Capítulo 3

1.9K 114 14
                                    

Elliot despertó cerca de las seis y media de la mañana, cansado. Había dormido cerca de dos horas. Cuando abrió los ojos reconocía la habitación donde estaba, era la que estaba habilitada para su único hijo, Dickie, pero no recordaba por que motivo estaba ahí. Presto atención a su departamento normalmente silencioso ahora estaba con algo de ruido, aunque era muy sutil. Luego de unos segundos se recordó, Olivia estaba en su departamento.

Por lo general él dormía solo con ropa interior, y esta no era la excepción. Buscó su ropa al borde de la cama. No iba a salir así a la sala de estar, no con Olivia y una niña pequeña como público. Él sonrió para adentro al sentir vida en su departamento.

—Buenos días —saludo Elliot alegre.

Liv lo vio entrando en la sala de estar, vestido con la misma ropa con la que había estado el día anterior.

—Lo siento. ¿Te despertamos? —preguntó Liv incomoda, era aún temprano para que él fuera a trabajar.

—No, tranquila —aseguró, había despertado porque había tenido un sueño.

—Lo siento. Ella despierta muy temprano para comer —comentó. Hizo una seña hacía Emily que estaba con su biberón entre sus manos, concentrada viendo televisión, apoyada en un par de almohadas. Liv estaba tomando café—. Hice un poco de desayuno, ¿quieres? —preguntó, no quería parecer intrusa pero había sido un largo día ayer y estaba hambrienta.

—Eso sería genial —sonrió.

—¿Puedes verla un segundo? —preguntó Liv. Él asintió, quería poder observar a Emily.

—Por supuesto.

—¿Sigues tomando el café con dos de azúcar? —preguntó, sabiendo exactamente como su amigo lo tomaba.

—Dos de azúcar —confirmó, él tampoco había olvidado como lo tomaba ella—. Ella es tranquila —dijo, se había sentado casi diez minutos junto a la pequeña Emily. Ella casi no se había percatado de que mamá no estaba con ella.

Olivia movió la cabeza suavemente.

—Ella es tranquila cuando quiere serlo. A veces es un torbellino —miró a su hija.

—Tiene tus ojos —susurró, podría reconocer ese color y esa mirada en cualquier lugar.

—Afortunadamente —dijo casi ahogándose. Emily no había sacado nada de su padre, ni su cabello castaño claro, ni sus ojos verde esmeralda.

Elliot estaba muy tranquilo y el reloj casi marcaba las siete y media. Por la distancia estaba segura que iba a llegar tarde.

—¿A que hora entras a trabajar?

Él se levanto de la silla que habían ocupado cerca de media hora, tomando desayuno y conversando, por sobre todo de los niños de Elliot. Olivia había evitado el tema de Andrew y su vuelta a Nueva York.

—Voy a llamar a Cragen —contestó, ella había preguntado para cambiar a la bebé que aún estaba en pijama y salir rumbo a la búsqueda de hoteles.

—¿Puedo preguntar para qué? —dijo tímidamente.

—Voy a pedir el día Liv...

Era la primera vez que decía su apodo. El que él le había dado cuando entro en la unidad. Ella sonrió inconcientemente. Hace mucho tiempo que no lo escuchaba. En su trabajo no permitió que nadie la llamara por otro nombre, salvo Olivia, y a Andrew no le gustaba decirle Liv porque él sabía que era el nombre que Elliot le había dado años atrás.

—El... no es necesario —aseguró, a penas él saliera al trabajo iba a tomar a su hija rumbo a un hotel.

—Quiero que te quedes aquí —le dijo casi con inseguridad en su voz, no porque no quisiera que se quedaran, sino porque temía que ella dijera que no.

Renacer - BenslerWhere stories live. Discover now