Deseo

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—Esa mirada tan suplicante no puedo pasarla por alto— me cargó en sus brazos y tuve que sujetarme de su cuello. 

Mi cabeza se sentía tan liviana, más una parte de mi estaba a la expectativa. Sabía que de alguna manera debía negarme, porque esto es una locura, pero su fragancia solo intensificaba mis ardores internos. 

Ni siquiera tengo recolección del momento en que llegamos a su habitación, pues toda mi atención estaba sobre él. Solo sé que me depositó gentilmente sobre la gigantesca y cómoda cama para después cerrar la puerta con seguro. 

—Aquí nadie nos molestará, ni siquiera mi hermano. Tu aroma no podrá rastrearlo detrás de esta puerta— se puso de rodillas a los pies de la cama, despojándose de la camisa.

La luz de la luna ofrecía una mejor vista a sus buenos y perfectos atributos. 

Mi batola estorbaba, solo intensificaba el calor. Ya cuando caí en cuenta, me encontraba debajo suyo completamente desnuda. Era vergonzoso que me viera de esa manera tan perversa. Me sentía tan diminuta, tan vulnerable y sensible. 

—Eres muy bella.

Mis mejillas se enrojecieron por sus repentinas palabras. 

Las cosas iban escalando más de la cuenta, pero era incapaz de frenarlo. Es la segunda vez que nuestros labios se encuentran, pero en esta ocasión, fue más ameno y pausado. Es tan distinto, tan exquisito, tan dulce.

¿Cómo hemos llegado a esto? ¿En qué momento el enojo que tenía hacia él se esfumó?

Por dentro me sentía impaciente. No sé qué esperaba con tanto afán, no podía descifrarlo. Lo único seguro es que se sentía bien cada atención que recibía de su parte. 

Los besos en el cuello subieron de intensidad, desviándose hacia mi clavícula y más abajo de ellas. Amasó mis pequeños pechos en sus grandes manos, enviando corrientes eléctricas a mi intimidad. Era como tener un río entre las piernas. Sobre todo cuando entró en contacto directo con ellos con su boca. Mordí mis labios, conteniendo un fuerte gemido. Esto es más fuerte que yo. Esta sensación es estremecedora, una completa locura. Me desconocía a mí misma, en la manera que estaba reaccionando mi cuerpo a él. 

Sus caricias y besos fueron tomando otros caminos, dónde en cada uno de ellos, me sentía desfallecer de excitación. Sentía mariposas y un hormigueo más abajo de mi vientre, justo donde sus labios estaban ubicados a centímetros. No hubo parte de mi piel que no besara con tanta pasión y delicadeza. Nunca había llegado a tanto con alguien, ni siquiera con Ansel.

Fue como si mi alma hubiera abandonado mi cuerpo en ese instante que su frialdad se mezcló con mi calor. No pude controlarlo. Los gemidos se escapaban de mi garganta sin posibilidades de retenerlos. Era algo fuera de este mundo. Perdí por completo la razón. Los temblores seguían atormentándome, ¿y cómo no iban a hacerlo, si esta vez no estaba siendo tan gentil?

Sus manos mantenían separadas mis piernas. No quería que nada estorbara en su camino. El ruido que provocaba, sumándose a ello sus gruñidos, me tenían al borde de un colapso. 

Enterré mis uñas en la sábana mientras que mis caderas se movían por su cuenta, meciéndose de una manera bastante vergonzosa, pero no podía evitarlo, era algo involuntario.

Besó mi entrepierna pausadamente y la acarició con su suave mejilla mientras gruñía. No fue hasta que sentí sus colmillos clavarse en mi piel en esa zona que los límites que me había interpuesto, simplemente se desvanecieron. Perdí el control de mi cuerpo esta vez en su totalidad. Olvidé dónde estaba e inundé la habitación con mis constantes gemidos. 

Sus dedos frotaron ese botón en el momento justo en que toqué la cima y conocí el paraíso en la tierra. Esa sensación fue la más placentera que alguna vez haya experimentado. Hubiese dado todo por lograr soportar la debilidad que me agobió. Conocer lo que era derretirme muchas veces en sus manos y divina boca. Maldije mi resistencia miles de veces internamente. Lo último que recuerdo de ese momento tan crítico y especial, fue su mirada hambrienta y sus labios teñidos de rojo y jugosos. 

Redención [✓]Where stories live. Discover now