ESPECIAL (CAPÍTULO DIECINUEVE)

117 18 4
                                    

—Entonces, ¿puedes verlo? —Noa se soltó de mi agarre, parándose frente a mí—. ¿Ahora me crees? No eran ideas mías—lo miró de reojo, señalándolo—. Hasta que al fin haces algo bueno, idiota. Después de haber interrumpido mi diversión.

Le habla con demasiada confianza. No me agrada en lo absoluto.

—Vamos. Hay que regresar a casa—intenté agarrarle la mano, pero ella me evitó.

—Espérate, ¿qué haces? Yo no quiero irme. Hay muchas cosas que tengo que hablar con él.

—No quiero a este tipo cerca de ti. ¿Cómo te atreviste a secuestrar a mi hermana y a traerla a un lugar como este?

—Es ella quien insiste en quedarse. Llévatela, me harías un gran favor—respondió él secamente.

—¿Así que piensas que después de lo que me hiciste, pienso pasarlo por alto?

—¿Qué te hizo? ¿Se aprovechó de ti?

—Habría sabido sus intenciones si no hubieras interrumpido.

—Lo dices como si te fastidiara que haya venido.

—No me fastidia, pero es un poco… decepcionante.

¿Qué demonios pasa por su cabeza?

—No pienso preguntarte cuáles son tus verdaderas intenciones con mi mamá o con mi hermana, porque sé perfectamente que la clase de cosas como tú son todo menos honestos, pero lo voy a descubrir por mis propios medios. Y mientras lo hago, te lo advierto, no te acerques a ella—esta vez me aferré a ella como si no hubiera un mañana y la traje conmigo casi arrastrada.

—Oye, mi manzana…

—¿Desde cuándo muestras interés por un hombre como ese? ¿Qué está pasando por tu cabeza, Noa? ¿Qué hay de los cazadores? Esos están preocupados por ti. Casi abren la boca y dicen más de la cuenta.

—Entonces, ¿estarías de acuerdo en que me fije en esos cazadores y no él? Hay una brecha enorme entre esos dos y él.

—Será mejor que elimines esa palabra de enorme de tu vocabulario por un tiempo. Ahora bien, espero que eso que has dicho, no sea lo que estoy pensando. Ni se te ocurra decirme que ese tipo te gusta.

—¿Qué hay con estos celos de hermano? Jamás te había molestado algo como eso.

—¿Lo estás confirmando?

Guardó silencio, acelerando aun más los pasos.

—¿Qué hay con ese silencio, Noa?

Vala venía detrás nuestro y al ver que la estábamos dejando muy atrás, decidí disminuir la velocidad un poco.

—Diviértanse— Noa se soltó, caminando rápidamente hacia la entrada de la cueva—. Nos veremos en casa, hermanito.

—Acaba de ignorar mi pregunta. ¿Lo has visto? —me detuve completamente, esperando por ella.

—Expresarle tu desacuerdo solo hará que ella se vea en la obligación de hacer las cosas a tus espaldas. Hay algo en las restricciones y los límites que nos atrae de manera irresistible.

—¿Eso piensas?

—Creo que cuando algo está prohibido, nos genera curiosidad y nos impulsa a explorarlo. Nos despierta la sensación de aventura y nos hace sentir vivos. Además, el hecho de que otros nos digan que no podemos tenerlo o hacerlo nos despierta el deseo de rebelarnos. Es difícil negar esa atracción innata que sentimos hacia lo prohibido. Es parte de nuestra naturaleza.

—Parece hablar la voz de la experiencia.

—Conozco bien ese sentimiento. Me está enloqueciendo ahora mismo.

Mi corazón saltó un latido al cruzarme con esa mirada tan intensa y penetrante suya. En ese instante, comprendí que la verdadera belleza reside en la sinceridad detrás de una mirada, y me quedé cautivado por ella, deseando perderme en su infinita profundidad.

Ansío con una locura incontrolable y arrolladora el probar sus deliciosos y apetecibles labios. Pero ¿qué me frena? ¿Será el temor de que esté confundiendo las cosas y, en realidad, esas indirectas no son para mí?

Redención [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora