ESPECIAL (CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS)

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Bael depositó gentilmente el cuerpo inconsciente de Iria en mis brazos, confiando en mí para llevarla a una habitación donde pudiera descansar y recuperarse. La cargué con cuidado, sintiendo el peso de su cuerpo inerte mientras me dirigía hacia la habitación designada.

Al entrar en la habitación, la coloqué con suavidad sobre la cama. Me incliné hacia ella, preocupado por su bienestar. Mi mano temblorosa rozó su frente, buscando la tranquilidad de sentir su respiración suave y regular. Un suspiro de alivio escapó de mis labios al confirmar que estaba bien y descansando.

Sin embargo, la tranquilidad se vio interrumpida cuando escuché la puerta de la habitación abrirse. Mis padres entraron con expresiones de sospecha en sus rostros. Me miraron fijamente, y un silencio incómodo llenó la habitación. Sabía que iba a ser interrogado sobre lo ocurrido, pero no sabía cómo explicar la situación sin revelar demasiado.

Mi madre fue la primera en hablar. Su tono estaba lleno de reproche mientras me enfrentaba directamente. Mi mente se quedó en blanco y no encontré palabras para defenderme. Mi silencio fue interpretado erróneamente, y ella asumió rápidamente que tenía algo que ver con Iria.

Intenté abrir la boca para explicar que no había pasado nada entre nosotros, pero las palabras no salieron. Temía las consecuencias si se enteraban de que Iria y yo tuvimos encuentros a sus espaldas y que fui yo quien se infiltró en el territorio de los cazadores. Los cazadores no tomarían eso a la ligera, y su ira podría recaer sobre ella y sobre mi familia.

Mi madre, en un intento de protegerme, mencionó la idea de llamar a los cazadores para que la buscaran. Pero mi instinto de preservación se activó y me negué rotundamente. No podía permitir que Iria sufriera aún más a manos de los cazadores, quienes no comprenderían la verdadera naturaleza de la situación.

Miré fijamente a mi madre, buscando transmitirle mi desesperación y miedo. Esperaba que entendiera mi posición y reconsiderara su decisión de involucrar a los cazadores. Sabía que, en ese momento, la protección de Iria era mi prioridad, sin importar las suposiciones erróneas que mi silencio pudiera haber provocado.

—Quiero creerte de que no estás involucrado con ella, pero tus acciones y tu actitud en estos momentos solo dan a entender que algo definitivamente sucedió. No voy a juzgarte, pero por favor, no nos mientas.

Respiré profundamente, mirando a mi madre con sinceridad. 

—Mamá, entiendo cómo pueden interpretar mis acciones y actitud en este momento. Pero te prometo que no he mentido sobre mi relación con Iria. Hay algo que necesito confesarte, algo que he mantenido en secreto porque temía las consecuencias.

—¿Qué estás tratando de decir? No puedo soportar más secretos. Necesito que me expliques lo que está pasando.

—Cuando la vi por primera vez, ella despertó algo en mí que nunca antes había experimentado. Un deseo y una sed incontrolable que me consumía. No quería admitirlo, pero me infiltré en el territorio de los cazadores para buscarla. Lo siento, mamá, pero he mordido a Iria y he tomado de su sangre. Su sangre era demasiado exquisita, dulce y demasiado adictiva, la mejor que haya probado alguna vez.

El rostro de mi madre reflejó una mezcla de shock y preocupación. Se quedó sin palabras por un momento, procesando la información que acababa de revelar. Sabía que sus pensamientos se llenarían de miedo y preocupación por lo que eso significaba tanto para Iria como para nuestra familia.

—Azai... ¿cómo pudiste hacer algo así? No comprendo cómo dejaste que tus impulsos te llevaran tan lejos. ¿Qué has desencadenado en ti?

—No lo sé, mamá. No puedo explicarlo con certeza. Pero lo que sí sé es que Iria está sufriendo, está bajo la influencia de una fuerza oscura y peligrosa. Necesitamos ayudarla, protegerla. Si los cazadores se enteran de lo que he hecho, no solo estaré en peligro, sino que Iria también lo estará e incluso todos nosotros. Ellos no comprenderán lo que realmente está sucediendo.

Redención [✓]Where stories live. Discover now