«Renunciar a ser niños, renunciar a ser príncipes, y afrontar ser reyes a los veinte años no era fácil; y mucho menos si aún no resolvían sus problemas amorosos, ni protegían al mundo con sus poderes. La última y definitiva batalla se acercaba más r...
Estuvo a punto de advertirle que una especie de bola con destellos oscuros se dirigía a él a gran velocidad, pero aquel hechizo lanzado por alguien que no pudo ver, alcanzó a Minho y lo hizo estrellarse a unos metros más allá.
Jisung quedó paralizado por lo impactante que había sido aquello, y en un intento de volver a adentrarse en el laberinto en busca de Minho, fue Ryujin quien lo sujetó con firmeza, deteniendo su paso y lo miró con incredulidad.
— ¿Piensas retroceder? ¿Aún cuando el monstruo está allá?
— ¿No harías lo mismo por Yeji? — cuestionó el mayor, conociendo la respuesta.
Shin aún así no soltó su brazo, sólo bajó la mirada, seguido de su cabeza. Se negaba a dejarlo ir. ¿Por qué sentía tanto miedo?
— ¿Volverás? — interrogó en voz baja. Han tocó su mano conmovido por su preocupación.
— Tengo poderes, ¿recuerdas? — restó importancia a la situación. — Sólo quédate aquí. Minho me necesita.
Y sin más se fue del lugar, corriendo por el pasillo que lo llevaría a otro y a otro más, hasta casi perderse por completo. Pero pese a saber eso, Ryujin sabía que Jisung se esforzaria incluso más que antes, porque estaba en busca de la persona que amaba.
Lo malo de quedarse sola era que estaba indefensa, y ¿cómo no estarlo? Si después de todo, aquel laberinto estaba lleno de magia de todo tipo.
— ¿Quién eres tú? — interrogó una voz desconocida. Ryujin alzó la mirada veloz.
— ¿Quién es usted? — le preguntó desconcertada al tipo de capa negra.
— Alguien con quien te arrepentirás el haberte cruzado. — le respondió él con una leve sonrisa de victoria.
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En cuanto notaron que ya no habían más monstruos que debían asesinar, supieron que era momento de moverse.
Hyunjin recibió el abrazo de Jeongin con una sonrisa, puesto que habían hecho un buen trabajo en equipo y en ese momento se encontraban más cansados que nunca por el gaste de energía. Después de unos segundos llegó Felix, quien los abrazó a ambos con una sonrisa enorme, luego llegaron Woojin y Chan, quienes los observaron entre cansados y aliviados.
— ¡Buen trabajo! — exclamó Lix tras separarse del par. — Aunque admito que fue aterrador al principio. Creo que el entrenamiento sirvió mucho en ésta ocasión.
— Estoy agotado. — comentó Yang mientras se estiraba.
Hyunjin se ahorró los comentarios, y sin esperar más se fue con dirección a Seungmin, quien se había estado dirigiendo hacia ellos con una sonrisa de labios.
Se le fue inevitable a ambos no apresurar el paso y abrazarse en cuanto tuvieron la oportunidad. Hwang rodeó con sus brazos la cintura del menor, y Seung sólo hizo todo lo posible para sentirlo más cerca. Ambos estaban cansados, pero tenían la suficiente fuerza para tener contacto profundo con el otro.
