Capítulo 3: Esa historia tan larga

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Esa historia tan larga comenzó un día hace treinta y dos años, en aquel mundo tan lejano a la Tierra. En todos los reinos se festeja una fecha única: El nacimiento de una princesa de nombre Amars, hija de los reyes del reino Noctis. Desde el día que vio por primera vez el mundo, se supo que le aguardaba un destino importante, lleno de glorias. Era hermosa y de ella manaba el poder.

Pero existía una maldición, un dote de nacimiento incurable y peligroso. Una oscuridad inmensa, que solo se manifestó en ella luego de cumplir los dieciocho años.

Hasta esta fatídica fecha, la princesa era admirada por su belleza y nobleza. Nadie pudo hacer más por su gente que ella. Su valentía la llevó a enfrentar peligros innombrables por proteger a otros, su dulzura y abnegación la hicieron sobresalir por sobre todos. Excepto por su hermano.

Arcos era el mayor de los príncipes, quien gobernaría Noctis en el futuro, o bueno, eso creía él. El tiempo probaría que ningún destino es incambiable.

La pequeña Amars tenía una amiga de su misma edad, Serna, la princesa del reino del Sol, quien se hallaba en su misma situación: tenía un hermano mayor que gobernaría al crecer. Amars escuchaba a su amiga quejarse cuando ambos discutían, pero no compartía en absoluto su manera de pensar pues, años después, Prolico, el hermano de su mejor amiga sería de quien se enamoraría.

Un amor tan fuerte como la misma Amars, que ambos compartieron muchos años, siendo envidia del mundo entero. Una vida intachablemente perfecta. Hasta, como ya dije, el cumpleaños 18 de la princesa.

Esta fecha tan importante fue opacada con otro festejo que la cubrió hasta quitarle toda importancia: La boda de Arcos. A partir de entonces, las cosas comenzaron a ir de mal en peor.

Amars discutió con su padre. Una discusión potente, que retumbó en las paredes de todo el castillo. Fue entonces cuando lo sintió por primera vez. Un impulso destructivo, grandes ansias de poder colmaron su mente y el color de sus ojos se tiñó del tono más puro de negro. Guiada por tal sensación se escabulló hasta la biblioteca de su padre y leyó por primera vez un hechizo de magia negra. Amó con cada célula de su cuerpo aquella sensación de poder y al final fue incapaz de detenerse.

Nadie nunca pudo predecir lo que pasó esa noche.

Al amanecer lo único que quedaba en el castillo era sangre. Los cuerpos sin vida de sus padres y su hermano quedaron en un estado imposible de carbonización. El asesinato pretendía ir a más y acabar también con las dos hijas de su hermano, pero las pequeñas fueron salvadas de milagro por la reina del Sol, madre de Serna, llamada Jansea.

Jansea, el ser más poderoso que jamás haya pisado el mundo de Porren, fue derrotada por el poder de Amars, consiguiendo escapar con las dos niñas muy herida.

La furia que llevó a Amars a dar muerte a su propia familia desapareció apenas la magia negra abandonó su cuerpo. Desesperada, la joven princesa huyó a un sitio alejado de Porren donde podría esconderse. El reino Nox, un sitio que, gracias a otra historia muy larga, estaba impregnado con tanta oscuridad que era casi imposible poder descubrir a alguien que se halle escondido allí por medio de la magia blanca.

Esa oscuridad fue la que acabó por poseer a Amars por completo. El sentimiento de rabia volvió, pero esta vez ella no quiso detenerlo, sino que aprendió a dominarlo. Sola en la oscuridad, se volvió capaz de aquello que cualquiera hubiera creído imposible y encontró la forma de unir la magia negra con la magia blanca. Tan solo poder corrió por sus venas, se transformó en el ser más poderoso de todos y a partir de ahí nada fue capaz de detenerla.

La guerra comenzó siendo ella el único enemigo y la destrucción que causó fue más de la que mil ejércitos hubieran logrado. Demasiados intentos de defensa y ataque terminaron fallando. Nada la detenía. Solo una persona fue capaz de un plan mejor, uno que si podía dar resultado. Prolico recorrió el reino oscuro hasta dar con su novia y solo la miró de frente. Aún era la misma chica que él tanto amaba.

¿Qué pasó? ¿Él la convenció de volver a ser la de antes? ¿Ella lo fulminó con un rayo de fuego? No. Él se quedó con ella para siempre y ambos destruyeron juntos el mundo.

La Guerra se volvió mil veces más intensa, los reinos se venían abajo, los soldados morían sin razón, sin acercarse siquiera a Amars. Fue tal la desesperación que, en estos años de guerra, los reyes de cada reino enviaron a sus hijos a un planeta en el que estarían seguros: La Tierra. Siete niños de nombres: Lucía, Clara, Susan, Cindie, Mariano, Carlos y Carmín. Vivirían lejos del peligro hasta que todo hubiera acabado.

El último ataque de Amars fue especial, en él descargó toda su magia. Destruyó con un solo hechizo todo el reino del sol dejando en su lugar tan solo agua y tierra quemada. No más vida, no más castillo, no dejó nada.

Esa fue la gota que derramó el vaso y esa misma noche la batalla final comenzó. Uno contra uno. Amars y la reina Jansea quien ahora era la única sobreviviente del reino del sol se enfrentaron en una última batalla. Jansea agotó cada gota de su poder en un hechizo y al final no quedó nada de ninguna de las dos. Amars desapareció para siempre y la reina del sol quedó destinada a vivir eternamente, con su energía vital ligada a una gema color amarillo intenso.

Así terminó la devastadora Guerra Blanca. Un mundo destruido y desesperado. Sucumbido en la muerte y la necesidad. Diez años después de acabada la guerra, todo parecía haber recuperado su antiguo brillo, hacía falta tan solo el regreso de los siete príncipes a Porren. Una fecha que pondría fin a los recuerdos de Amars para siempre. Algo que había que celebrar.

Así es como debe ser. Este problema comienza y termina con una fiesta.

IncontrolableWhere stories live. Discover now