si representara algo bonito y eterno. Aunque no pudiera recordar exactamente lo que había pasado, sentía que esa flor era un símbolo de algo importante, por eso la mantuve protegida entre mi mano.

La confusión y el desconcierto me invadía, pero también sentía una conexión profunda con el lugar y una extraña nostalgia en mi corazón. Pero era como si una parte de mi memoria estuviera bloqueada, inalcanzable en este momento.

Me puse en pie, sintiendo cómo el agua tibia acariciaba mis pies desnudos. Decidí explorar el lugar, dejando que mis sentidos se maravillaran con la belleza de las flores y la tranquilidad que se respiraba en el ambiente. Mientras caminaba por la cueva, una sensación de melancolía me envolvía, como si estuviera buscando algo que había perdido sin siquiera saberlo.

A medida que avanzaba, una leve brisa acarició mi rostro, y una tristeza inexplicable se apoderó de mí. Era como si mi corazón llorara por algo que no podía recordar. Sentía un enorme vacío en mi ser, como si me faltara algo esencial, pero era incapaz de identificar qué era.

Me senté junto a las aguas termales, sumergiendo mi mano libre en ellas y dejando que la suavidad del agua me envolviera. Cerré los ojos y traté de calmar mi mente, buscando respuestas en lo más profundo de mi ser.

Aunque no pudiera recordar, sentía que había algo más, algo que me había transformado y marcado mi vida de alguna manera.

[...]


Caminé por el bosque, siguiendo el camino de regreso a casa. La mansión se alzaba frente a mí, imponente y enigmática. Al entrar, me encontré con mi abuelo, cuyo semblante mostraba indiferencia más que preocupación.

—¿Dónde has estado, Noa? —preguntó con un tono de reproche evidente en su voz.

Miré a mi abuelo, luchando por encontrar las palabras adecuadas. La confusión seguía nublando mi mente y no tenía respuestas claras para darle.

—Abuelo, no sé... No recuerdo dónde he estado ni qué ha pasado. Todo es confuso en mi mente— respondí con voz temblorosa, sintiendo la tristeza invadiéndome nuevamente.

Me miró con desdén, frunciendo el ceño. Era evidente que no le importaba mi ausencia ni las preocupaciones que había causado.

—¡No puedes simplemente desaparecer así sin dejar rastro! Nos has preocupado a todos. ¡Y ahora dices que no recuerdas nada! —exclamó con un tono de disgusto y reproche.

Sus palabras resonaron en mis oídos, agravando aún más mi sensación de vacío y confusión, pero no tenía la energía ni la capacidad emocional para discutir con él en este momento.

—Lamento haber causado preocupación y angustia a todos—respondí con sinceridad, aunque sin poder explicarle el motivo de mi ausencia—. ¿Dónde están mis padres? La casa está muy silenciosa.

Me miró con incredulidad, y pude ver la frustración y la impaciencia en su rostro.

—Noa, tus padres y tu hermano salieron hace varios días a buscar el escondite de los lobos. Pensaban que ellos tenían la culpa de tu desaparición. Han sido más de cuatro semanas de angustia. Han estado muy preocupados por ti—me informó con un dejo de reproche en su voz.

Mi corazón se aceleró al escuchar sus palabras. Cuatro semanas desaparecida. Mis padres y mi hermano habían salido a buscarme y a enfrentar a los lobos por lo que creían que habían hecho. Sentí una oleada de culpa y confusión.

—Abuelo, lamento sinceramente lo que ha sucedido, pero no puedo recordar nada.

Me miró con incredulidad y frustración, sin mostrar ningún rastro de comprensión hacia mi situación. Sus palabras se mezclaron con un silencio tenso, mientras intentaba procesar lo que acababa de decirle.

—No puedo creer que no recuerdes nada. ¿Acaso estuviste tan distraída o descuidada como para olvidar por completo tu paradero durante tantas semanas? —replicó con voz cortante, su mirada clavándose en la mía con dureza.

Sentí un nudo en mi garganta, luchando contra las lágrimas que amenazaban con brotar. No sabía cómo explicarle mi falta de recuerdos, cómo transmitirle la confusión y el vacío que llenaban mi mente. Pero también sabía que necesitaba respuestas, que había algo más que debía descubrir.

—Entiendo que te resulte difícil de creer, pero es la verdad. No sé qué ha sucedido ni cómo he llegado a este punto. Me siento perdida y confundida.

Suspiró con resignación, aunque su expresión seguía siendo de desdén.

—Noa, esto es inaceptable. No puedo simplemente ignorar el hecho de que te has esfumado durante tanto tiempo sin una explicación. Tus padres y tu hermano han estado desesperados buscándote y yo he tenido que lidiar con su angustia. Es hora de que asumas la responsabilidad por tus acciones.

—Hay que encontrarlos.

—Yo me encargaré de enviarles el mensaje y que regresen, esperando que no sea demasiado tarde. Si algo les pasa, esa será tu culpa, y nada más que tuya—sentenció con dureza, alejándose de mí con gesto de desaprobación.

Me sentí atrapada en un laberinto de recuerdos perdidos, incapaz de encontrar una salida clara. La confusión y el vacío en mi interior se intensificaron, y un sentimiento de soledad abrumador me invadió por completo.

Redención [✓]Where stories live. Discover now