Decepción

2.6K 259 17
                                    

—Estás yendo muy lejos, Marcus. 

—Eres tú quien ha rebasado mis límites con esa supuesta inocencia que no te la crees ni tú misma—su mano sujetó mi mentón—. Pero te daré a probar algo que no podrás dejar de pensarlo y desearlo. 

Él no era el mismo Marcus de antes, en ningún aspecto. Eso pude constatarlo en ese instante que forzó mis labios a corresponderle ese beso tan agresivo e intenso al que me sometió. Percibí su lengua en mi boca. Tenía mucha fuerza. No podía apartarlo, a duras penas podía respirar adecuadamente. 

Era mi primer beso, pero me había hecho muchas expectativas al respecto, pensando que sería con alguien especial, no con mi mejor amigo y obviamente en una situación totalmente distinta a esta. 

¿Por qué? ¿Por qué se ha atrevido a robarme algo tan preciado para mí y de esa manera tan brusca, como un animal hambriento? 

—¡Qué sea la primera y última vez que te atrevas a hacer algo así en contra de mi propia voluntad! — pudo fácilmente evitar mi bofetada, pero no lo hizo. 

Me observó fijamente sorprendido, acariciando la mejilla en la que dejé la marca de mi mano. 

—Tú no eres el Marcus que conocí y al que tanto apreciaba. No sé quién demonios seas ahora, pero él no eres. El Marcus que conocía, jamás se hubiera atrevido a hacer tal cosa. 

—Pero él… — se detuvo al hablar. 

Hubo un fuerte sonido en el maletero, algo que movió la camioneta de un lado para otro y me sobresaltó. Lo que haya sido, fue como si hubiera impactado de lleno. 

Ambos miramos por el cristal trasero y vimos a Ansel. ¿Cómo demonios llegó aquí, si él se había quedado en la mansión? Además, no había ningún auto estacionado en la carretera o alrededor nuestro. Aparte de eso, el maletero de esta camioneta es muy alto. ¿Cómo pudo subir, o más bien, saltar tan alto? 

La ventana trasera se abrió de golpe y se asomó a través de ella. 

—Lamento interrumpir su interesantísima charla, pero he recordado que tengo que ir a la ciudad por unas cosas. 

—¿Cómo tú…? — no terminé de decirlo, cuando Marcus habló.  

—Bien…

Marcus regresó a su lugar, acelerando la camioneta de golpe y Ansel se sujetó del techo. 

—Adoro los finales felices— soltó Ansel riendo.  

Ansel se mantuvo en el maletero, tomando aire fresco, mientras Marcus continuaba manejando concentrado en el camino. Ninguno había hablado, yo tampoco me atrevía a cortar con el silencio. 

Lo miraba de reojo cada cierto tiempo. Sentí mucho miedo cuando Marcus se transformó de esa manera. Pude sentirme más tranquila cuando Ansel llegó. No puedo creer que lo haya abofeteado, pero en esta ocasión se lo tenía bien merecido. Espero sea la primera y última vez que lo haga o le dejaré de hablar. Me dolería, porque he visto su regreso como una oportunidad de retomar el tiempo perdido y de apreciar y valorar su amistad, algo que no hice en el pasado como hubiera querido. 

Había un auto frente a la casa de mi madre. A esta hora ella debería estar trabajando. ¿Qué hace en casa? Olvidé enviarle mensaje de que vendría hoy, aunque no sé qué caso tendría, pues al final, no me respondió ninguno de los que le envié. 

—Gracias por haberme traído, sobre todo por permitirles a mi grupo y a mí la estadía en la mansión. Fue una experiencia bastante… —aterradora, sin duda alguna—. Bastante agradable— mentí—. Espero no te desaparezcas, Marcus. 

—Nos veremos pronto, mariposita— dijo sin siquiera mirarme. 

Esto es sumamente incómodo. Luego de esto, creo que nuestra amistad ya no será como antes. 

—¿Así que esta es tu casa? — cuestionó Ansel, al bajarse del maletero—. Nada mal.

¿Y este por qué tan conversador? ¿Será que vio lo que pasó entre Marcus y yo?

—Ya me voy. Qué les vaya bien. 

Tomé aire, poniéndome la mochila en el hombro y caminando a la entrada. Según entré, intentando hacer el menos ruido posible, para darle la sorpresa a mi mamá, la sorprendida resulté siendo yo. Me detuve en el medio de la sala, viendo la escena más incómoda, vergonzosa, y grotesca que alguna vez haya visto. No sabía cómo reaccionar o qué hacer. No sé quiénes eran los dos hombres que acompañaban a mi madre, pero de algo no me quedaba duda, y es que se estaban divirtiendo juntos los tres. 

Contemplar a mi madre en esas fachas, totalmente desnuda y haciéndole una felación a ambos a la vez en medio de la cocina, me causó vergüenza ajena y decepción, porque pude entender que si no me había escrito para saber cómo estaba, era porque había algo más importante que yo. 

Redención [✓]Where stories live. Discover now