Amor mío

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Abrí los ojos lentamente, la claridad en la habitación me molestaba. Mi cuerpo se siente adolorido. Me encontraba recostada en el pecho de Ansel, algo que me costó creer.

—¿Cómo te sientes? No iba a despertarte porque sé que debes estar muy cansada.

No puede ser. Miré mi mano y acaricié mi mejilla desconcertada. ¿He regresado?

La mayoría de los recuerdos que vagaban por mi mente, no eran solo míos. Este cuerpo se siente muy débil para mí.

Ansel, mi gran amor, cuánto tiempo sin verte y tenerte así.

Descansé mi cabeza nuevamente en su pecho desnudo mientras lo acariciaba. Está aquí conmigo. No es una ilusión.

En el pasado, nunca me dedicaste una mirada tan dulce como ahora. Tampoco me abrazaste de esta manera tan cariñosa. ¿Cuán importante es esta mujer para ti?

—Me siento tan bien en tus brazos, mi amor.

Su mirada denotaba desconcierto, sorpresa y al mismo tiempo una pizca de algo más que no podía descifrar.

—¿Estás segura de que estás bien?

—¿Cómo no voy a estarlo? Estoy en los brazos de mi hombre—subí sobre él, acariciando esta vez con mis dos manos su torso.

—Hoy has despertado juguetona, a pesar de haber perdido el conocimiento anoche. ¿Acaso no quieres salir de la cama hoy?

—No, quiero tenerte y sentirte de nuevo—aunque este cuerpo tan inútil y débil probablemente no me lo permita.

El toque en la puerta nos interrumpió en el peor de los momentos. ¿Quién será el inoportuno?

—Ve a ducharte. Aun estamos a tiempo de llegar al instituto, pequeña— besó mis labios antes de levantarse de la cama.

—¿Stacy?— esa era la voz de Azazel al otro lado de la puerta. ¿Qué querrá?

No puedo dejar que me vea. Él es el menos que quiero que descubra que he regresado.

Observé mi cuerpo en el espejo. Sigue siendo tan intenso como lo recuerdo. Se aseguró de dejar sus huellas en cada parte de mi piel. Me siento tan dichosa y feliz. Ya no habrá nada que nos separe.

Cuando salí a la habitación, Ansel ya se encontraba bañado y vestido, mientras que yo aún permanecía en toalla. Alcancé a ver mi libro sobre la mesa de noche, algo que había pasado desapercibido por haber entrado al baño con prisa. Lo acaricié, sintiendo la energía que aún conservaba en su interior.

—Tú me perteneces—murmuré para mí misma.

Me trajo con él a la habitación donde dormía con esa mujer. Estos vestidos, estas prendas y estos zapatos… ¿Qué hacen aquí? ¿Por qué conserva todo esto? 

Fue una fuerte punzada en el pecho para mí descubrir todo esto. ¿Acaso todavía siente algo por ella? ¿Tanto podría ser lo que siente, que pretende que use sus pertenencias para tenerla presente todo el tiempo? ¿Será que en esta vida su recuerdo seguirá siendo un estorbo, una sombra que no me dejará en paz? No pienso darle el privilegio.

El vestido que elegí fue el más que se acentuaba a mi gusto por ser de color negro y poseer detalles dorados.

—¿Qué quería tu hermano?

—Te lo advierto. No te quiero cerca de él.

¿Ahora sí me celas de él? Como se nota que todo ha cambiado, pero en el fondo, me hace feliz saber que sientes algo por mí.

La mansión ha cambiado mucho con el paso del tiempo. Se ve más deteriorada. ¿Qué ha pasado aquí mientras no estuve? La familia no está completa, solo el inútil de su hermano y esa maldita que me debe tanto. La Sra. Khali Winchester Ludwing. Esa desgraciada que acabó conmigo en mi otra vida. La misma que me enterró viva. Tendré tiempo de sobra para vengarme de ella.

La manera en que me observaba Azazel no me agradaba en lo absoluto. Tenía el presentimiento de que mi secreto había sido descubierto por él. Y lo confirmé cuando Ansel me dejó en la entrada del salón y se marchó. Y es que él apareció de la nada, agarrándome el brazo y arrastrándome con él al pasillo. Ahora entiendo la razón por la cual se adelantó a nosotros cuando llegamos.

—¿Qué quieres, imbécil?

—Has regresado, amor mío.

Redención [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora