ESPECIAL (CAPÍTULO VEINTIDÓS)

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Desde la distancia alcancé a oír unos gritos provenientes del interior de la casa. Supuse que debía tratarse de alguno de esos humanos restantes. Ansel entró, intuí que se haría cargo de calmar las aguas o tal vez hacerles olvidar lo que pudieron haber visto que les causó tanta conmoción.

No sabía qué estaba diciéndole mi abuelo a mis padres, pero señaló a Bael y su expresión no era para nada buena. Mi madre permanecía en silencio, con la mano descansando en el pecho.

Tenía que saber qué estaba sucediendo, por eso me deslicé por el techo para apaciguar un poco la caída.

—Me harás desfallecer de un disgusto. Deshazte de eso inmediatamente.

Sus esposas vinieron a hacerle compañía, apoyando cada palabra dicha por ese idiota. Fue cuando se marchó, que pude acercarme a mis padres y hermano.

—¿Estás bien, mamá?

—Tu mamá está algo indispuesta. La llevaré a que descanse un poco. Ve a tu habitación y de allí no salgas. No sabemos si regresarán y no queremos que te suceda nada.

—Bael, no regreses por ahora y encárgate de lo que te encomendé—le dijo mi madre.

Con un gesto de afirmación y acuerdo, se perdió en el bosque.

¿Acaso le hará caso al abuelo?

—Y ustedes, por favor, vayan a sus habitaciones y permanezcan allá. Todo caerá en su sitio pronto, lo prometo—agregó mi madre, en un tono un tanto cansado.

[...]


Por los pasados días, no supe nada de Bael. Me he sentido muy desanimada al respecto. Ese señor le ha estado metiendo mucha presión a mis padres, sobre todo, a mi mamá. No sé por qué no se defiende contra él. Desde que llegó, no ha hecho otra cosa que no sea atacarla.

Después de lo que pasó entre Bael y yo en mi habitación, lo menos que esperaba era que mostrara un poco más de interés. Así como antes, que se aparecía en todas partes. Honestamente, pensé que regresaría.

Y es que no he podido dejar de pensar en eso. Mi cuerpo, por alguna extraña razón, reacciona fácilmente a esos recuerdos.

Era la cuarta vez que me escapaba para venir a la cueva que me trajo, pero no había rastros de él por ninguna parte. Decepcionada, decidí regresar, pero en el camino, pude captar su esencia, aunque algo distante. Me dejé guiar por ella para dar con su ubicación, pero provenía de un lugar bastante curioso.

Me encontraba en el interior de una angosta cueva, oculta en medio del frondoso bosque. La cueva se abrió ante mí, revelando un espectáculo deslumbrante. Estaba rodeada de una gran cantidad de pozas de aguas termales, que brillaban con un resplandor azul verdoso. El vapor se elevaba en espirales, creando un aura mística que envolvía todo el lugar.

—Bael, ¿estás aquí?

Las aguas termales son cristalinas, permitiéndome ver hasta el fondo de las pozas. Cada una tenía su propio carácter y temperatura, invitándome a sumergirme en su abrazo curativo. El sonido suave del agua corriendo creaba una melodía relajante que se entrelazaba con el silencio del bosque circundante.

A lo largo del camino que conduce a las pozas, pude ver velas colocadas estratégicamente, iluminando el camino con su suave resplandor. Es evidente que este lugar es visitado con frecuencia por aquellos que aprecian su belleza y propiedades terapéuticas. Las llamas parpadeantes de las velas añaden un toque místico y romántico a la atmósfera.

Es un paisaje impresionante que supera cualquier descripción. La cueva de aguas termales es un santuario natural de paz y serenidad. Nunca antes había sido testigo de tanta belleza en mi vida. Cada rincón parece una obra maestra de la naturaleza, cuidadosamente esculpida y adornada con el paso de los siglos.

Me quedé maravillada, tomando un momento para respirar profundamente y absorber la tranquilidad que emanaba de este lugar. Sin embargo, no puedo permitirme perderme en la belleza, ya que mi objetivo está en otra parte. Mis pasos me guían hacia adelante, en busca de encontrar a Bael, pues sé que estaba cerca, podía sentirlo.

Mis ojos se posaron en una pequeña cascada que caía suavemente desde lo alto de las rocas. El agua que caía formaba un velo de bruma que parecía bailar en el aire. Y allí, bajo esa cascada, lo vi. Su figura se veía magnífica y etérea, el agua resbala por su cuerpo como si fuera parte de él. Un resplandor lunar lo envolvía, otorgándole un aura aún más cautivadora.

Mi corazón se aceleraba mientras avanzaba hacia él, cautivada por su presencia poderosa y fascinante. Parecía ajeno a mi llegada, inmerso en un momento de serenidad y conexión con la naturaleza que lo rodeaba. Me detuve a pocos pasos de la cascada, tomando un momento para apreciar la visión que se desplegaba ante mí.

La visión, una vez fascinante y seductora, en un abrir y cerrar de ojos se volvió una ilusión dolorosa. La traición se reflejaba en mis ojos mientras contemplaba al impostor, y la daga que empuñó se convierte en un recordatorio de la verdad oculta detrás de su apariencia.

Un suspiro angustiado escapa de mis labios mientras la belleza de la cascada se desvanece en el fondo, reemplazada por el dolor y la decepción.

El impostor, todavía bajo la cascada, se giró hacia mí con una sonrisa maliciosa, disfrutando de mi confusión y su éxito en engañarme. Cerré los puños, luchando contra el dolor punzante en mi abdomen, recordándome a mí misma que no podía dejarme abatir.

—No te preocupes, Noa. No voy a matarte todavía. Quiero que sufras, que veas cómo te arrebato todo lo que amas—su risa retumbaba en la cueva, burlándose de mi ingenuidad.

Aunque mi cuerpo se debilitó y mi visión se nubló, no iba a permitir que la oscuridad me consumiera por completo.

Mi vista se aclaraba por un instante, revelando su verdadera forma. No era Bael, sino un ser oscuro y despiadado, un completo desconocido que ha adoptado su imagen para confundirme.

La cueva de aguas termales se transformó en un remolino de sombras mientras me sumergía en la inconsciencia.

Redención [✓]Where stories live. Discover now