Salida

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Cerré los ojos al ver su rostro aproximarse al mío. En instantes, percibí su aliento frío en mi cuello, lo que me generó escalofríos en el centro de mi espalda. ¿Por qué se acerca tanto? ¿Qué quiere de mí?

—Jana — susurró a la altura de mi clavícula. 

Mi mente se nubló luego de oír ese nombre. Mis pensamientos en ese momento se desorganizaron, perdiendo la noción del tiempo, del lugar y la situación, sumergiéndome en una inquietante oscuridad. 

Desperté en la cama de mi habitación. No sé cuándo me quedé dormida. Dormí con el teléfono en el pecho. La luz de mi cuarto la había dejado encendida y la puerta cerrada. Todo estaba intacto. Gracias a Dios no tuve ninguna pesadilla.

Eso sí, me dolía mucho la cabeza. Siento que dormí demasiado. No sé si fue que haber dormido boca arriba haya sido el causante de que tenga dolor en todo el cuerpo. 

Me di una ducha y luego de haber terminado el aseo, me asomé con precaución al pasillo, con temor de encontrarme con Paola y su grupo de bichas. Salí disparada para el ascensor y cuando se abrieron las puertas en el primer piso, oí mucho bullicio. ¿Por qué hay tanto alboroto? ¿Qué estará pasando?

—Así son los adolescentes. Desobedientes. No podemos irnos hasta que aparezcan, pero ten por seguro que me van a oír.  

Mrs. Amber y Mrs. Roxana estaban hablando con la propietaria y me quedé escuchando su conversación a una distancia prudente. 

—No podemos dar malas cuentas de esos estudiantes a sus padres. No sé dónde se metieron, pero evidentemente esas mocosas lo están haciendo a propósito. No creo que sea casualidad que hayan desaparecido siete estudiantes en lo que llevamos de estancia. Es su responsabilidad hacer que aparezcan. 

—¿Mi responsabilidad? Mis reglas y órdenes fueron estrictas y claras desde que un principio. Ustedes, como sus tutoras, son quienes deben responsabilizarse de cualquier daño causado a mi propiedad y de mantener vigilados a cada uno de sus estudiantes. 

¿Siete estudiantes desaparecidas? ¿Cómo es posible?

—Hola— oí la voz de Azazel detrás de mí—. ¿Cómo amaneciste? 

Su cabello lo tenía peinado hacia el lado y se veía muy elegante.

—Hola— le dije tímidamente—. Estoy bien, ¿y tú? 

—Bien. 

—¿Estás enterado de lo que sucedió?

—Sí, algo escuché.

—¿Sabes quiénes son las estudiantes que desaparecieron?

—No sé sus nombres, tengo entendido que ante ayer fueron dos chicas y anoche fueron cinco.  

Miré hacia el área del comedor y cada vez somos menos. Paola y su grupo de bichas no estaban, ¿podría ser que esas cinco chicas desaparecidas sean ellas? 

—Es la primera vez que te veo sonreír. 

—¿Qué? 

—Es la primera vez que sonríes y luces muy bonita. Deberías hacerlo más seguido. 

Su comentario me ruborizó y desvié la mirada. Es el primer hombre que me dice algo así. ¿Lo dice en serio?

—Sí, lo digo en serio.

Lo volví a mirar, pues es como si me hubiera leído la mente. ¿Tan evidente soy? 

—¿Puedo saber la razón detrás de esa sonrisa? 

—Ojalá que no aparezcan—murmuré—. Sería una carga menos. 

—Entonces puedes darlo por hecho. 

Su respuesta me dejó atónita. 

—¿Qué quisiste decir con eso?

—Hoy probablemente sea tu última noche aquí. Me preguntaba si gustas hacer algo en particular. He visto que no has disfrutado de tu estancia aquí y considero que sería una buena oportunidad para hacerlo. ¿Qué dices? ¿Aceptas salir conmigo por lo que resta del día? Te regresaré a tu habitación antes de que caiga la noche. 

Redención [✓]Where stories live. Discover now