ESPECIAL (CAPÍTULO VEINTITRÉS)

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Desperté en una habitación extraña, y mi mano inconscientemente se deslizó hacia mi abdomen, sin saber qué era lo que esperaba encontrar. Mi piel se veía lisa y se sentía suave. Una sensación de confusión y vacío me invadió mientras me preguntaba por qué siento que algo falta. Cada vez que intento recordar lo que sucedió antes de despertar aquí, solo encontraba un vacío oscuro en mi mente.

En medio de mi desconcierto, la puerta se abrió lentamente y un hombre entró en la habitación. Su presencia me reconfortó de inmediato, como si su sola existencia pudiera calmar mis dudas y temores.

Con su presencia imponente y enigmática, parecía una figura salida de un sueño. Su cabello largo y oscuro caía en mechones desordenados alrededor de su rostro, enmarcando sus ojos profundos y penetrantes. Sus ojos eran de un color entre gris y azul.

Su rostro era anguloso y perfectamente esculpido, con una mandíbula pronunciada que le confería un aire de determinación. Una leve sombra de barba resaltaba su masculinidad, aportando un toque de rebeldía a su apariencia. Su sonrisa, cálida y reconfortante, iluminaba su rostro y me hacía sentir segura en su presencia.

Su estatura era impresionante, sobrepasando la media. Su cuerpo atlético y esbelto denotaba fuerza y agilidad. Se movía con gracia y elegancia, como si estuviera en perfecta armonía con su entorno.

No sabía quién era. Mis pensamientos se volvían cada vez más confusos y enredados.

Se acercó a mí con una expresión suave y preocupada en su rostro. Sus ojos se encontraron con los míos y pude ver sinceridad en ellos. Siento una inexplicable conexión con él, como si hubiéramos compartido algo profundo y significativo en el pasado.

—Noa, me alegra verte despierta—dijo en un tono dulce—. Sé que estás confundida, pero quiero que sepas que estoy aquí para ayudarte.

—¿Quién eres?

Lo miré fijamente, buscando respuestas en sus ojos. Mi instinto me decía que podía confiar en él, que él posee las respuestas que busco. Aunque mi mente estaba llena de incertidumbre, una pequeña chispa de esperanza comenzó a arder en mi interior con su presencia.

—¿No me recuerdas? Soy Gabriel, tu mejor amigo.

—¿Gabriel? —froté mi sien, por el dolor que se hacía presente—. Siento que hay algo que estoy olvidando, algo importante que no puedo recordar.

Gabriel me miró con una mezcla de preocupación y comprensión en sus profundos ojos. Su voz, suave y tranquilizadora, resonó en el aire.

—Noa, no te preocupes. A veces, la mente puede jugarle trucos a uno. Es normal sentir que falta algo o tener lagunas en la memoria. Puede ser simplemente el resultado de un pequeño desliz, un olvido momentáneo. No debes angustiarte por ello.

Sus palabras me calmaron un poco, pero, aun así, persistía esa sensación de inquietud en lo más profundo de mi ser. Algo en mí sabía que había algo más, algo que se escapaba de mi alcance consciente.

—Pero... Gabriel, siento que es algo más que un simple olvido. Es como si hubiera algo importante que debo recordar, algo que está justo en el borde de mi mente, pero que se escapa cada vez que trato de agarrarlo. ¿Qué me está pasando? ¿Por qué no puedo recordar siquiera tu rostro?

Gabriel se acercó y tomó suavemente mi mano, transmitiéndome una sensación reconfortante de conexión.

—Noa, quiero que sepas que ha habido un accidente —me dijo con voz suave pero firme—. Sufriste una caída y, como resultado, has perdido temporalmente algunos recuerdos. Es algo común en situaciones como esta. Tu mente está protegiéndote de cualquier dolor o trauma asociado con el accidente. Pero quiero que entiendas que estoy aquí para ti, para ayudarte a recuperar esas memorias perdidas y enfrentar juntos cualquier verdad que puedan revelar.

Mis ojos se abrieron de par en par ante sus palabras. Un accidente... Esa explicación parecía encajar con la sensación de confusión y la falta de recuerdos claros. Pero, al mismo tiempo, algo dentro de mí se resistía a aceptarla por completo. Sentía que había más en la historia, detalles y emociones que se escapaban entre mis dedos.

—Gabriel, entiendo lo que dices sobre el accidente, pero... hay algo en mí que siente que hay más, algo que no puedo recordar, pero que está justo en el límite de mi conciencia. ¿Estás seguro de que solo se trata de un accidente? Siento que hay fragmentos de algo más profundo, algo importante, que se escapa de mi comprensión.

Gabriel apretó suavemente mi mano, transmitiendo una mezcla de compasión y determinación.

—Entiendo tus dudas y temores. No puedo prometerte respuestas inmediatas, pero te prometo que no descansaré hasta que hayamos explorado cada rincón de tu mente juntos. A veces, los recuerdos se ocultan detrás de bloqueos emocionales o traumas. A medida que avancemos en este proceso, enfrentaremos esas barreras y las superaremos juntos. Confía en mí.

La sinceridad en sus palabras y su compromiso inquebrantable me brindaron un rayo de esperanza en medio de la confusión. Aunque no podía recordar mi pasado, algo en mí me decía que podía confiar en Gabriel, que no me dejaría sola en esto.

[...]


Gabriel me llevó de la mano por los pasillos de la casa, mostrándome las diferentes habitaciones y detalles arquitectónicos. A medida que avanzábamos, noté la calidez y familiaridad que emanaba del lugar, pero seguía sin recordar nada concreto sobre esta casa o mi conexión con ella.

Finalmente, llegamos a la cocina, donde deliciosos aromas llenaban el aire. Gabriel se movía con gracia entre los fogones, preparando la comida con destreza. Me senté en la mesa mientras él servía los platos con una sonrisa reconfortante.

Ante mis ojos se desplegaba una cena exquisita, una variedad de platos que me resultaban extrañamente apetitosos. Mi mirada se posó en una copa elegante que contenía un líquido carmesí. Sin saber por qué, sentí una extraña atracción hacia esa copa, una sensación de calma y saciedad que emanaba de ella.

—Espero que disfrutes de esta cena especial que preparé para ti—sus ojos brillaban con un brillo intenso.

Aunque no recordaba absolutamente nada de mi pasado, una parte de mí parecía responder ante la visión de esa copa de sangre. Un impulso inexplicable me llevó a tomarla entre mis manos. Al acercarla a mis labios, sentí una extraña satisfacción y una calma que se extendió desde mi estómago hasta cada rincón de mi ser.

Mientras saboreaba la cena preparada por Gabriel, una mezcla de sabores exquisitos bailaba en mi boca. Cada bocado parecía despertar un recuerdo perdido, una sensación de pertenencia que se desvanecía tan rápido como llegaba.

Aunque mi mente seguía envuelta en un velo de incertidumbre, no pude evitar notar que mi cuerpo parecía encontrar alivio y serenidad al consumir esa sangre. Era como si mi esencia, mi verdadera naturaleza, respondiera ante ese líquido vital.

Gabriel me observaba con una mezcla de satisfacción y ternura mientras degustaba la comida. Sabía que había algo más, algo que aún no podía recordar, pero, por el momento, decidí entregarme a la tranquilidad que me brindaba este momento.

En medio de la cena, Gabriel notó un mechón rebelde de cabello que caía sobre mi rostro. Con una delicadeza exquisita, se acercó a mí y lo apartó suavemente, permitiendo que mi rostro quedara al descubierto. Sus dedos rozaron mi mejilla, enviando una corriente eléctrica que despertó una sensación desconocida en lo más profundo de mi ser.

—Tu belleza es realmente cautivadora. Tu resplandor brilla con una intensidad que no puedo ignorar.

Mis mejillas se colorearon ante sus palabras elogiosas. Aunque seguía sin recordar, su gesto y cumplido resonaron en alguna parte de mi ser. Sentí una conexión inexplicable con Gabriel, como si hubiéramos compartido momentos y emociones más allá de mi amnesia actual. 

Redención [✓]Where stories live. Discover now