«Renunciar a ser niños, renunciar a ser príncipes, y afrontar ser reyes a los veinte años no era fácil; y mucho menos si aún no resolvían sus problemas amorosos, ni protegían al mundo con sus poderes. La última y definitiva batalla se acercaba más r...
La madre de Jeongin le había dicho a Chan que su padre y hermano estaban cerca.
Chan no lo había entendido en ése entonces, pero ahora estaba más que claro.
— ¿Me . . . Me reconoces? — cuestionó el hombre mayor totalmente incrédulo.
Beomgyu alzó la mirada, encontrándose con la sonrisa pintando el rostro del rey Yang, del chico del cual sus padres le habían hablado tanto.
«— Tu hermano es un príncipe. Y no cualquier príncipe, es el heredero al trono del reino Yang.»
Por otro lado, el hecho de que tal vez Jeongin había encontrado a sus parientes de sangre no le hacía tan feliz a Jisung, puesto que . . . ¿cómo le diría a su pequeño amigo que esa misma persona lo había secuestrado cuando fue tan sólo un niño?
— Lo mejor es no decir nada. — se susurró a sí mismo con decisión, pensando que nadie le estaba prestando atención con tal espectáculo al frente.
Para su mala suerte, por alguna extraña razón Minho tenía la costumbre de mirarlo a cada rato.
— Es mi padre, ¿verdad? . . . Yo vi una foto suya de cuando era joven, pero . . . algo me dice que es usted. Es usted, ¿verdad? Es-
Pero Jeongin calló en cuanto el hombre se lanzó a abrazarlo con fuerza. El menor correspondió casi al instante, haciendo contacto visual con Beomgyu, quien también sonreía con tal escena.
— Estábamos volviendo a casa. A la casa donde naciste, hijo. — le susurró su padre sonriente. — Cuánto has crecido. — agregó totalmente orgulloso y sorprendido. — Tengo entendido que te casaste. Quisiera conocer a tu esposa y, hay muchas cosas que te quiero preguntar.
A decir verdad, Chan no confiaba en esas personas. Jeongin sonreía, sí, pero a pesar de que su felicidad era notable, el resto de sus amigos no se sentían muy motivados por conocer a ese señor y a ese chico. Más que todo porque Jisung aún no se veía del todo bien con la situación. Algo había pasado, algo había hecho esa persona, y ese algo no los dejaba confiar al cien por ciento en esos desconocidos.
— Kyū ōji, kyū ōkoku, a hitori de rekishi, a hitori de . . . — leyó Seungmin del papel que le había entregado Chaeryeong.
— Eso tenemos hasta el momento. — informó la castaña. Ella había escrito todo lo que habían conseguido del hechizo, pero estaba segura de que faltaba algo más.
— ¿No viste nada cuando Jeongin hizo su confesión? — interrogó Chan con los brazos cruzados.
Ya todos se encontraban dentro del palacio, en la oficina real del palacio Yang, mientras el rey de aquel lugar estaba en otra habitación junto con su padre y hermano, a los cuales invitó a quedarse a dormir en el castillo. Por otro lado, Jisung había decidido saltarse aquella reunión e ir a descansar a su dormitorio, siendo acompañado por Ryujin. Yuna y Lia también estaban en sus piezas, mientras Yeji aguardaba en la habitación que compartía con su esposo. Así que ahí sólo se encontraban Chan, Seungmin, Chaeryeong, Hyunjin, Félix, Changbin, Woojin y Minho.
— Sólo vino a mi cabeza una parte del hechizo, pero nada más que eso. Sé que es extraño, pero sé que falta algo más . . . No estoy segura de qué sea, sin embargo, creo que sólo necesito descansar. — trató de explicarse.
— Está bien, no te sobreexijas. — le indicó Woojin con tranquilidad. — A todos nos vendría bien no pensar en nada ésta noche.
Y aunque todos estaban de acuerdo, Chan no podría darse ése lujo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.