.•°•.|CXII. Enfrentramiento|.•°•.

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Al no poder dormir más en aquel lugar (por el hambre y el frío), decidieron volver al palacio al amanecer aún con una actitud positiva.

Se iban a enfrentar a los problemas. Era cierto, pero estaba bien, porque estaban juntos.

Era Jisung quien debía quedarse solo con sus padres y explicar el porqué de sus acciones, pero estaba bien, porque no estaba solo, porque había recuperado a Minho y porque tenía a sus amigos apoyando su decisión.

Después de asearse y despedirse de todos, junto con Ryujin se dirigieron al salón principal, en donde los esperaban sus padres.

Han soltó un suspiro antes de que las puertas se abrieran y recibió un apretón de mano de parte de la menor, quien le dedicó una sonrisa que lo llenó de valor.

"Es necesario aceptarte a ti mismo para ser feliz."

Sus padres nunca le habían mirado de esa forma. Con desaprobación. Con decepción.

"Sabías que sería así." Se dijo a sí mismo con franqueza.

— Sin ofender, pero pude haberlo esperado de la princesa Ryujin, pero no de ti, Jisung. — manifestó su padre con un sutil tono de enojo. — Es la primera vez que desobeces, así que será muy difícil conseguir nuestro perdón.

— Padre . . . — habló por primera vez el rubio. Toda la atención de los presentes se dirigió sólo a él. — No pediré perdón. Todo lo contrario . . . yo los perdono.

— ¿Qué? — cuestionó su madre con incredulidad.

— Pero, ¿¡qué barbaridad es ésta!? — exclamó el rey Shin, quien se había estado conteniendo hasta ese momento.

— ¡Han Jisung! ¡Deja de hablar tonterías!

— Yo soy el rey Han Jisung, padre. Deje de regañarme como si fuera un niño. — dijo el menor con firmeza, pero sin sonar agresivo, sin embargo, sus padres lo miraron ofendidos. — Los perdono por haberme obligado a ser infeliz.

— ¿Qué?

— ¡Suficiente! ¡No hay boda, no hay alianza, no hay nada! — gritó nuevamente el rey Shin. — ¡Conseguiré un rey verdaderamente digno para mi hija! ¡Estoy harto de esto!

— ¿Qué? ¿En serio volverá a hacerme esto? — interrogó ésta vez Ryujin con escepticismo. — ¡Padre! ¡Basta! ¡Déjeme ser la única gobernante de mi gente! ¡Quiero crecer por mi cuenta!

— Nos vamos ahora mismo. — declaró el hombre canoso como si Ryujin nunca hubiese hablado. Después de ello se retiró, siendo seguido inmediatamente por su esposa.

Han miró compungido a Ryujin, quien sólo negó un par de veces decaída y sin más se fue del lugar.

Jisung nuevamente miró a sus padres, quienes se habían quedado sin palabras después de lo acontecido. Todo había acabado, ya que ellos ya no tenían el poder de obligar a su hijo a casarse, porque el menor tenía razón; después de todo era el rey.

— ¿En serio ibas a ser tan infeliz con ella? — interrogó de repente su madre, a lo que Han asintió lentamente.

— Es mi amiga en realidad, pero no la amo, madre. — dudó en si debía contarles sobre Minho o no, pero decidió dejarlo para más adelante, ya que tampoco quería matar a sus padres de la impresión en un sólo día. — Sé que hicieron todo eso por mi bien y por el bien del reino. Querían elegir a la mujer que tendría a mis herederos y todo eso, pero mamá, papá . . . ese tipo de cosas no se puede elegir. Uno no puede elegir de quién enamorarse o con quién pasar el resto de su vida. Es injusto que sea así para la realeza, ¿no creen? . . . Así que, por favor, cambiemos eso.

S T R A Y : 𝒌𝒊𝒏𝒈𝒔 Where stories live. Discover now