.•°•.|CXLVI. Desenterrando . . .|.•°•.

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En cuanto Jeongin le pidió a Chan, frente a todos, que lo ayudara en despedirse de su madre biológica, no pudo negarse, puesto que estaban rumbo a su última y definitiva misión, y probablemente después de ello sería muy difícil que tenga la oportunidad de ayudarlo. Era ese día o nunca.

Así que, cuando todos estuvieron de acuerdo, Bang propuso el siguiente plan: un grupo compuesto por Jeongin, Beomgyu, Seungmin, Félix y él, saldrían del palacio con dirección a la casa donde nació el rey Yang, y después de ello volverían por los demás inmediatamente, para así poder ir en busca del libro mágico. Mientras tanto, Hyunjin se quedaría cuidando a sus hermanas; Woojin cuidaría de Chaeryeong; Changbin sería el informante principal, por si algo pasaba, él debía ser el que llamaría a Chan; Minho, al ser uno de los más poderosos, tendría que cuidar el palacio, y Jisung había dicho que se sentía mal, por lo que aguardaría en su habitación como un fantasma, junto con Ryujin.

Después de ponerse de acuerdo, todos tomaron sus lugares en el plan apenas terminaron de desayunar.

No les tomó mucho llegar al lugar del nacimiento de Jeongin, ya que habían aceptado ser transportados en autos.

Yang debía admitir que se sentía triste por no haber podido despedirse de su padre, pero eso le había abierto los ojos; ese hombre no merecía su admiración, no como el hombre que lo adoptó sin dudar cuando nació y que se preocupaba sinceramente por él.

Los cinco ya se encontraban dentro de la habitación, y esperaron a que él esté listo para comenzar. Chan podía entender lo que sentía, puesto que había estado en su lugar cuando tuvo que darle el último adiós a su Nana. Felix no se quedaba atrás, a excepción de que él no había tenido el valor de despedirse directamente. Beomgyu también se sintió mal, porque ya habían pasado varios años desde que vió a su mamá. Seungmin era el único que, a pesar de querer entenderlos, no podría, ya que no podía imaginarse tal dolor. Eso le ayudaba a valorar más a su madre, quien intentó dar lo mejor de sí misma al criarlo.

En medio del silencio que mandaba entre todos, se logró escuchar el tarareo de uno de ellos, formando una melodía muy conocida para Jeongin, y curiosamente también para Chan.

Era Beomgyu quien, en medio de sus nervios, había empezado a tararear la canción que le había enseñado su madre cuando era pequeño. Una canción que había pasado de generación en generación en su familia, sin saber que Jeongin también la conocía.

— ¿De dónde conoces esa melodía? — cuestionó el rey Yang totalmente escéptico. — ¿De dónde la sacaste?

— De mamá. — respondió sin problema. — ¿Por qué, majestad?

— Yo . . . todo éste tiempo pensé que mi madre la había inventado . . . Pero creo que . . . que ella lo había escuchado de mi mamá biológica, y por eso me la cantaba. — de repente sintió un nudo en la garganta, indicando que las lágrimas se avecinaban de forma inevitable. Jeong fue directamente a abrazar a Beom, quien no supo qué hacer al respecto. — Somos hermanos de verdad, Beomgyu. Ya no estamos solos.

El menor estuvo a punto de decirle algo más, pero el rey Bang habló justo en ése momento.

— Tu madre está aquí, Innie. — murmuró mientras miraba a la joven mujer. — Está muy feliz porque conociste a tu hermano menor.

Jeongin rompió el abrazo con Beomgyu y dirigió su vista hacia Chan, quien miraba a un punto inexistente para él.

Había llegado el momento.

— Yo, antes de despedirme, quisiera preguntarle . . . ¿Le guarda rencor a mi padre, mamá? Por haberse ido a otro reino y no haber vuelto, además . . . — pensó bastante en lo siguiente que iba a decir, pero más grande era su duda, por lo que se decidió por no mirar a Beom en ése momento. — . . . además, por haber estado con tu hermana.

S T R A Y : 𝒌𝒊𝒏𝒈𝒔 Where stories live. Discover now