Tiempo atrás, tiempo que no se cuenta, tiempo que no se menciona, sucedió el acontecimiento que dió inicio a la historia.
Esto se remonta a muchos años atrás, demostrando que incluso en otras generaciones se comentieron errores imperdonables.
Antiguamente, cuando una alianza entre el planeta mágico y el planeta tierra era impensable, y cualquiera que lo mencionara era tomado por loco; quienes se encontraban en la cima de la jerarquía social eran las brujas, las cuales poseían distintos poderes que variaban según su origen.
Éstas resguardaban el bienestar de todo ser viviente de su planeta, y luchaban intensamente ante los ideales egoístas de los hechiceros, quienes estaban un escalón más abajo de ellas, observando cómo la gente las amaba y respetaba, depositando su plena confianza en ésas mujeres.
Todo hubiera marchado bien en aquella época. Las brujas lucían una buena reputación, y nadie se atrevía a dudar de ellas. Fue así hasta que, una familia de hechiceros, de linaje puro y pretencioso comportamiento, sembró la semilla de la duda en los pueblos bajos.
"Ellas están usando la magia de nuestro planeta para su beneficio", "nos tienen hechizados, porque realmente no son buenas", "El bebé que hace brillar con una intensidad sobrenatural las estrellas cuando llora fue maldecido por la bruja reina", "desde que ese niño nació con la maldición, sólo ha habido caos en nuestro hogar", "no podemos permitir que hagan lo que quieran con nosotros", "no las dejemos avanzar más". Fueron los rumores que corrieron como el viento por todos lados, y en cada familia.
Las brujas comenzaron a ser atacadas.
Pronto la raza de brujas comenzó a disminuir. Las quemaban vivas. Las torturaban. Las perseguían. Y muchas de ellas recurrieron al suicidio, y aunque la familia real quiso intervenir, quiso salvarlas, protegerlas, nunca pudieron actuar como tal. Era imposible ir en contra de una opinión global que se había comido sus cerebros.
— Rosé . . . Mi pequeña hija, debes escuchar a mamá, ¿de acuerdo? — le susurró la mujer de cabello rojizo a la niña pelirroja.
— Mamá . . . — susurró temerosa la muchachita de cinco años.
Su madre tenía sus mejillas bañadas en lágrimas, y lo único que sabía Rosé, era que una gran cantidad de personas habían comenzado a golpear las inmensas puertas del palacio en donde había crecido. Cuando tuvo la corta oportunidad de mirar por la ventana, pudo ver que aquellas personas llevaban enormes antorchas en aquella gélida noche, y que entre ellos habían tipos de capa negra y larga, que ocultaban sus rostros con una capucha.
La pequeña temblaba de miedo, ya que los gritos e insultos que esos desconocidos lanzaban sin pudor la aterraban.
Las personas eran aterradoras.
— ¿Y la abuela, mamá? ¿Dónde está la abuela? — preguntó la pelirrojita comenzando a llorar.
Ambas estaban encerradas en la gigantesca habitación de la Bruja reina.
— La reina no podrá venir, Rosé. Ella . . .
— ¡Mamá! ¡Yo quiero ver a la abuela! — exclamó la pequeña entre sollozos. Su madre, estando de cuclillas, inmediatamente la abrazó.
— Lo sé, cariño, lo sé. — fue lo único que se le ocurrió decir. — La abuela nos va a proteger, ¿sí? . . . Ella es la reina, que no se te olvide.
— ¿Por qué nos quieren hacer daño, mamá? ¿Por qué? — interrogó la menor entre lágrimas, aún sin entender la maldad del hombre.
— Rosé . . . — ¿qué podría responderle? — Sólo escúchame, ¿sí?
YOU ARE READING
S T R A Y : 𝒌𝒊𝒏𝒈𝒔
Fanfiction«Renunciar a ser niños, renunciar a ser príncipes, y afrontar ser reyes a los veinte años no era fácil; y mucho menos si aún no resolvían sus problemas amorosos, ni protegían al mundo con sus poderes. La última y definitiva batalla se acercaba más r...
