Hijo

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Corrí y corrí sin mirar atrás, con esa dolorosa y asfixiante opresión en el pecho, como que estaba dejando atrás a las personas más importantes para mí y a quienes amo; mi familia. Pero si quería el bien para ellos, debía hacerlo. No podría perdonarme que a ellos también les pase algo por mí culpa.

Las personas que iban de un lado para otro me observaban con miedo, otras huían gritando y desaparecían, ocultándose en los negocios más cercanos, mientras que hubieron unas en específico que permanecían en un mismo sitio, observándome sin acercarse.

Algo se sentía fuera de sitio. Esa inquietante sensación de que te están mirando es desagradable e incómoda. Los murmullos constantes no cesaban, las voces se agudizaron en mis oídos, a punto de que sentía que explotarían mis tímpanos.

Eran lamentos y ruegos, pero sus bocas permanecían cerradas, por lo que dudo mucho que provengan de ellos.

Me tapé con ambas manos, mi visión se tornó borrosa, miraba a todas partes, intentando localizar de dónde provenían esas voces para silenciarlas.

Eran cuatro personas las que no me perdían de vista, aunque no estaban juntas. Dos de ellos estaban en la misma acera a solo unos pocos pasos de mí, mientras que los otros dos estaban al otro lado de la carretera. Los cuatro tenían algo en común, un humo negro emanaba de su figura.

Esto lo he visto varias veces, no es la primera vez. Aunque antes no había sentido esta corazonada tan fuerte. Todos mis sentidos se pusieron en alerta.

No pueden ser personas normales o ya habrían huido de mí al verme de esta forma. Pero ¿qué son? ¿Tendrán planes de atacarme? ¿Son amigos o enemigos? Son muchas preguntas las que rondan mi cabeza, a las cuales no tengo con certeza una respuesta.

Les pasé por el lado a los dos hombres que estaban en la misma acera donde me encontraba y no los quise perder de vista mientras me alejaba de ellos.

A medida que me alejaba, podía apreciar a la distancia como si ese humo negro fuese cogiendo la forma de una figura humana. Una aparecía aferrada al brazo del hombre y la otra estaba sentada sobre sus hombros. Las del otro lado de la calle no se podían apreciar del todo, ya que por la distancia, la oscuridad y el ángulo no permitían ver mucho.

No sé si era mi cabeza jugándome una mala broma, pero no tenía tiempo para seguir perdiendo en ellos. Mi objetivo estaba claro.

Mi cuerpo había levitado en la casa, pero ahora no tenía forma de usar mis poderes, pues desconocía cómo controlarlos, por lo que tuve que seguir corriendo. Si las llaves del auto hubieran estado accesibles cuando salí de la casa, habría venido en el, pero ahora no me quedaba de otra que correr y saltar sobre los autos para cortar camino.

La cuesta logré subirla sin mucho esfuerzo, así como salté el muro para cruzar a la mansión, fue ahí donde pude darme cuenta que estaban esperando por mí.

—Hasta que al fin te dignas a dar la cara y enfrentar las consecuencias sin escudarte de mi hermano y mi hijo.

La Sra. Khali estaba sola, un poco más al frente de la fuente de la entrada. Si estaba al tanto de que vendría, solo hace más evidente que está en compinche con Úrsula.

—¿Dónde está Úrsula? Sé bien que están juntas en esto.

—No sé dónde está y tampoco me importa. Al fin revelas tu verdadera y horrorosa apariencia. Ahora solo has hecho todo más fácil para mí.

De repente, aparecieron varios clones suyos. Entre tantos, no pude localizar el verdadero. ¿Así que este es su poder? ¿Cómo pude perderla de vista?

Salté, esquivando los ataques de esos clones que buscaban atacarme en pareja y me veía en la obligación de saltar de un extremo a otro.

¡Mierda, no puedo seguir huyendo y esquivando sus ataques! He perdido parte de mi energía por haber usado mis poderes con aquellos lobos.

Si pudiera dominar mis poderes, ya me habría defendido, pero ahora mismo me siento inútil y en evidente desventaja contra ella. Necesito pensar en algo.

—¿Es eso lo único que sabes hacer?

No podía localizar cuál en sí era ella.

—¡Da la cara, cobarde! — gruñí.

No puedo darle la espalda a ninguno. Eso es a lo más que estaba pendiente, pero eran muchos contra mí.

Vi el filo de un cuchillo aproximarse a mi rostro y gracias a mis buenos reflejos, lo esquivé, empujando su mano a un lado, usando mis cuernos como defensa.

Supe que era ella, por tal razón no iba a permitir que fuera a desaparecer de mi vista de nuevo.

Estando desarmada sin el cuchillo de acero, me abalancé sobre ella, tomando el control de su cuerpo al estar encima y usando mis uñas para atacarla esta vez a diestra y siniestra donde la alcanzara.

Puso sus antebrazos para cubrirse la cara, por lo que lo vi como luz verde para llevar mis manos a su cuello. Ella tenía fuerza, forcejeaba con mis manos y las arañaba. Podía sentir y oír las patadas que estaba tirando, pero no tenía forma de hacerme nada con ellas.

—Por sus macabros planes hirieron a Louis y mataron a mi padre. Las dos pagarán por esto—presionaba su cuello con mis fuerzas restantes, mientras la golpeaba una y otra vez contra el cemento.

Rechinó los dientes tan fuerte que una lágrima de sangre se asomó por la comisura de su boca.

Con solo recordar lo que le sucedió a mi papá, me daba la fuerza suficiente para aferrarme más a su cuello y enterrar mis uñas, pero ella seguía resistiéndose y luchando contra mí.

En solo un instante, me vi rodeada por esos clones y fue ahí cuando tuve que dejarla ir por obligación para dar un salto que pudiera sacarme de esa problemática y peligrosa situación. Si permitía que me rodearan por completo y no tuviera escapatoria, ellos tendrían todas las de ganar.

Mi piel estaba botando humo negro de nuevo, pero esta vez sí me ardía. No sé por qué estaba ocurriendo, pero incluso mis uñas se alargaron más y en la raíz era donde se concentraba el dolor.

No me había recuperado todavía, cuando sentí que alguien me cargó en sus brazos y de un solo salto, me llevó a otra posición. Si no lo hubieran hecho, hubiese sido atravesada por un cuchillo, el cual había sido arrojado de la nada.

—Siempre deben ser tan inoportunos— Úrsula saltó del muro hacia donde estábamos nosotros, solo que se mantuvo a una distancia prudente.

¿Así que ella fue quien me arrojó eso?

Miré a la persona que me dejó por fin poner mis pies en el suelo y casi se me cae la quijada.

—¿Ansel?

No, ese no era Ansel. Aunque sí era extremadamente parecido por su tez blanca, cabello y ojos negros, físicamente aparentaba tener no más de doce años, pero su fuerza era como la de un adulto.

Sus ojos se tornaron rojos cuando se clavaron en los de Úrsula. Sus pequeños y perfectos colmillos se asomaron cuando se dibujó una sonrisa bastante torcida en su rostro.

Estaba totalmente confundida con lo que estaba pasando y curiosa sobre quién era este niño y por qué un sentimiento de angustia se hizo presente en mi pecho.

—¿Así que has tenido el descaro de intentar hacerle daño a mi mamá por segunda vez en un mismo día? —entrecerró los ojos y ladeó la cabeza—.  Si tanto deseas morirte, yo te concederé ese deseo.

—¿H-hijo? — mis ojos se engrandecieron.

No puede ser. ¿Cómo es posible?

Entre más vueltas le daba al asunto, más evidente era. Físicamente y en actitud era igual a Ansel, pero ¿en qué momento creció tanto?

Redención [✓]Where stories live. Discover now