«Renunciar a ser niños, renunciar a ser príncipes, y afrontar ser reyes a los veinte años no era fácil; y mucho menos si aún no resolvían sus problemas amorosos, ni protegían al mundo con sus poderes. La última y definitiva batalla se acercaba más r...
— Hitori de. — manifestó Chaeryeong con seguridad y entonces el siguiente color se encendió entre los demás, uno que cegó su vista por lo brillante que era. — El rey Lix es color blanco. Su reino es el siguiente reino que visitaremos, y su lugar especial es una biblioteca.
Felix intentó sonreír en cuanto Woojin le dedicó una sonrisa. No podía evitar pensar en lo emocionado que hubiera estado si Changbin estuviese ahí, estando a unos días de visitar su hogar como él también lo hizo con él.
Después de un rato todos decidieron volver al palacio. En medio de su caminata Chan se acercó a Hyunjin y le susurró en su oído:
— ¿Sabes dónde puede estar Jeongin?
— ¿Qué? ¿Lo perdiste? — interrogó divertido, pero el mayor le disparó una mirada seria. — Bueno, no hay muchos lugares que conozca aquí, así que de seguro está en su habitación.
— Eso es inteligente de tu parte. — admitió el líder satisfecho con la respuesta.
— ¿Cuándo no he sido inteligente? — cuestionó pretencioso. Bang sonrió de forma burlona.
— Serás un completo idiota hasta que no te reconcilies con Seungmin. — y dicho esto se adelantó, llegando al lado de Jisung.
Hyunjin se lo quedó viendo por unos segundos mientras seguía caminando. En cuanto oyó una risa femenina, no pudo evitar voltear su cuerpo por inercia y disminuir su ritmo, encontrándose cara a cara con Chaeryeong, quien caminaba al lado de Seungmin. La sonrisa de ambos rostros se esfumó lentamente, y la incomodidad no demoró en surgir. Hwang se giró rápidamente y continuó caminando, fingiendo que todo estaba bien, fingiendo que no estaba ni un poco celoso.
¿Por qué sentirse mal? Sólo era el chico que amaba haciendo reír a la chica que alguna vez estuvo enamorada de él. No tenía por qué. "Nótese el sarcasmo."
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Vio cómo su amigo se arrodillaba lentamente hasta quedarse ahí, estático en el piso de su habitación. Jeongin, quien aún no sabía qué pensar respecto a la repentina noticia del casamiento de Han, se puso de cuclillas frente a su amigo y tocó su hombro con delicadeza. En cuanto el contacto se realizó, lo primero que escuchó fue un sollozo de parte del mayor, quien había estado con la cabeza gacha hasta ese entonces, pero que en ese momento lo miraba con las mejillas llenas de lágrimas y los ojos cristalinos.
Era una imagen difícil de ver.
Ni siquiera cuando perdió sus poderes lo había visto tan destrozado como en ese instante.
— Él se casará, Innie . . . Me dejará por alguien mejor . . .
— ¿Qué? No, claro que no es alguien mejor, Minho. Tú eres una persona increíble. — indicó el menor con la intención de no dejar que su amigo caiga más bajo.
Minho se acomodó en el piso y se sentó en una mejor posición, siendo inmediatamente seguido por el menor. Lee suspiró mientras secaba sus mejillas con el torso de su mano. Tenía la mirada perdida y vacía; la cabeza en otro lado y el corazón en mil pedazos. Jeongin sabía por lo que estaba pasando, lo entendía a la perfección.
