Capítulo 7

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Olivia evitó hacer cualquier tipo de comentario a Maureen sobre lo que había dicho. No entendía porque le hizo el comentario. No tenía idea que tan mal había estado él durante el período de ausencia, tres años que para ella habían sido una eternidad y al parecer lo fue también para su mejor amigo.

—Me alegra tanto que estés aquí Liv —dijo la chica antes de separarse—. Te vas a quedar ¿cierto? —le preguntó mirándola fijamente a la cara.

—Si cariño, volví a Nueva York para quedarme.

—No entiendo porque papá no había querido contarnos —reclamó la chica.

—Bueno, él quería darles una sorpresa supongo.

—¿Quién es ella? —pregunto Maureen al ver a la niña en el sofá, rodeada por sus hermanos, que estaban actuando como locos para hacer reír a la niña. 

—Ella es mi hija.

—Oh, es hermosa. ¿Cómo se llama? —preguntó la chica haciendo el camino hasta el sofá para ver de más cerca de la bebé.

—Emily y tiene dos años y un mes —sonrió a su hija, ella estaba feliz.

Maureen pudo notar el parecido de Liv con su hija y simplemente le pareció hermosa.

—¿A qué hora almorzamos? —preguntó Dickie impacientemente, él estaba creciendo y pasaba la mayor parte del día con hambre.

—Falta un poco hombre, tienes que ser paciente —le advirtió su padre.

Olivia se había ofrecido para realizar el almuerzo, con el tiempo le había tomado un gusto a la cocina.

—Voy a ver cuánto falta, pero tienes que ser paciente —le reiteró Elliot dirigiéndose hacia la cocina.

Ella estaba organizando los platos para cada uno de ellos. Se sentía extraña y cómoda a la vez en torno a la familia de Elliot, y al parecer su hija también.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Elliot al verla moverse por su cocina, casi con propiedad.

—¿Puedes poner la mesa?

—Claro.

Elliot tomó los cubiertos, vasos y se fue a la sala de estar donde se encontraba la mesa y la ordeno para todos ellos.

—Ya está lista, puedes decirle a los chicos que se sienten —indico Liv llamando antes la atención de Elliot. 

Llevaba una banana en caso de que Emily quisiera. La niña había comido hace una hora más o menos, al despertar temprano. Liv siempre cuidaba de darle de comer a una hora prudente.

—¿Cariño quieres banana?—preguntó Liv a su hija que estaba a su lado, cómodamente sentada en su silla para comer, los ojos de la niña se agrandaron y sonrío feliz.

—¡Sí! —grito alegre para sorpresa de todos, la respuesta fue acompañada por aplausos. 

—Que puedo decirles, ella es una fanática de la banana —comentó Liv ante la sonrisa de todo el mundo—. Ella puede comer banana todo el día si yo lo permitiera —añadió proporcionando el fruto en un plato y lo puso junto con un tenedor infantil frente a la niña.

Durante el almuerzo conversaron animadamente. Olivia evitó referirse al motivo por el cual había vuelto a Nueva York. Los chicos estaban curiosos, pero Elliot les dio una advertencia al ver lo incomoda que ella estaba con el tema, por suerte los niños no insistieron más.

—¿Estás seguro que están todos cómodos? —preguntó Liv por tercera vez, había llegado la noche y Elliot había hecho los arreglos para distribuir como iban a dormir, la única diferencia era que él iba a dormir en la habitación con Dickie, la habitación de las chicas tenía un camarote y una cama.

Renacer - BenslerWhere stories live. Discover now