Regalo

2K 231 22
                                    

Desperté al escuchar la voz de Ansel. Creí que nos había encontrado en la misma habitación, pero resulta que me encontraba en la mía y Azazel no estaba aquí conmigo. 

—Asegúrate de quitarte ese repugnante olor que tienes encima—abandonó la habitación sin decir nada más. 

¿Será que lo sabe o lo imagina? No lo creo o hubiera actuado de manera irracional, ¿no? Después de todo, esa rivalidad de hermanos es bastante notoria. 

Mientras el agua recorría mi cuerpo, los recuerdos de anoche invadían mi mente. No sé qué demonios fue todo eso, pero fue tan fascinante en tantos aspectos. Aun mi cuerpo se siente sensible por lo ocurrido. No sé si fue correcto llegar a ese nivel con él. Siento que será muy vergonzoso encontrarme con él ahora. 

Realizamos la misma rutina de siempre, a excepción de que Azazel no vino con nosotros al instituto. Es más incómodo estar a solas con Ansel, pues él se mostraba con la misma seriedad y amargura que lo caracteriza.

Estábamos entrando al instituto cuando por fin habló:

—Le has cogido el gusto muy rápido— sus palabras me frenaron en medio del pasillo. 

—¿Qué has dicho?

—Tal parece que no conoces el significado de la lealtad.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿A quién le debo lealtad?

—¿A quién? Al mismo que le rogaste que te sacara de ese infierno donde vivías. Al mismo que te ha dado todo lo que tienes. 

—No entiendo qué tiene que ver eso con ser leal a ti. Creí que habías obtenido lo que querías a cambio de haberme ayudado, pero parece que no es suficiente para ti el haberte agradecido y pagado con mi sangre esa noche. No sé qué más esperas de mí.

Nuestra discusión estaba llamando la atención de muchos estudiantes. 

—No eres tan distinta a tu madre. Las dos tienen el mismo pasatiempo de abrirle las piernas a dos a la vez, porque con uno no les es suficiente. 

Pude confirmar que ya sabía lo de anoche. Sus palabras verdaderamente me molestaron, a un nivel que exploté. 

—Entonces tampoco eres diferente a mí, porque te vi anoche bien acompañado. No eres quien para juzgar nada de lo que hago. Que te quede claro, yo no soy de tu propiedad, tampoco tenemos nada, por lo que no debo ser leal a ti ni a nadie. 

Me observó fijamente con el entrecejo fruncido. Se notaba bastante furioso.

—¿Por qué me miras así? ¿Cuál es tu siguiente movida? ¿Vas a causarme dolor como ayer por decirte la verdad y lo que pienso en la cara? ¿Vas a obligarme a que me ponga de rodillas ante ti y te pida perdón? 

Me arrancó la gargantilla y sin decir nada más, simplemente se alejó. ¿Me ha liberado? ¿Eso es lo que quiso dejar a entender con esto?

En solo un instante, antes de que pudiera seguir mi camino al ascensor, un grupo de estudiantes, entre hombres y mujeres me rodearon.  

—Nos han dejado carne fresca. 

—Quiero ser el primero en probar. 

Cada partícula de mi cuerpo se tensó al encontrarme rodeada y sin escape, con esas miradas tan aterradoramente perversas sobre mí. Se comportaban como animales. En medio del pánico y mis intentos por quitarlos de mí, escuché la voz de Louis. Estaba al borde de quebrarme en llanto.

—No hay nada que ver aquí. A sus salones. 

—Ludwing nos ha dejado este regalo. ¿Cómo vamos a despreciarlo? —preguntó la pelirroja. 

—He dicho que se vayan a sus salones — puso sus manos en mis hombros, intentando apartarme de ellos. 

—¡Qué aburrido! 

Abrieron paso para que pudiéramos salir del centro. Si no hubiera sido por él, ¿qué hubiera sucedido? No quiero ni siquiera imaginarlo.

Redención [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora