Capítulo 30

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—¿Qué pasa papá? Me estas asustando —sacó la voz Kathleen, definitivamente no estaba muy feliz con la calma de su padre.

Él respiró hondo, miró a Olivia, dándole una sonrisa. Ella le dio de vuelta una reconfortante sonrisa, animándolo a seguir, en un inicio había querido participar en la conversación pero claramente era asunto de Elliot, y ella estaba de alguna manera respetando la forma como Elliot quería enfrentar el tema con sus hijos.

—Olivia y yo estamos juntos.

Elliot esperó pacientemente alguna reacción de parte de sus hijos, las palabras habían salido un par de minutos atrás, sin respuesta aún. Solo rogaba que sus hijos aceptaran su nueva situación, después de todo él era un hombre libre hace tiempo ya, y sentía que merecía rehacer su vida. Salió de la bruma de sus pensamientos cuando escucho a Emily.

—Mami —había dicho la pequeña llamando la atención de Liv, la bebé estaba cansada, tan emocionada como estaba por estar con los hijos de Elliot, había tenido un día de juegos y actividades con Teresa, su niñera, y ahora necesitaba dormir.

—Ven aquí bebé—estiró los brazos a su hija y la niña se acercó de inmediato a mamá. Se acomodó en sus brazos, luchando contra la bruma de sueño que tenía—. Duerme bebé —susurró y besó su frente, no ajena a lo que estaba pasando frente a ella. Los niños habían estado en silencio, incluso en su interacción con su hija.

Olivia le dio una mirada casi de disculpas, quizás si ella no hubiera estado presente habría sido más fácil, estaba segura de que los niños querían decirle cosas a su padre, pero como ella estaba presente no decían nada.

Elliot respiró hondo, dándole una nueva mirada a Olivia, su corazón se llenaba al verla con Emily en sus brazos, la niña profundamente dormida. La mirada siguió su camino, observando a cada uno de sus hijos, deteniendo la mirada en cada uno de ellos, luchando por saber lo que estaba pasando por sus mentes.

—Ustedes son mis hijos y quiero que estén al tanto de todo lo que me pasa, y en estos momentos estoy feliz —dijo con una gran sonrisa, tan enorme que Olivia solo podía mirarlo y sentirse bendecida por la fuerza de este hombre.

—¿Eres feliz? —Kathleen había preguntado desde su lugar en el sofá. Maureen por su parte había guardado silencio, ella sabía que algo estaba pasando con su padre, ya era una mujer, por lo que entendía las complicaciones de las relaciones, pero sabía que en la relación de Liv con su padre, había mucho amor.

—Si cariño, soy inmensamente feliz —no tenía problemas en asumir frente a sus hijos de que en ese momento en su vida sin duda era feliz, y que no había sido así por mucho tiempo, tres años.

—Entonces estoy bien con eso —sonrió por primera vez, a ella le encantaba Olivia, y la había extrañado durante su tiempo de ausencia, ahora que estaba de vuelta incluso su propia vida era mucho mejor—. Te mereces ser feliz... —miró a Olivia, que estaba visiblemente emocionada.

De todas las reacciones, la de Kathleen era la que más temía Olivia. Los gemelos aún eran niños, y sabía, debido al apoyo de Maureen en el cuidado de Emily cuando ellos salieron la primera vez que estaba de acuerdo con la relación.

—Ambos merecen ser felices —agregó Kathleen observando a Olivia, quien luchaba con la emoción de la situación y la incomodidad de su postura. Ella le dio una sonrisa de agradecimiento, ahora estaba mucho más tranquila, su corazón le decía que las cosas iban a salir bien, era su cabeza la que la hacía dudar—. Estoy feliz por ti y por Liv.

Kathleen era lo bastante madura para saber que su padre merecía volver a amar y ser feliz, como no lo había sido los últimos años de relación con su madre.

Renacer - BenslerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora