ESPECIAL (CAPÍTULO DOS)

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Solo nosotros tres salimos a recibirlos. Intentamos mantener la calma, pese a que ellos se mostraban hostiles.

Dos de ellos se veían bastante jóvenes, parecían hermanos, pues físicamente eran casi idénticos, lo único que los diferenciaba era el color de cabello, pues uno lo tenía negro y el otro rubio. La mujer lucía bastante joven también. Su cabello castaño claro se asomaba de la capa. Quien se encontraba en medio de los tres, era quien lucía bastante mayor, se notaba a leguas que debía ser el líder de ellos.

—Nos volvemos a encontrar, Ansel—dijo el señor, el mismo que llevaba arrastrado a uno de los nuestros, dejando ir por fin su pierna—. Una vez más fallan a nuestro acuerdo.

Los hermanos, junto a la mujer, se me quedaron viendo fijamente y con una seriedad que me disgustaba de gran manera y me sacaba de mis casillas.

«No sé por qué, pero me sentía amenazada con sus presencias y miradas fijas».

—Han habido muchos cambios y situaciones complejas con las que lidiar recientemente. Lamentamos mucho lo ocurrido y los problemas que este idiota haya causado en sus tierras. Les aseguro que estaremos más al pendiente y no volverá a ocurrir— agregó Louis.

—No nos interesan sus problemas. Un acuerdo es un acuerdo— respondió la mujer, aún mirándome desafiante.

—¿Dónde está el resto de la familia Ludwing? He oído decir que hay nuevos miembros— el señor enfatizó la última palabra, recorriéndome con la mirada de pies a cabeza.

Si se enteran sobre mis hijos y de que los concebí cuando aún era humana, no dudarán en hacerles daño, estoy segura. Ya no sé qué esperar de la lluvia de descerebrados que habitan en este lugar.

No me creo ese cuento de que hayan venido aquí para traer a ese inútil solamente, más bien siento que vinieron a causarnos problemas.

—¿Tienes algo que decirnos? — me cuestionó directamente la mujer.

«Cualquiera diría que la tiene conmigo, no entiendo por qué me ataca, si ni siquiera he hablado».

—Hemos oído hablar de la nueva sucesora de la Sra. Khali, pero no imaginamos que sería tan… joven. Es curioso que tu esencia me resulte tan familiar— miró los alrededores, dejando escapar un largo suspiro—. Han ido en decadencia. Este lugar ya no es ni la mitad de lo que alguna vez fue— soltó el señor con malicia. 

—¿Por qué no nos revelan la verdadera razón detrás de esta visita? —solté—. Con el odio que alegan sentir hacia nuestra raza, se supone que usen cualquier pretexto para acabar con el acuerdo, y más habiendo encontrado una supuesta falla de nuestra parte, pero siento que han venido muy conversadores y curiosos. Déjenme adivinar, ¿han venido a constatar que nuestra raza está al borde de la extinción? ¿No les parece demasiado sospechoso y curioso que se presenten justo cuando estamos enfrentando un terrible caos?

—Esta mujer no conoce el precio a pagar por levantar calumnias contra nuestro líder — dijo el pelinegro.

—¿Y verdaderamente lo es? — enarqué una ceja.

Sentí la presencia de Azai y Noa, y no fui la única que se quedó paralizada. Era el peor momento de presentarse ante ellos. No quería que supieran de su existencia.

Ambos venían comiéndose una manzana. Aunque la comida de los humanos no los abastece, de vez en cuando la ingieren.

—¿Por qué han hecho silencio? Creímos que les interesaba conocernos— Noa le dio un mordisco a la manzana, mostrando abiertamente sus colmillos y mirando fijamente a los hermanos.

Entiendo cabalmente que mi hija posee una belleza sin igual, capaz de encantar a cualquiera que la mire, pero no me agradaba para nada que esos hombres la desnudaran con la mirada.

Louis se veía furioso, su entrecejo fruncido lo delataba, pero se notaba también que estaba tratando de contenerse.

—Hace mucho tiempo que no recibimos una visita tan agradable y apetitosa— dejó escapar Azai en un tono bastante sugerente y malicioso.

Sentí una fuerte opresión en el pecho, algo que hace mucho tiempo no experimentaba.

Estaba siendo testigo también de la mirada lasciva que esa mujer le estaba dando a mi hijo. Aunque comprendía que ambos atraen miradas fácilmente, había algo más que simple curiosidad en ese intercambio de miradas.

No era la única que se había dado cuenta, pues Ansel fue hacia nuestro hijo para mantenerse a su lado. La posición que adoptó era la misma que siempre ha hecho para protegerlo.

—Vamos para la casa — les dijo Ansel.

Todos esos sentimientos tan negativos y corrosivos buscaban salir de alguna manera.

En mi cabeza todo lo que podía imaginarme era en cómo le arrancaría los ojos a cada uno de ellos y los devoraría por haberse fijado en mis hijos de esa manera tan sucia.

—De todo lo que podían elegir, han elegido la muerte— tensé la mandíbula.

La mano de Louis se posó sobre la mía, apretándola con fuerza y evitando que el humo negro pudiera ser visto por ellos.

—Tienes que calmarte, mi reina— dijo en voz baja—. No podemos desatar una guerra contra ellos. Tenemos todas las de perder. Llevemos a nuestros hijos a la casa y todo esto habrá pasado, ¿sí?

Redención [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora