Capítulo 18

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Había pasado cerca de una semana desde que Elliot había dejado el departamento de Olivia. Ella nunca le había dicho por qué motivo lo había llamado, era extraño decirle que había tomado el móvil solo para decirle que lo extrañaba y que a última hora se había arrepentido. De igual manera no habían tenido mucho tiempo para hablar. A pesar de las mejores intenciones de Elliot y sus constantes intentos no pudo ir a verla en varios días, habían cogido un caso difícil que había requerido de todos ellos durante casi las veinticuatro horas del día. A veces solo le quedaba tiempo en la noche, y ella claramente estaba durmiendo o al menos eso era lo que él creía. Se habían llamado un par de veces pero la conversación era continuamente interrumpida por alguna información de última hora que Fin o Munch querían compartir con él, y por parte de Olivia era Emily que buscaba de su atención, por lo que durante las llamadas solo alcanzaban a cruzar un par de palabras y asegurarse que el otro estuvieran bien.

Elliot pasó el fin de semana en casa, con sus hijos. Había invitado a Olivia a pasar la tarde con ellos, a pesar de que ella estaba encantada con la idea optó por quedarse en casa. Él necesitaba ese momento con sus hijos, después de todo ella lo había prácticamente raptado de ellos durante una semana y el trabajo lo había envuelto por otra semana más. Definitivamente era el momento de Elliot con sus hijos. Él se había defraudado cuando ella le había dicho que estaba muy agradecida pero que en realidad prefería quedarse en casa. Sutilmente le pidió algún tipo de explicación. Ella sonriendo a través del teléfono le dijo que era tiempo de estar con sus hijos. Elliot a pesar de estar de acuerdo que tenía que pasar este tiempo con sus hijos no podía evitar extrañarla, de echo había sido así durante toda la semana, a pesar que solo había estado un par de días trabajando desde su regreso, se había acostumbrado a tenerla a su lado.

—Papá, ¿estás bien? —preguntó Maureen que llevaba un par de minutos tratando de llamar su atención.

—Si cariño, estoy bien. Sólo pensando.

—¿Sobre Olivia? —preguntó Maureen. Elliot arqueó una ceja y se preguntó si era tan transparente o qué.

—¿Qué? ¿Por qué crees que estoy pensando en Olivia? —preguntó alarmado, al parecer Maureen podía leer perfectamente su estado de ánimo.

—Sólo un presentimiento —contestó sonriendo maliciosamente—. Te estaba diciendo que los gemelos tienen hambre —le informó—. ¿Podemos pedir algo de comida? —los sábados por la noche por lo general tenían pizza y veían una película. Era el único día que Elliot les permitía estar hasta más tarde levantados, un acuerdo previo que había sostenido con Kathy.

—Claro cariño, lo que quieran —respondió, para sus finanzas siempre era mucho mejor cocinar algo pero trataba de darle en el gusto a sus hijos en lo que le fuera posible. Durante la semana Kathy no les permitía tener comida rápida ni siquiera a kilómetros.

—¿Pizza?

Elliot asintió.

—Claro cariño. Lo que tus hermanos y tu deseen.

Su mente claramente no estaba ni aquí ni ahora, sino que se rememoraba a cinco días atrás, en la puerta de Olivia, bajo el umbral, donde el suavemente la besó y que para su sorpresa ella no se había movido un centímetro lejos de él. Lamentablemente no habían podido tener una conversación fluida en días y el día que él quería tener una conversación ella había optado por no aceptar su ofrecimiento. Quería darle espacio, sabía que venía de algo complicado. Sabía lo que quería pero no estaba seguro si era lo mismo que ella quería, tampoco sabía si era el momento adecuado, como siempre ha sido entre ella y él, nunca nada fue fácil.

—¿Papá?

Elliot no se había percatado que Maureen no había salido de la cocina, por lo contrario estaba mirándolo fijamente.

Renacer - BenslerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora