Capítulo 135

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Exposición planificada

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Su cuerpo temblaba, pero apretó los dientes y no llegó a gritar de dolor.

— Iré a traerte un poco de aceite medicinal. — Dijo el doctor Liu, quien tiene todo tipo de medicinas.

— No se moleste, mañana estaré mejor.

La habilidad del cuerpo de Shen Ruo para recuperarse es muy fuerte. Además, siempre habrán golpes y magulladuras en la vida, y su piel es blanda, por lo que es fácil que se magullara cuando se tocaba con fuerza, así que parecía muy grave.

En realidad no era tan grave, pero no hicieron caso a las palabras de Shen Ruo.

Gu Yun le dijo al doctor Liu:

— Por favor.

El doctor Liu hizo un gesto con la mano y le dio la medicina.

Shen Ruo no es desagradecido, y recordará todo lo bueno que han hecho por él.

Gu Yun tomó la medicina.

Sostuvo el brazo de Shen Ruo, y con la palma de su mano, delgada y húmeda, frotó durante mucho tiempo.

Los moratones deben frotarse con fuerza después de aplicar el aceite medicinal, hasta que este caliente, y la sangre molida se disperse. Shen Ruo tiene miedo al dolor, así que hubiera preferido curarse sin medicación.

Pero frotar el moratón sin duda lo curaría más rápido.

Tras salir del centro médico, los dos fueron a una posada y pidieron dos habitaciones, con la intención de quedarse en la ciudad.

Shen Ruo y Gu Yun sabían en sus corazones que esta noche estaba destinada a ser una noche de insomnio.

Burdel Yihong.

La puerta de la habitación más interior del segundo piso se abrió, y varios hombres vestidos de negro entraron con un bulto en sus brazos.

Dentro había mucha gente, sin la parte superior de sus ropas, sentadas en la cama. Eran unas cuantas nodrizas, cada una con un niño en sus brazos, sus rostros estaban llenos de pánico y algunas lloraban.

Los bebés no entendían lo que estaba pasando, y dejaron de llorar cuando tuvieron leche para beber.

— ¡Cualquiera que se atreva a llorar y hacer ruido será asesinado! — Dijo ferozmente un hombre de rostro áspero.

Aquellas nodrizas se estremecieron ante sus palabras, sin atreverse a llorar más, e incluso sus engatusamientos y palmaditas para calmar a los bebés fueron muy silenciosos.

Como las nodrizas y los bebés son muy débiles, éstas personas no tenían nada de qué preocuparse y hablaban entre ellos.

— Jefe, aquí hay diecinueve bebés, falta uno.

El hombre de la túnica negra, a quién le llamaban "jefe", se sentó frente a una mesa, señaló con el dedo sobre esta y dijo:

— Je, cuando se reúnan los veinte, nos moveremos para enviarlos a la capital.

— Sí. Pero... Escuché que el magistrado ordenó a la ley marcial que estuviera vigilando, me temo que no es buena idea salir en estos días.

Una voz, apenada, dijo:

— Siempre hay una salida.

— ¡Sí, sí, sí, siempre hay una salida! — Dijo de inmediato el hombre, temeroso de que la persona que tenía enfrente pensara que era un inútil y lo matara en el acto. Ya lo había presenciado antes.

CDGDZQYZZ [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora