Capítulo 81: Cambiar de táctica

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Hay cosas que lo cambian todo. Detalles, quizá. Detalles como que tu mejor amiga haya querido asesinarte, haber visto el infierno a través de sus ojos. ¿Cómo consigues que todo vuelva a la normalidad después de eso? ¿Cómo logras mirarla de la misma manera? ¿Puedes volver a poner tu vida en sus manos con igual seguridad?

El grupo de príncipes se juró intentarlo.

¿Acto de amor? ¿O de estupidez?

La línea suele ser muy fina para acabar de definirla.

Pasada la tormenta, el miedo y la desesperación, Victoria, Lucía y Susan se reunieron por fin. Regresaron a la Tierra tan pronto Marizan les aseguró que había arreglado todo con los reyes. Se encerraron en la habitación de Lucía, fingiendo que nada había pasado y, recién cuando estuvieron a solas, entendieron lo difícil que sería todo a partir de entonces.

¿Qué era ese silencio? Nunca había silencios en sus tardes de reunión, nunca dejaban de reír. ¿Qué era ese huir de mirada? ¿Desde cuándo no iban de frente con sus palabras?

Lucía estaba sentada sobre un pequeño almohadón, con una taza de té en las manos. Lo soplaba con tanta delicadeza que se mantendría caliente eternamente si de ella se tratase. Era un sonido leve, minúsculo, pero era tanto el silencio que las tres chicas podían sentir cada exhalación con claridad.

—No podemos seguir con esto —como no podía ser de otra forma, Susan fue la primera en hablar—.

—¿A qué te refieres? —Lucía apartó apenas la mirada de su té para dirigirla a su amiga. Susan estaba acostada descuidadamente sobre la cama, mirando el techo.

—A todo esto. —respondió— Todo lo que pasó con Carmín, Prolico y... Vick. ¿A qué aspira Marizan? ¿Esconder todo a los reyes? ¿seguir como si nada? Esperaremos sentados a que pase algo peor.

—A que no logres cortarme el cuello a tiempo —esas palabras escaparon en un tono oscuro y lúgubre de los labios de Victoria. Casi de inmediato se arrepintió, al ver que sus amigas la miraban espantadas—. No me refiero... Lo siento. No quería sonar así. Pero... todo lo que sucedió, ¿por qué no podría repetirse? Si estoy maldita, si soy un peligro...

Susan se incorporó de a poco, para poder mirar a su amiga de frente. Victoria apenas le regresó la mirada, parecía pequeñita, encogida sobre si misma con un oso de felpa entre los brazos.

—A todo eso me refiero —Aseguró Susan con decisión—. Creí toda mi vida que no lastimarías a una mosca, Victoria, te defendí siempre sin meditarlo. Pero ahora ya sé que las cosas no son tan simples. —Su tono era duro, y Victoria pareció tan herida que se obligó a suavizarlo—. Aun pienso que eres de las personas más hermosas que conozco, Vick, te quiero, pero entiende, al mundo lo mueven fuerzas de las que no tenemos idea y algo oscuro vive en ti. Tú no quieres explicarnos lo que sucede, Marizan está muy asustada para hacer nada. No tengo idea de a qué nos enfrentamos y, créeme, detesto la sensación.

—Entiendo...

—No. No entiendes. —gruñó Susan, a la vez que arrebataba el oso del agarre de Victoria con violencia—. ¡Te estás comportando como una niña y acabarás haciendo que nos maten a todos!

—Les dije todo lo que sé. Se los juró... Carmín tomó mi gema, me asusté y empecé a tener todos esos pensamientos... Me llené de rabia. Los habría matado si no me detenías... luego desperté en la playa, la herida no estaba...

—Sabemos la historia —Lucía se obligó a si misma a interferir al comprobar que Susan estaba a punto de volver a arremedar contra Victoria. Habló con tono pacificador, refiriéndose a ambas con cariño, sabía perfectamente que no querían dañarse—. Y sabemos que hay mucho más. Demasiado. Vick. Tiene que haber algo. Una pista que nos ayude a entender...

IncontrolableWhere stories live. Discover now