Capítulo 67: Parte de la oscuridad

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Más o menos así fue como Victoria hizo una nueva amiga, la amiga más inesperada y extraña de todas.

Casi no se perdieron, hubo apenas una o dos vueltas erradas antes de llegar a la dirección correcta.

—Bueno —dijo Victoria con una sonrisa— Aquí estamos. Te dije que podías confiar en mis mapas internos, y más aún en los de nuestro fiel amigo Internet.

La princesa del reino Sol había permanecido gran parte del viaje ignorando los comentarios y charlas sin sentido que la humana lanzaba de vez en cuando. Había reído pocas veces, casi sin poder evitarlo.

Con todo y mal humor, incluso con su odio constante hacia la vida, ella sabía lo que le tocaba decir entonces.

—Gracias —dijo, y era una palabra sincera y real, más que todas las que había dicho hasta entonces— Gracias por acompañarme, no tenías que hacerlo.

—No ha sido nada —rio la humana— Me he divertido. Y siempre me hará feliz ayudar.

Carmín no dudó de sus palabras. Había algo en ellas, la forma segura y clara como las pronunciaba, que hacía parecer que salían de lo más profundo de su corazón. Aun así, para alguien que ya no creía en el bien del mundo, toparse con Victoria resultaba extraño, casi chocante. Ella no podía ser solo una buena persona, seguro estaba un poco loca. Eso o... realmente si quedaba algo de bien en el mundo.

—Oye... —Carmín lo dudó un momento— Puedes entrar a casa si quieres. Secarte, tomar algo caliente, puedo ofrecerte ropa para cambiarte, la mía debe irte bien.

Claro que el buen sentido de ubicación de Victoria no logró evitar que llegaran empapadas. Todo en ellas escurría agua, pero la humana no se había preocupado por eso hasta que Carmín lo mencionó. A decir verdad, ella ni había considerado entrar a la casa, le parecía una abuso de confianza, era un ofrecimiento inesperado por parte de la chica que había intentado matarla.

—Está bien —dijo al final— Claro. Gracias.

No es que se pueda decir que aquello era el comienzo de una hermosa amistad. Aún era ligeramente incómodo, bastante raro y probablemente ilegal si alguno de los reyes se enteraba. No era una hermosa amistad. Pero era algo. Por esa tarde Carmín se sintió un poco menos sola, menos perdida.

Así fue un par de tardes más. Carmín le invitaba a pasar el rato con ella. Charlaban, jugaban juegos de mesa o solo paseaban por la casa.

Era una gran casa. Victoria no había tardado mucho en alcanzar esa conclusión, pero otras varias que manaban de ella las descubrió con el pasar de los días. Cosas ligeras, como el silencio, grande y frío, que llenaba cada rincón, lo abrumador del espacio, tan grande y tan vacío. Y cosas algo más grandes, como que en cada tarde que había pasado allí jamás se había cruzado con los padres de la princesa. Sin importar la hora, las respuestas variaban.

«Trabajando» «De viaje» «En su oficina» «Leyendo» Casi daba igual el motivo. Si estaban en casa o fuera, no estaban para Carmín, y Victoria imaginaba cuan doloroso podría ser.

Le daban igual todos los problemas en los que se estaba metiendo por estar con ella. Agradecía la lista de casualidades que debieron darse para que se cruzaran. Carmín necesitaba ayuda y estaba sola. Por eso Prolico le había arrastrado con tanta facilidad a Nox y su madre, al desterrarla, tampoco había hecho ningún bien. Todos pensaban en ellos, en su nombre y su orgullo, y, en tanto, Carmín solo necesitaba una amiga.

Victoria podía ser esa amiga, estaba decidida a serlo. Eso le decía su corazón y le insinuaba la gema que pendía en su cuello, pero no es nada fácil reparar un alma destrozada, especialmente si ella no quiere ser reparada.

IncontrolableWhere stories live. Discover now