Lobo

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Permaneció recostada en mi regazo hasta que mi padre logró llegar y la examinó.

—¿Qué fue lo que hiciste, hija?

—Pedir por ella y por Louis.

—¿Solo eso? No dejas de sorprenderme. Insisto, tu don no debe quedarse en las sombras. La herida de Vala está sanando desde adentro hacia afuera. Estimo que en unas cuantas horas va a recuperarse en su totalidad, tanto ella como Louis. Cuando me llamaste de esa manera pidiéndome ayuda, honestamente pensé que te costaría mucho trabajo mantener todo bajo control, pues te noté muy desesperada. Pero me has sorprendido, lo has hecho muy bien. Estoy tan orgulloso de ti. Lo hiciste mucho mejor de lo que lo hubiese hecho yo. Mis métodos son eficaces, pero no actúan al momento; en cambio tú, has logrado salvar una vida, sin ningún tipo de experiencia.

—¿Una vida? Querrás decir dos.

—Louis y Vala son uno solo. Ella es su familiar. Si ella muere, él dejará de existir y viceversa.

—Papá, quiero respuestas. ¿Cómo es posible que esa bruja pudo tomar el cuerpo de Jana?

—Has olvidado que ella estuvo conectada a ti por mucho tiempo, igual que el alma de Jana. Ella la condenó a que su alma no tuviera descanso. Su castigo era sufrir errante en la oscuridad, reviviendo cada una de las atrocidades y maldades que hizo en vida. Ahora bien, como te dije una vez, lo único que conecta a los muertos con el mundo de los vivos, son las cuentas pendientes, pero la única manera de que tomen forma o regresen a su estado físico, es si se les abre la puerta.

—Entonces, ¿por qué no fue Jana quien regresó, si fue a ella a quien invoqué?

—Porque ya era muy tarde. Su alma ya descansa en paz, porque su tarea en el mundo de los vivos terminó cuando condenó a Úrsula y dejó en tus manos a su bebé. Pequeña, te advertí de los riesgos de ese ritual, pero no me escuchaste.

—¿Cómo podré detenerla? Ella ha regresado con poderes. Lo peor de todo es que tiene un arma muy peligrosa en sus manos que casi acaba con Louis y Vala en un solo descuido. Si no la detenemos, acabará con todos nosotros.

—Hija, estoy igual de sorprendido que tú con esto. Me temo que hay dos opciones. La primera sería capturarla y sellar su alma para siempre en otro recipiente, de preferencia un objeto y luego destruir este.

—¿Y la otra?

—La daga que tiene en su poder, también es su debilidad.

—Claro, por eso se aferró tanto a ella. ¿Sabes, papá? Algo me dice que esa bruja y la Sra. Khali están confabuladas. Antes no lo había visto de esta manera, pero ¿no te pareció extraño que ella hubiera acudido a la mansión directamente? Digo, si pensamos las cosas más detenidamente, estaba claro desde el principio que no podía tratarse de Jana. ¿Quién en su sano juicio regresa a un lugar donde sabe que no es bien recibida y que si se enteran de su existencia, terminaría perjudicada? Casualmente, la Sra. Khali no estaba cuando llegamos, cuando esa vieja malvada se la pasa metida en la mansión. Ni siquiera la abandonó luego del incendio. Está claro que si no nos atacaron en conjunto en ese momento, es porque tal vez tengan algún plan en mente o estén en busca de algo, pero ¿qué podría ser?

—Tú.

—¿Yo?

—Sí, piénsalo. La Sra. Khali conoce que tienes poderes. Antes de comenzar una guerra, debes conocer las debilidades del enemigo para saber justo por dónde y cómo atacar. No vas a comenzar una guerra a ciegas, dejando abierta la posibilidad de fracasar.

—Entonces, ¿qué me aconsejas, papá?

—Por lo pronto, que se mantengan alerta. Louis y Vala deben recuperarse primero. Con dos de ustedes fuera de base, corren más peligro. Por otro lado, considero que deberíamos ser nosotros quienes las ataquemos por sorpresa. Si esperamos que formen un plan y sean ellas quienes lo hagan, estaremos perdidos.

—No creo que ellas permanezcan en la mansión ahora.

—Créeme que sí deben estar ahí. Si hay algo que debo reconocer, es que la Sra. Khali no es mujer de huir. Si no lo ha hecho hasta ahora, ¿qué te hace pensar que lo hará a estas alturas?

—Tal vez tengas… —mis palabras se vieron pausadas por una ligera y corta visión que apareció en mi cabeza.

En ella se reflejaba un gigantesco y majestuoso lobo negro de ojos rojos y destellantes. Tenía tres filas de dientes afilados y unas enormes garras que podrían despedazar a quien se pusiera en frente.

—¿Estás bien, hija?

Mi mirada se fijó en la ventana, observando cómo si fuera en cámara lenta, que la visión no era una simple visión, era una especie de predicción y advertencia. Los feroces ojos rojos estaban asomados por la ventana.

No sé cómo supe de sus intenciones, lo único que sé es que me salí del medio, solo una fracción de segundos antes de que su gigantesco y pesado cuerpo atravesará la ventana, haciendo volar los cristales por doquier.

No cabía duda que su objetivo era yo, pues no me perdía de vista ni un solo instante. Se imponía a dentelladas a mí, mostrando la fila de dientes afilados que se notaba a leguas que querían clavarse en mi cuerpo y comerme viva.

Mi corazón saltó un latido al encontrarme en una situación tan espantosa y aterradora. No me atrevía a mover ni un solo músculo por temor a que me atacara y no pudiera esta vez contar con la suerte de escapar de su campo de visión. 

Redención [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora