Capítulo 112: Cansada de temer

35 3 0
                                    

Una de las cosas más maravillosas que Victoria se había cruzado en su viaje a través de Porren era la luna que adornaba las noches de Noctis. Iluminaba tanto que incluso traspasaba las zonas más tupidas del bosque con su luz blanca. 

Era una vista agradable y, dadas las circunstancias, no había mucho más a lo que dedicar el tiempo por allí. Sus amigos no aparecían, Nicko no daba señal alguna de estar a salvo y la reina Marizan, además de negarse a escucharla, le tenía plenamente prohibido alejarse de la seguridad del palacio. 

La humana bostezó profundamente. Había dormido muy pocas horas esa noche. Estaba sola en un cuarto cubierto de ventanales, silencioso y apacible... 

Sus ojos comenzaron a nublarse por el cansancio. A medida que entrecerraba los ojos el mundo a su al rededor iba tornándose más y más oscuro. Pero aquel no era momento para dejarse llevar por su sueño. Parpadeó varias veces, buscando espantar esas ideas de su cabeza. 

Pero la oscuridad no se fue. 

La oscuridad no estaba en sus párpados. No eran sus ojos cerrándose. 

Esa brillante luz que cubría Noctis se había tornado más opaca y grisácea, de una forma tan progresiva que Victoria siquiera lo había notado. 

Un rápido frío recorrió su cuerpo en un segundo, cambiando todo su sueño por miedo. Se acercó a la ventana, lo suficiente para que su respiración empañara el cristal y sus mejillas se enfriaran por el frío que llegaba del exterior. 

Volvió su mirada al cielo y, de inmediato, notó aquello que se había llevado la luz. Al principio pensó que eran nubes de tormenta. Pero tenían una extraña forma de moverse, ir y venir con el viento y eran bajas, casi rozando los arboles más altos. 

Era humo. 

Densas nubes de humo negro y ceniza. 

Victoria sintió su garganta cerrarse de miedo. Solía pensar que en una situación así su cuerpo se petrificaría, mas, sin pensar siquiera, reaccionó de inmediato. Sabía que debía buscar a Marizan, para alertarle, por lo que salió del pequeño salón en el que se encontraba y recorrió un largo pasillo con ágiles pasos. Pero el palacio era inmenso, había tantos recovecos y salones donde buscar...

Estaba en plena carrera desesperada, intentando dar con al menos algún guardia que le guiase a la reina, cuando lo vio a través de un ventanal: El fuego. 

El palacio de Noctis estaba alto en un risco, un punto justo para poder observar desde arriba la amplia extensión de bosque nevado y, a no muchos metros de distancia, un pequeño pueblo lleno de casitas de madera y piedra. La nube negra, y el colorado tono de las llamas se alzaba justo allí, sobresaliendo por encima de la altura de los árboles. 

Allí era donde la señora Amlia había dado a Victoria la bienvenida a su hogar como nadie en Porren. Se recordaba en sus caminos, paseando junto a Nicko, hablando sobre chocolate y galletas y como sus mundos eran tan distintos y tan iguales. 

No podía permitir que el fuego se expandiera. 

No había ni un segundo que perder. 

Podría decir que en ese segundo Victoria optó por tomar la peor decisión de su vida, mas, ¿sabes algo?, no fue así por un motivo simple: Tomar una decisión antes implica detenerse a pensar en ella, las opciones y los riesgos. 

La humana no hizo ninguna de esas cosas. Ella solo sabía que había vidas en peligro y alguien tenía que hacer algo. 

Fue así como, sin más, se lanzó corriendo escaleras abajo y, al alcanzar un piso a una altura razonable, se lanzó a través de una ventana, huyendo del palacio y hacia el bosque. No paró un solo segundo. Estaba corriendo hacia el fuego, hacia el peligro. Lo sabía. Y no tenía miedo. 

Estaba cansada de temer. 

No se permitió temer al fuego. Incluso cuando este la consumía en sus pesadillas. Incluso cuando el libro del destino había marcado su calor como el final de su camino.

IncontrolableWhere stories live. Discover now