«Renunciar a ser niños, renunciar a ser príncipes, y afrontar ser reyes a los veinte años no era fácil; y mucho menos si aún no resolvían sus problemas amorosos, ni protegían al mundo con sus poderes. La última y definitiva batalla se acercaba más r...
— ¿En serio dejará de ayudarme? — cuestionó Jinyoung con incredulidad. La bruja enarco una ceja.
— No es que le tenga miedo a las consecuencias. Sin embargo, tu hijo ya tiene sospechas muy fuertes de que hablamos, y el discípulo Jungkook será rey, por lo que tendrá el poder absoluto sobre el planeta, y por lo tanto . . . sobre mí. — manifestó Rose con tranquilidad. El hechicero aún no entendía.
— Tiene el mayor castigo de todos. ¿Qué puede ser peor? — interrogó entonces, pero lo único que recibió fue un suspiro desganado. — Hasta ahora me ha dicho dónde poner las trampas para los reyes de la tierra, y sé que puede seguir haciéndolo sin problema.
— De todas formas ellos no se darán por vencidos. — murmuró la bruja con convicción.
— Pero es lo único que puedo hacer para detener a mi hijo. Así que necesito su ayuda. Ahora mismo deben estar llegando al reino Seo, y yo-
— ¡Deje de intentar arreglarlo porque no sirve! — exclamó la mujer con exasperación. Jinyoung quedó atónito. — Recuerde que todo esto comenzó por usted y su noche de calentura. Si no hubiera estado con Jisoo, entonces SeokJin no hubiera matado a esos dos discípulos. JaeBum estaría viviendo una vida feliz junto a Hoseok y su familia. Yoongi podría haberse convertido en rey. Jackson hubiera logrado tener una cita con Namjoon. Mark no hubiera servido toda su vida a un rey vanidoso y pretencioso. Esos príncipes serían personas normales que viven su día a día sin preocupaciones externas. Jungkook hubiera nacido en otro momento y no se convertiría en el monstruo que es ahora. Y la alianza eterna entre el planeta de hechiceros y el planeta tierra no estaría a unos días de romperse para siempre.
— ¿Qué? . . . ¿Estás diciendo que . . . que es mi culpa? — interrogó el menor con ojos cristalinos y un nudo en la garganta. Bajó la mirada e intentó reprimir cualquier lágrima que quisiera salir. Nuevamente miró a la bruja y dijo — Si tenemos que culpar a alguien, sería a mi padre. O mejor, a todo el puto mundo.
— Oh, ¿en serio? — cuestionó la mayor con ironía.
— ¡Todo se fue a la mierda cuando el ser humano apareció en el universo! Además, tú has vivido cientos y cientos de años, y nunca te atreviste siquiera a evitar todo éste caos. Así que también eres culpable. — exclamó Jinyoung, al borde de las lágrimas.
Rosé sonrió con cierta burla.
— Es por esto que tu padre nunca quiso que seas rey. — comentó de repente. El menor se la quedó viendo herido. — Vives todo profundamente. Eres más humano que hechicero. Y todos sabemos que los seres humanos estropean todo.
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Felix estuvo a punto de retrodecer e irse de aquel lugar lo más antes posible, puesto que odiaba con todo su corazón lo que estaba viendo. Pero entonces observó cómo Changbin se alejaba de aquella muchacha con clara incredulidad. La miró por un par de segundos y luego lo vio a él, fijamente a los ojos.
