Capítulo 140

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—¡Esta abierto! —gritó Olivia a quien estaba llamando a la puerta, ella sabía quién era, o al menos eso creía. 

Terminaba de doblar la última polera de Elliot, ella odiaba y amaba hacer este tipo de cosas, un sentimiento encontrado, ya que ser ama de casa no era una de sus pasiones. Vio a su amiga abrir la puerta e ingresar a la sala principal.

—Ven aquí pequeño... —Casey levantó a Matías de la silla portátil donde Liv lo había dejado acostado minutos atrás, donde el pequeño por lo general duraba poco tiempo ya que siempre había alguien que lo quería tomar, cuando Elliot estaba en casa la silla pasaba vacía. Liv sonrió.

—Lo acabo de alimentar —dijo como advertencia para que Casey no lo moviera tanto.

—Dios Liv, esta tan lindo —le dio una mirada al bebé que tenía sus grande ojos azules abiertos, observando a su alrededor y al parecer tratando de reconocer este nuevo rostro.

—Gracias... —suspiró.

Casey se sentó en el sofá con Matías en su regazo. Liv había desaparecido de la sala con un cerro de ropa, que Casey asumió había estado ordenando.

—¿Y Emily? —preguntó Casey cuando Liv volvió a la habitación.

—Esta tomando su siesta —eran solo ellos tres, Elliot estaba en el trabajo—. ¿Quieres algo de beber?

—Agua estaría bien —respondió, ella había salido volando del despacho cuando había recibido la llamada de Olivia.

Liv desapareció nuevamente de la sala en dirección a la cocina y volvió minutos después con un vaso de agua y otro de jugo para ella.

—¿Qué pasa? —preguntó Casey sin rodeos—. Te oías preocupada al teléfono —añadió estaba preocupada por su amiga y por la mirada que Liv le dio sabía que algo había pasado, o estaba pasando.

—Matías ya tiene siete semanas...

Casey frunció el ceño, sin entender mucho.

—Liv... lo siento no enti...

—Después de que nace un bebé hay un período... bueno ya sabes —la interrumpió avergonzada, ella no esperaba que Casey entendiera pero necesitaba el consejo de una amiga, o por último alguien que la escuchara, las únicas chicas en su vida, eran las hijas de Elliot y por ningún motivo podía hablar de esto con ellas.

—¿La cuarentena? —preguntó sonriendo, ella podía no ser madre pero tenía amigas que lo eran, y de hecho era casi de conocimiento público lo que pasaba después de un parto y siempre se prestaba para bromas hacía el hombre.

—Sí... —susurró y miró a Matías que estaba despierto pero tranquilo en los brazos de Casey, era un buen chico. Suspiró agotada—. Ya ha pasado ese tiempo... y con Elliot... bueno nosotros no...

—Vamos Liv, él no sabe lo que estas hablando —dijo mirando al bebé, sabiendo que Liv se sentía incómoda hablando de esto con su hijo en la sala.

—Tienes razón... pero no me siento cómoda hablando de esto.

—Vamos Liv... me llamaste por algo.

—Elliot y yo no hemos hecho el amor desde que el bebé nació —dijo Liv, sintiéndose avergonzada por la declaración pero a la vez más aliviada de poder desahogarse.

—Sólo ha sido, ¿cuánto? ¿una semana?

Liv asintió.

—¿Estoy gorda? —preguntó Liv rápidamente.

—No... por supuesto que no.

—Mentirosa —se sentó junto a Casey en el sofá. Se inclinó hacía adelante y puso sus manos en la cabeza, respirando hondo.

Renacer - BenslerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora