.•°|LXVIII. Nueve|°•.

873 193 78
                                        

— ¿Ya llegó la ayuda al sector F? — interrogó Changbin mientras caminaba por el pasillo, siendo perseguido por su secretario y dos guardias de seguridad.

— Sí, majestad.

— ¿Y la docena de doctores al sector B? — cuestionó entonces y el secretario asintió.

— También, majestad.

— ¿El consejo real está completo en la sala? — preguntó apresurado.

— Sí, majestad.

— De acuerdo. ¿Qué había para las tres de la tarde?

— Once ciudadanos han hecho llegar sus peticiones con urgencia, alteza. — respondió el mayor con tranquilidad.

— Está bien. — contestó el peli gris mientras detenía su paso frente a unas inmensas puertas. — ¿Alguna otra cosa que deba saber?

— Bueno, majestad, ha recibido más aceptación estos últimos días de parte del reino. — informó con alegría el secretario; Seo reprimió una pequeña sonrisa de satisfacción. — Y además, los re-

Pero fue interrumpido de pronto por el abrir de las puertas y la anunciación de su presencia en el lugar. Ya era hora de entrar a su reunión, por lo que el rey lo dejó para después y se adentró sin más.

Pasaron unas horas cuando pudo salir después de tomar varias decisiones que podrían beneficiar o afectar a su reino de distintas formas. Llegó al salón real y pidió estar solo mientras llegaba la hora en la que debía atender las peticiones de algunos ciudadanos. Pero antes de poder llegar a las escaleras que lo llevarían a su trono, escuchó la voz de alguien en el lugar.

— ¿Así que querías estar solo? — interrogó la fémina con una sonrisa. Chang resopló.

— ¿Qué haces aquí? Quería descansar. — comentó sin ser frío o cortante.

— Lo sé, pero ésta vez vine a hablar de algo serio, majestad. — manifestó la rubia mientras se acercaba. — Mis padres y hermano no están nada contentos con que estés recibiendo tanta aceptación de la población.

— Ya soy rey, JiWon. Es hora de que se rindan . . .

— Sólo un error. — dijo la menor con seriedad. — Están esperando a que cometas tan sólo un error y actuarán, pero sabes cómo evitar eso.

— No me casaré contigo, JiWon. — soltó el mayor con dolorosa sinceridad. — No eres tú . . . Es sólo que . . .

— ¿Quieres esperar a enamorarte para poder por fin casarte? — cuestionó ella incrédula. — No seas ingenuo, Changbin.

— No me hables informalmente-

— ¿Desde cuándo te importa? — interrogó ella indignada. — No seas ambicioso. No puedes obtener todo en ésta vida. Tienes el trono, tienes el poder absoluto de todo el lugar, tienes a personas que te apoyan y quieren, pero aún así, ¿también deseas obtener el amor?

— JiWon.

— ¿¡Qué!?

Y entonces las puertas del salón se abrieron de golpe, causando que ambos volteen por inercia para ver de quién se trataba, encontrándose con personas que pensó que no volvería a ver en mucho tiempo.

Chan, Woojin, Jeongin y Hyunjin lo observaban con una enorme sonrisa pintada en sus labios.

— ¿Esa es tu forma de darle la bienvenida a tus amigos? ¿Haciéndolos esperar? — cuestionó Chan con fingida indignación.

Changbin los observó acercarse, totalmente incrédulo por lo que estaba pasando. Jiwon hizo una reverencia de noventa grados, para luego retirarse del lugar con pasos apresurados. Seo fue inmediatamente a abrazar a cada uno de sus amigos, pero sintiendo con claridad la ausencia de algunos en el equipo.

— Aquí no hay nueve personas, pero por alguna razón me siento muy feliz. — manifestó Bin con una sonrisa.

Y tras unos comentarios y conversaciones amenas, de repente el líder se puso serio y decidió comenzar a hablar en cuánto Changbin preguntó por la razón de su visita.

— Estoy reuniendo al equipo, Binnie. — respondió, observando detalladamente su expresión. — Aún no ha terminado.

— ¿Qué? . . . No, para mí sí ha terminado.

— Changbin, sé sobre el sueño que tuviste en nuestro cumpleaños y del ataque a tu reino. — manifestó Bang con convicción. — Sabes que aún no ha terminado.

— Yo . . . no puedo dejar a mi reino, Chan. Tengo mucho por hacer y-

— Todos hemos dejado atrás a nuestra gente para salvar al mundo. — habló Hyunjin de repente, pero Seo negó.

— No lo entienden. Yo no tengo a quién dejarle mi cargo, no como ustedes . . . Yo . . .

— Alteza, los ciudadanos han llegado. — anunció una voz con tono alto. Chang miró a su secretario y luego vio a sus compañeros con muecas muy diferentes a las que habían tenido al llegar.

— Te vamos a esperar. — murmuró Chan tranquilamente y el peli gris asintió.

Todos los reyes, a excepción de Seo, salieron del lugar y esperaron por el peli gris. Pasaron unas cuantas horas cuando la reunión había acabado y Chan decidió entrar solo al lugar. Changbin estaba sentado en las escaleras, con un semblante pensativo y un estrés notable. Bang se sentó a su lado y suspiró.

— No quise preguntarte esto cuando lo vi, pero, ¿quién era esa muchacha? Ambos estaban conversando solos en éste lugar. — dijo el líder interesado en el tema.

— No es lo que crees. — murmuró Bin sin mirarlo. — Es sólo una amiga.

— ¿Hablaban de algo importante?

— Chan . . .

— Aún amas a Felix, ¿no es así? — intentó cambiar de tema y observó a su amigo asentir, y una pequeña sonrisa de labios se asomó de repente.

— Es la única persona a quien amaré por el resto de mi vida, y aunque sea romántico . . . También es triste. — admitió desanimado. — Mi amor por él no ha cambiado, pero mi vida sí. No puedo dejar a mi reino sin un rey, Chan.

— Siempre hay alguien en quien puedas confiar para una tarea tan importante. — habló el mayor con convicción.

«Sólo un error» recordó las palabras de JiWon y se estremeció. Su trono estaba en peligro, pero sabía que el mundo también. ¿Qué era más importante?

— No lo sé . . .

— El siguiente reino al que iremos será el de Felix. — manifestó Chan mientras fruncia los labios. — Sólo digo que sería triste decirle que no nos acompañarás en éste viaje.

— Chan . . .

— Se sentirá decepcionado de no poder verte. — continuó el más alto.

Changbin suspiró frustrado.

— Está bien, puedo dejarle mi puesto al canciller. — murmuró el peli gris pensativo. — Sólo serán unos días, ¿no es así?

— Claro que sí. — respondió Bang con una sonrisita. Pasó su brazo por los anchos hombros del menor y lo apego a él de forma cariñosa. — Wow, ¿has estado haciendo ejercicio?

El menor asintió y ambos rieron levemente como en los viejos tiempos.

Al día siguiente todos partieron al reino Lix, en busca de alguien que siempre llevaba una temperatura fría, pero que tenía el corazón cálido.

Pronto serían nueve, y eso ponía a todos aún muy ansiosos, pero emocionados al mismo tiempo.

Todo iba aparentemente bien.

S T R A Y : 𝒌𝒊𝒏𝒈𝒔 Where stories live. Discover now