Al día

1.4K 163 15
                                    

—¡Karol! 

—¡Stacy! — vino hacia mí y me dio un fuerte abrazo—. ¿Estás bien?

—Deben tener mucho de qué hablar, pero me gustaría que primero desayunen antes de que se enfríe. 

Ambas nos miramos y sonreímos. 

Louis nos hizo sentar en la mesa mientras terminaba de buscar el resto. Adornó la mesa bien bonita para la ocasión y no se fue sin antes despedirse de nosotras, especialmente de mí con un beso en la frente que me dejó nerviosa y sorprendida. 

—¿Dónde está ese sujeto? ¿Cómo te dejó venir? ¿Y por qué no vino contigo? — la ataqué con preguntas. 

—Es una historia bastante larga. 

—Suelta la sopa.

—Ha sido gracias al profesor. Él logró convencerlo anoche de que me dejara venir por hoy. Honestamente, no sé cómo lo logró. 

—¿Sigue haciéndote cosas feas? 

—Desde hace varios días no me pone un dedo encima, algo que ha sido bastante… extraño de su parte. 

—¿Por qué suenas algo decepcionada al respecto? No me digas que tú… 

—No, ni lo pienses— me interrumpió—. Eso jamás.

—No suenas muy convincente que digamos… pero haré que te creo. ¿Y los planes de huir qué?

—No tengo a dónde ir, Stacy. 

—¿Por qué lo dices? ¿Y tus padres?

—Me comuniqué con ellos y me dijeron que no me atreviera a regresar a la casa. Piensan que huí con mi ex y no me dejaron siquiera explicarles. 

Supongo que ambas estamos en el mismo barco. 

—Debiste insistir. ¿Y cómo pudiste comunicarte con ellos? 

—Él me permitió llamarlos, aunque estuvo supervisándome en todo momento. Sé que ahora mismo, incluso si me permitió venir, debe tener a alguien por ahí vigilándome. Él no es idiota. Pero no hablemos de mí, háblame de ti. ¿Qué fue lo que sucedió en el instituto? No han dejado de hablar sobre ello. He estado sumamente preocupada por ti. 

—No lo sé. No recuerdo nada de lo que sucedió allí— mentí. 

—Te llaman bruja. He oído que tienen planes de buscarte. ¿Cómo es que el profesor te está ocultando en su propia casa? Eso puede traerle serios problemas. 

—Lo sé. Lo menos que quiero es traerle problemas luego de que haya sido tan bueno conmigo, pero me encuentro como tú. No tengo a dónde ir. Si pudiera desaparecería para siempre. 

—No digas eso. No lo dije de mala manera. Es que me sorprende que el profesor siendo como es, haya tomado una decisión así. ¿Será porque eres parte de la familia? Técnicamente lo eres, si Ansel aún te conserva, ¿no? 

—Yo no soy mascota ni propiedad de nadie, por lo que no tiene derecho de decidir si me conserva o no. 

—¿Lo hiciste tú? — cuestionó, refiriéndose al desayuno—. Hace mucho tiempo no probaba un desayuno tan completo y bueno—masticaba cerrando los ojos y saboreando la comida.

—Lo hizo Mar… Louis. El profesor Louis. Cocina muy exquisito. 

—¿Flores frescas? Parece un desayuno romántico con velas y todo incluido— se bufó.

—Él siempre busca agradar y sorprender. 

—¿Qué hay con esa sonrisa? 

—¿Qué sonrisa? 

—Esa que has hecho al responder. ¿No me digas que te gusta el profesor?

—¿Estás loca? Por supuesto que no. 

—Pues me perdonas, pero a mí parecer, sí se traen algo ustedes dos. En el instituto se regresaban miradas extrañas y se quedaban a solas después de clase. Ahora están viviendo en la misma casa y por lo visto, solos. También se arriesga por ti ocultándote en su propia casa. Te prepara un desayuno tan sofisticado y crea un ambiente bastante romántico. No solo eso, ese beso que te dio antes de irse no se lo dan a cualquiera y la expresión que hiciste denota que algo sentiste. 

—Hizo todo esto porque sabía que vendrías y quiso sorprenderte. Lo del beso fue porque…

Entrecerró los ojos, analizando mi reacción y eso solo me puso más nerviosa de lo que en sí ya me sentía. Las palabras se me quedaron atoradas en la garganta. 

—No sabes qué inventar… Me temo que solo quienes estamos de espectadores somos capaces de darnos cuenta. ¿Sabes lo que dicen de los besos en la frente? Dicen que es una gran muestra de ternura, cariño, protección e interés, y que debes considerarte afortunada, pues cuentas con alguien a quien le importas profundamente. 

—Claro, pues somos amigos. 

—Y yo me chupo el dedo. Perdóname por no creerte, pero eres pésima para mentir. ¿Te cuento un secreto? Anoche habló brevemente conmigo y me hizo una petición, y es que cuidara de ti mientras él no estuviera. Se veía genuinamente preocupado, aunque pienso que no lo dijo solo por lo ocurrido en aquel aula, sino por algo más. ¿Me equivoco? 

Redención [✓]Where stories live. Discover now