Visita

1.4K 165 11
                                    

—Me tratas mal todo el tiempo, me lastimas y me castigas con tu silencio y actitudes, entonces piensas que arreglas todo eso con solo unas cuantas palabras que puedo dar certeza que no son ciertas. No te estoy pidiendo tomar su lugar, solo que fueras sincero conmigo desde un principio y que no me confundas como lo has estado haciendo. Yo no quiero esto, Ansel. Desde el comienzo, solo me has visto como su sustituta, ¿por qué de la noche a la mañana habría de cambiar eso? No tienes que sentirte entre la espada y la pared, o darme la respuesta que crees que estaba esperando de ti, porque te aseguro que ese no es el caso. Puedes seguirla amando y pensando cómo lo haces, no voy a reprocharte nada de eso. Simplemente, déjame ser. Mantén tu distancia de mí y no hagas estas cosas más —me liberé de su agarre, levantándome de la cama y yendo hacia la ventana. 

—Stacy, escúchame. 

—Cierra cuando salgas, por favor. 

Yo no soy un miserable juguete. Estoy harta de que todos jueguen conmigo, que me lastimen y no les importe pisotear mis sentimientos. 

Sus palabras no sonaron del todo sinceras. Sé bien que si me dijo todo eso, es con el propósito de conseguir algo de mí a cambio. 

¿Por qué haberme llevado a la cama podría cambiar el hecho de que sigue enamorado de ella? No tengo nada de especial. Además, uno no deja de amar a alguien de la noche a la mañana. No estoy dispuesta a competir con su recuerdo. Lo mejor será que él siga su camino y yo el mío. 

Por lo pronto, necesito organizar mis pensamientos, descansar y tomar el tiempo de asimilar todo lo que ha pasado durante estos días. Mi cabeza quiere explotar. No pienso llorar más. Me niego a darles ese privilegio a todos. 

A la mañana siguiente, desperté por el exquisito olor al desayuno que se había regado en toda la habitación, revolcándome las tripas. Quedé de pie haciendo todo en piloto automático. Salí en puntillas de la habitación y me asomé desde el pasillo hacia la cocina, viendo a Louis con un libro de recetas, sus espejuelos bien puestos, su cabello blanquecino recogido en una coleta y bien vestido. Se movía de un lado a otro sin soltar el libro, mientras usaba la espátula de plástico para revolver el revoltillo. 

—Buenos días—le dije al sorprenderlo por detrás. 

—Buenos días, bella. ¿Descansaste? Suenas y te ves de buen ánimo— soltó el libro abierto sobre la encimera, posando su mirada sobre mí. 

—Sí. Descansé bastante bien. ¿Puedo ayudarte?

—No te preocupes. Ya casi termino. 

—¿No es eso mucha comida?

—Lo suficiente para la visita que tendrás hoy. 

—¿Visita?

—Es un secreto — sonrió ladeado. 

Ansel no se ve por ninguna parte. 

—Si buscas a mi sobrino, él regresó a la mansión anoche. 

Supongo que es lo mejor.

—Pero no tienes que preocuparte o ponerte triste, ya regresará… — volvió a mirar la sartén y suspiró—. Tiene muchas cosas pendientes por hacer. 

—¿Irás al instituto?

—Sí. Hoy regresaré un poco tarde, pero me preguntaba si te gustaría dar un pequeño paseo esta noche. Sé que has estado mucho tiempo encerrada, por eso quiero que estés el más mínimo tiempo posible en estas cuatro paredes. 

—Suena estupendo. 

—Te queda muy lindo ese vestido. 

—Gracias—llevé mi cabello por detrás de la oreja—. Oye, ¿por qué no sueles llevar el cabello suelto? Siempre te he visto con el amarrado. 

—Porque cepillarlo a cada rato se vuelve bastante tedioso. 

—¿Ese es tu color de cabello natural?

—Sí. Herencia de mi padre. 

—La Sra. Khali no se parece en nada a ti. 

—Mi hermana salió más a mi madre en todo, hasta en el carácter — rio. 

—Ojalá pueda verte algún día con el suelto. Tienes un cabello muy lindo como para tenerlo amarrado. Siento algo de envidia, pues tienes mejor cabello que el mío— reí. 

—Qué agradable se siente oírte reír. 

Mi sonrisa se pasmó, trayendo consigo un ligero rubor en las mejillas y desvié la mirada. 

El timbre de la puerta interrumpió ese momento y se adelantó a servir todo en los platos para ir a atender la puerta. Quise ayudarlo a llevar los platos a la mesa y ahí fue que vi a la distancia a Karol. Me sorprendió verla ahí. 

—Mira quién ha venido a visitarte. Ya debo irme, pero estaré más tranquilo dejándote en buenas manos y con algo de compañía— sonrió. 

Redención [✓]Where stories live. Discover now