Capítulo 107: Regresarán al amanecer

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A ese grupo de huellas se unían otras, no mucho más adelante, probando que Susan y Lucía no estaban solas en aquella extraña huida.

Era un camino desorganizado pero claro hacia la playa. Victoria lo siguió a tientas, con los pies descalzos sobre la arena cubierta de hojas y envuelta en una densa arboleda.

Una leve brisa alzó su cabello, y removió los árboles que la rodeaban. Era una noche anormalmente fría para aquella época. Incluso antes de alcanzar la playa, el viento le dejó ver entre las hojas el extraño ritual que se daba en ella.

Allí estaban todos, no solo Susan y Lucía, el resto de príncipes de Porren se hallaban de pie sobre la arena, formando una imperfecta ronda.

Victoria se lanzó a ellos corriendo con agilidad. No podía evitar sentir que no era la primera vez que se encontraba en una situación similar: todos ellos en un extraño círculo, rodeados de mágica luz que los transportaría a Porren sin ella.

—¡Chicos! —llamó, confundida—. ¿Qué hacen aquí? ¿Qué está pasando?

La sorpresa brilló en los ojos del grupo al verla, probando que para nada esperaban su presencia ahí.

De inmediato, Lucía rompió la formación para lanzarse a abrazar a su amiga.

—De veras no quería irme sin despedirme —musitó, con los brazos sujetos con fuerza en torno a ella—. Sabía que no era lo correcto. ¿Nos escuchaste salir? ¿Luna y Ana? ¿Alguien más...?

—Solo desperté y no estaban. Me preocupé mucho, ¿qué hacen aquí en mitad de la noche? ¿Sucedió algo? ¿Hay noticias de...?

El nombre de Amars tembló levemente en sus labios. Le invadió un repentino terror ante la idea de pronunciarlo.

—Marizan nos prohibió darte información —respondió Cindie, avanzando varios pasos hacia Victoria, con aire desafiante— Iremos a Porren. Tú no. Fin de la historia.

La humana estaba cansada. Tenía frío. El viento agitaba su cabello.

—No lo entiendo —la voz de la chica fue apenas un susurro— No entiendo...

Esa brisa, tan leve que apenas refrescaba sus mejillas, se arremolinó alrededor de ella. Giros rápidos y violentos que alzaron la arena en torno a sus pies en un torbellino. Por un segundo, ella apretó sus puños buscando las palabras, y su cabello pareció levitar a los lados de su rostro.

—¿Qué creen? —gruñó— ¿Qué no puedo pelear con ustedes? ¿Qué no puedo defenderme? ¡¿O acaso que los pondré en peligro?!

—Prolico planea un ataque sobre el palacio de Noctis —se apresuró a responder Mariano, para tranquilizar a su amiga— Marizan no nos dio muchos detalles. Al parecer los reyes planean mudar la esfera de la luna al reino Sol, necesitan todos los refuerzos posibles. Esta podría ser la última noche. Si consiguen ganar a Prolico en su propio juego, si le capturan, el peligro habrá acabado para siempre.

La briza se detuvo. La arena bajó. El cabello de la chica recobró su aspecto normal.

—He estado aprendiendo mucho —dijo ella—. Realmente creo que podría llegar a controlar este poder. Si es necesario, puedo ser un arma contra Prolico. Casi le he vencido una vez...

—No es tan simple, Vick —interfirió Susan, con delicadeza— Si el plan de los reyes llega a fallar y Prolico alcanza la esfera de la luna, tú serás lo único que lo separará de regresar a Amars a la vida. Marizan nos aseguró que Prolico no tiene poder aquí, no puede rastrearte mientras estés en la Tierra. Si sumamos eso y que estamos a kilómetros de casa: No te encontrará jamás. Eso es lo importante, que te mantengas a salvo hasta que todo haya acabado. Todo estará bien, ¿vale, Vick?. Regresaremos al amanecer. Nadie notará siquiera que nos fuimos.

—Pero... quiero ayudar. Puedo ayudar.

—Lo sé. Y Marizan también lo sabe. Pero créeme que si está haciendo esto es por una buena razón. Lo mejor para todos es que permanezcas a salvo.

Susan envolvió a su mejor amiga en el mismo suave abrazo que Lucia le había obsequiado antes que ella. Aún tenía pesadillas en las que una Vick herida y desangrándose en alguna playa de Noctis le atormentaba; no podía evitar sentir que se lo debía todo.

También Mariano se unió al abrazo, en forma de tranquilizadora despedida.

—Estaremos de regreso al amanecer —repitió, como buscando recalcarlo. Buscando creerlo.

Victoria se vio obligada a asentir. Le llenaba de rabia la idea de que le prohibieran pelear, mas, en lo profundo de sus ser, lo entendía. Marizan siempre había hecho todo por cuidarlos, no había motivos para que en aquella ocasión fuera distinto.

Ella regresó el abrazo y deseó suerte a todos sus amigos.

Regresarán al amanecer, se repitió a si misma, a la vez que dio hacia atrás varios pasos. Se limitó a observar como los príncipes formaban de nuevo una pequeña ronda sobre la arena. Vio como una brillante luz blanca aparecía justo en el centro de esta.

Cada vez más y más brillante. Lo suficiente para cubrir a cada uno de los príncipes.

Y luego nada.

Para cuando la luz hubo desaparecido también lo hicieron ellos. Victoria volvió a hallarse sola, confundida y a oscuras.

—Regresarán al amanecer —dijo en voz alta, para sí misma.

Aún faltaba bastante para eso.

Victoria se recostó sobre la arena, con el rosto vuelto hacia las estrellas. Suspiró. Resultaba aterrador y a la vez agradable imaginar que aquel era el mismo cielo que sus amigos verían en Porren al caer la noche.

IncontrolableWhere stories live. Discover now