Capítulo 34 (+18)

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Después de la segunda ronda de hacer el amor, ambos habían caído rendidos y agotados, se encontraban bajo las sabanas, cubriendo su desnudez. Olivia se había quedado dormida en el hombro de Elliot segundos después de que ambos llegaron al clímax, estaba sumamente cansada. Elliot por su parte, se había quedado dormido minutos más tardes, también el agotamiento se había puesto al día con él, había sido un día duro. Él se agitó en la cama, sintiendo el peso extra de la cabeza de ella, su mano estaba alrededor de los hombros de Liv. Se quedó quieto al notar que ella estaba dormida profundamente y sonrió al verla mucho más tranquila de lo que había sido durante todo el día, estaba feliz de que él pudo hacer algo para ayudarla a sentirse mejor.

—Hmmmm —se escuchó de los labios de Olivia, ella permanecía con los ojos cerrados. Elliot estaba seguro que ya se había despertado a pesar de que se había quedado muy quieto para que ella siguiera durmiendo—. ¿Qué hora es amor? —preguntó con un tono de sueño aún en su voz.

Elliot besó su cabello, que estaba ligeramente pegado a su frente por el sudor.

—Falta poco para las seis... —respondió observando el reloj que mantenía en su mesita de noche, habían salido temprano del precinto, y habían estado un par de horas amándose mutuamente.

—Oh... —contestó aún en la bruma del sueño y en la comodidad de los brazos de Elliot, sin querer moverse un centímetro, luego de unos segundos reaccionó, abriendo los ojos ampliamente—. El... Emily —sacudió su cabeza para pensar con claridad, Teresa se iba a ir en cualquier minuto—. Mierda... me olvidé de mi hija —dijo con culpa, Elliot claramente la había hecho perder incluso la hora. 

Buscó en la habitación por algo para ponerse, no teniendo éxito, así que se incorporó, quedando sentada. Se llevó con ella la sábana para cubrir su cuerpo desnudo, más por reflejo que por vergüenza, después de la intimidad que habían tenido hace un par de horas, ella no sentía vergüenza ante él.

—Mierda... mierda, soy una pésima madre —susurró. Elliot tenía dificultad para escucharla. Ella se levantó de la cama, cubriendo su cuerpo, la habitación estaba fría, pero su cuerpo aún estaba caliente del contacto con su novio—. Dios... olvidé a mi hija...

Elliot soltó una pequeña carcajada.

—No es graciosos Elliot. Me olvidé de mi hija... mientras nosotros estábamos... me olvidé de ella...

—Vuelve a la cama Olivia —usó su nombre completo para llamar su atención.

—El, no puedo. Teresa se va a ir en... —observó el reloj de la mesita de noche—, en menos de diez minutos. Me pidió expresamente que hoy llegara un poco antes, tenía que hacer algo urgentemente, no va a esperar... —buscó con la mirada sus bragas. Teresa se iba a ir en cualquier minutos, solo tenía que tener el tiempo suficiente para llegar a casa.

Elliot se levantó un poco, quedando en sus rodillas, sin necesidad de cubrir su cuerpo desnudo, y llego al antebrazo de Olivia, sin presionar muy fuerte.

—Ella está bien Liv. Antes de venir aquí busqué a alguien que se quedara con nuestra bebé. Ella está bien, tranquila —le dijo suavemente, era consciente que había sido un error burlarse de ella en su desesperación, pero se veía tan tierna cuando estaba disgustada—. Maureen esta con ella... la llamé cuando salimos del precinto —había querido darle la tranquilidad, pero había cometido el error de no habérselo dicho antes—. Ella está bien cuidada Liv.

Olivia asintió, su corazón se llenó de amor por ese hombre frente a ella, que no hacía nada más que amarla, a ella y a su hija. Las lágrimas inundaron su visión, había sido un día duro para ella, pero Elliot la había hecho olvidar, y ahora le demostraba que la amaba, como todos los días que habían estado juntos.

Renacer - BenslerWhere stories live. Discover now