The Longest Promise (Mirror: Zhu Yan)

Capítulo 67 - Zhu Yan

¿Era porque era tan joven, habiendo vivido solo dieciocho años hasta ahora, que en realidad ignoraba por completo a este tiburón que ya había vivido más de diez veces más años que ella? Si esa persona frente a ella era el verdadero Yuan, ¿podría ser que todos sus recuerdos de la infancia, toda su adoración al crecer, en realidad habían sido traicionados a una sombra imaginaria?

De pie allí, aturdida, ¡ni siquiera tuvo tiempo de notar por un momento que el pasaje hacia el lago espejo se había cerrado con fuerza después de perder su apoyo!

¡En este momento, con el ejército rodeándolos, no había vuelta atrás para Yuan!

"¿Estás gravemente herido?" A Yuan no le importó eso, sus ojos estaban llenos de preocupación y la agarró por los hombros para ayudarla a levantarse, "¿Todavía puedes caminar?"

Su corazón se calentó y casi se echó a llorar, pisoteando con consternación, "Tú... ¿Por qué simplemente no te fuiste? ¡Esta vez vas a morir!"

"¿Qué hubiera sido de ti si me hubiera ido así?" Yuan sostenía la espada en su mano y echó un vistazo al ejército que se acercaba a él, protegiéndola detrás de él, "Hay miles de tropas aquí, si te dejan solo, nunca podrás escapar".

"..." Su corazón se aceleró y estaba a punto de dejar escapar algo cuando él la levantó y dijo con dureza: "¿Qué estás esperando? ¡Sígueme rápido!"

Yuan corrió a través del campo de batalla con ella, esquivando a izquierda y derecha, saltando repentinamente y decapitando a un primus en un carro que aceleraba delante de él, tirando de ella tan pronto como estuvo despejado, dándose la vuelta y agarrando las riendas.

Zhu Yan estaba un poco sorprendido: "¿Estás... planeando salir corriendo?"

"¿Qué más podríamos hacer entonces?" Yuan respondió con voz profunda: "No hay forma de regresar al área del lago espejo, ¡así que todo lo que podemos hacer es correr hacia adelante para escapar!"

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, el carro se precipitó hacia una formación de caballería que se aproximaba y siete u ocho lanzas brillantes acudieron con fuerza. "¡Sostén estos!" Yuan gritó severamente, arrojándole las riendas del caballo y sacando su espada larga de la vaina. Zhu Yan inconscientemente agarró las riendas, pero cuando consiguió el control del carruaje, los dos ya estaban pasando volando; en ese instante, una lluvia de sangre cayó sobre su cabeza, derramándose por toda su solapa.

La espada cruzó el suelo como un trueno y tres guerreros Primus cayeron de sus caballos, con la cabeza cortada. Yuan atravesó la formación enemiga y el carro salió disparado por la brecha. Zhu Yan se sentó en el asiento del conductor y la cabeza de un guerrero cayó justo en frente de su solapa, rociándola con sangre caliente por más de la mitad de su cuerpo.

Ella gritó de pánico y apartó la cabeza del hombre de sus rodillas, olvidando que todavía tenía las riendas en la mano. En un instante, el carro perdió el control y se desvió hacia una pared rota.

"¡¿Qué estás haciendo?!" Yuan saltó y le arrebató las riendas de las manos mientras gritaba con rigidez: "¡Mantén la calma!"