Ojos que no ven...

760 97 5
                                    

—Todo esto lo hice por ti, porque no me parece justo que ustedes… 

—¿Por mí? —me interrumpió —. No, lo hiciste para sentirte bien contigo misma luego de haberme cortado las alas, porque no tienes ojos para más nadie que no sea mi tío. Y lo entiendo y lo respeto, pero yo en particular, no necesito a nadie más en mi vida, Stacy, tengo suficiente con mi hijo y… — guardó silencio y retrocedió—. Contigo. Así tenga que verte en los brazos de él.

Mis ojos se engrandecieron con sus palabras.

—Ahora bien, no me quieras meter por todos los poros a otra mujer, porque eso no va a cambiar mis sentimientos hacia ti, tampoco hará que deje de pensarte y desearte como no tienes una puta idea. 

—¿Q-qué estás diciendo?

—No te hagas la tonta, tú sabes muy bien de lo que hablo. Aunque haya prometido no acercarme a ti, eso no significa que haya enterrado lo que siento. ¿Te cuento lo que me parece injusto? Que quieras pensar por mí o que creas que sabes lo que siento o quiero. Créeme, no tienes una maldita idea de lo que genuinamente deseo. O tal vez lo sabes, pero te haces la desentendida para que sea menos incómodo para los dos, pero te lo digo y te lo reafirmo; si no eres tú, no quiero a nadie.

—Ansel, yo…

—Ve con mi tío, no quiero causar más malos entendidos entre ustedes— salió de la casa, dejándome ahí sin palabras.

De todo lo que quería decirle, terminé diciendo nada. Me arrebató cualquier palabra o defensa que pudiera decir.

No mentía... Me vi reflejada en el brillo de sus ojos.

Sentí un escalofrío en la parte baja de mi espalda y me volteé encontrándome con Jana. Espero que ella no haya escuchado todo eso o se va a sentir peor. Todo esto es mi culpa.

—Aquí estás— le dije—. Estaba buscándote.

—No te sientas mal. Sé que has hecho todo esto con la mejor intención del mundo y créeme que estoy muy agradecida contigo por darnos esta nueva oportunidad. Ahora bien, él solo está confundido. Dicen que lo prohibido se vuelve tentador. No lo culpo, eres una mujer muy hermosa. Si serle clara no resulta, tal vez si le dieras su espacio prolongado le harías más fácil las cosas. Ojos que no ven, corazón que no siente.

Su consejo no me agradó para nada. No sé por qué, pero me sentí muy disgustada e irritada.

—¿Estás insinuando que debo desaparecer de su vista para que él pueda superar lo que pasó entre los dos? Él y yo tenemos un bebé juntos, no puedo ni quiero separarme de ninguno de los dos.

—¿Tienen?

Entiendo que se sienta celosa, en un momento dado, puede que también me haya sentido de esa forma, pero no por eso debe decir eso. No está pensando en que mi hijo me necesita.

«No necesito a nadie más en mi vida, tengo suficiente con mi hijo y contigo». Recordar sus palabras me causaron algo de rubor, sobre todo por lo sinceras que se escucharon. 

—Sí, tenemos.

Vala nos interrumpió con su incesable y escandaloso siseo. En lo que llevo de conocerla, es la primera vez que se comporta de esa manera tan insistente.

—Todo está bien, Vala.

—Perdóname, Stacy— suspiró resignada—. No quise que sonara así.

—En cierto modo te entiendo, después de todo, es mi culpa que hayas tenido que pasar por tanto y él te esté despreciando de esa forma tan horrible, pero no vuelvas a pedirme tal cosa, ¿sí?

—No volvera a ocurrir.

Redención [✓]Where stories live. Discover now