Entrega

944 103 4
                                    

—Lo he estado pensando y siento que al final, esta será la mejor solución a muchos problemas—murmuró.

—¿De qué estás hablando? — cuestioné con un hilo de voz.

—Si has decidido que quieres estar conmigo y únicamente conmigo, lo mejor será que nos convirtamos en uno solo. De este modo, nadie podrá reclamarnos nada.

—¿Y no lo hemos sido?

—No hablo de esto— me volteó para encararme y lo contemplé atontada—. Si te convierto en alguien como yo, no podrás tener la vida que tenías antes.

—¿A qué te refieres con convertirme en alguien como tú?

—La inmortalidad es una maldición. Debemos ser testigos de cómo las personas importantes en tu vida se desvanecen como el polvo, somos privados de sentir y descargar, no tenemos descanso, nuestra vida es un ciclo que se repite y se repite. Solo quiero saber si confías en mí lo suficiente y te atreves a entregarte a mí.

—Hasta el comentario ofende. Por supuesto que confío en ti.

—Hace décadas no tenemos un nuevo integrante en la familia. Si aceptas, quiero que lo hagas estando consciente de que tu entrega debe ser en cuerpo y alma. No hay espacio para nadie más. 

—Yo no tengo espacio para nadie más que no seas tú—acaricié su mejilla, notando su cercanía.

—Entonces es una promesa que espero que cumplas, del mismo modo que estoy dispuesto a hacerlo yo, mi diosa.

Para ser honesta, no entendía la razón detrás de todo lo que me estaba diciendo, aun así, si de algo estaba segura es de que la decisión que tome, donde él esté involucrado, sé que valdrá la pena. Todo lo que quiero en esta vida es él.

Deslizó la blusa de mi pijama, dejando mi hombro al descubierto y noté que titubeó por unos segundos. No sé lo que por su mente está pasando en este momento, pero me sentía segura estando en sus brazos.

Sus colmillos se clavaron a la altura de mi clavícula derecha y presioné los labios por el ardor y calor que recorrió esa zona. Ya lo ha hecho varias veces cerca de esa área, pero hoy se sentía diferente. Tal vez fue por la presión que hizo y la manera en que succionaba tan fuerte, como si estuviera muriendo de hambre. Por lo regular, en la intimidad tiende a morderme varias veces, pero no permanecía mucho rato como lo estaba haciendo ahora.

Me estaba sintiendo muy débil, cansada, lenta. Todo a mi alrededor comenzó a verse borroso de repente, mis párpados pesaban como si tuviera dos enormes bloques colgando de ellos. Enredé mi mano en su cabello, fue lo que logré alcanzar de él.

Justo cuando sentí que mi alma abandonaría mi cuerpo, se detuvo. Mi cuerpo estaba paralizado. Es como si me hubiera quedado incluso sin voz. No podía articular palabra alguna, ni siquiera pensar con claridad.

Sus ojos claros se clavaron en los míos, mientras mordía cerca de su muñeca izquierda, creando una herida donde se intentaba asegurar de que fuera lo suficiente profunda para que su sangre oscura goteara de ella. Todo corría en cámara lenta. Estaba a punto de entregarme a la oscuridad, cuando percibí en mis labios el amargo y metálico sabor de su sangre.

Procedí a tomar lo que me ofrecía. Por alguna extraña razón, el sabor dejó de amarrarme la boca. Aunque bajaba despacio por mi garganta, el sabor pasó de amargo a dulce. En mi estómago percibía cómo si esas mariposas estuvieran revueltas al recibir ese delicioso manjar que tan bien me supo.

De repente, en ese gozo que experimentaban mis entrañas, un agudo dolor se revolcó, causando que todo mi cuerpo doliera. Mi tripas se retorcieron, tenía la sensación de que todos mis órganos estaban moviéndose de sitio y mis pulmones no recibieran suficiente aire. No podía gritar, quejarme, llorar, no podía hacer absolutamente nada, solo retorcerme con desespero.

Me depositó gentilmente en el suelo, pero esos calambres, dolores abdominales y en las extremidades no cesaban. Todo empeoraba a medida que transcurrían los segundos. Me faltaba el aire, cada vez era menos el que recibía. 

—Perdóname, mi reina. Todo pasará pronto, lo prometo.

Sus suaves y dulces palabras fueron lo último que escuché, antes de que diera un último suspiro y la oscuridad me arropara por completo.

Redención [✓]Where stories live. Discover now