Capítulo 48: Al final de la historia

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Impactó con brusquedad contra el suelo y su cuerpo, escondido en la forma de un gran dragón azul, rodó varios metros por el irregular suelo de Terra. Al detenerse, dolido, permitió a su aspecto reflejar lo frágil que se sentía. Recobró su forma fohis y apoyó en el suelo sus manos, manteniendo la mirada clavada en el sitio entre ellas.

Su corazón latía apurado. Tenía miedo, demasiado para permitirle moverse con rapidez.

—Nicko —la voz de Prolico apelaba a ser suave pero el chico distinguía con claridad la rabia que ocultaba y como se mordía la lengua para modular su voz— Realmente pensé que entendías lo serio de la situación.

El fohis sintió su corazón encogerse de terror. Tragó saliva, buscó encontrar fuerzas para alzar la mirada del suelo, pero tardó demasiado. La energía oscura de Prolico invadió su cuerpo e hizo valer su voluntad sobre sus músculos. Le obligó a ponerse en pie y él no se resistió pues ya antes lo había intentado y sabía que no tenía caso.

—Sabes que las Arias habitan en los recovecos más profundos y peligrosos de Porren —continuó el rey exiliado, con la mirada fija en los ojos azules del chico— Capturarlas me requirió años y cantidades enormes de poder. Tienes entendido que el Kil que trajo a Victoria hasta nuestra trampa era uno de los últimos de su especie y necesité un complicado hechizo para controlarle. Y el jarrón que hechicé para contener el espíritu de la humana... Lo arruinaste todo, Nicko. Espero que entiendas que esto simplemente no puede acabar así... No puedo dejarte ir como si nada.

Nicko temió mirarle con desafío, no porque sus ojos reflejaran gran rabia, sino por la chica a su espalda. La cantidad de poder destructivo que Carmín comenzaba a manar era preocupante pues le hacía más daño a ella que a las personas alrededor.

—Hice todo lo que debía hacer —reclamó el chico, tan alto y firme como le fue posible— La guié hasta allí y la encerré con las Arias. Pero ella... Victoria... es...

—Cuida tu término, chico —le advirtió Prolico— Algunas personas podría tomar la palabra "monstruo" como algo ofensivo.

—¿Lo sabías?

—Lo sé desde el momento en que la conocí, ¿recuerdas? ¿Cuando hizo estallar medio Nox? Victoria es un espécimen único, una mestiza del cielo de incalculable poder. En verdad te asustó, ¿no es así? ¿Le perdiste el cariño?

—¿Qué significa? Ella... podría perder el control en cualquier momento, podría...

—Dudo que sea algo por lo que debas preocuparte. Victoria es solo una niña humana por ahora, hasta que no alcance los dieciocho años no será peligrosa, y, puedo asegurarte que no los alcanzará. Los seres como ella casi nunca llegan a tanto si las personas son lo suficientemente listas. Tan pronto mi hermana sepa a lo que se enfrenta la matará, no se permitiría cometer dos veces el mismo error.

La información cayó a Nicko como una bofetada, le hizo desear dejar de luchar con la debilidad que sentía en las piernas y conformarse con caer de rodillas sobre la tierra. No toleraba la idea. Por un momento, le fue imposible considerar permitirlo, fuera lo que fuera, no podría dejar que Serna hiciera daño a Victoria.

—Esto es nuevo en ti, Nicko. ¿Dirás que enserio te enamoraste de una bomba de destrucción masiva? Sabes lo que dicen de mí. Estoy loco por amar a un monstruo, y quizá tienen razón, ¿cuál es la gran diferencia entre el amor y la locura? Victoria podría salvarse, tiene una oportunidad de vivir y controlar lo que vive en su interior. Debe recibir la tutela de Amars, de otra forma, puedes darla por muerta.

—No —reclamó Carmín con rabia, una de sus manos temblaba, pese a estar cerrada en un puño fuerte— No. Da igual lo que ella sea. No podemos dejarla vivir. Necesitamos su espíritu, yo lo necesito.

La princesa del reino Sol lucía peor cada vez que Nicko tenía el desagrado de toparse con ella. El temblor en su mano derecha y el cansancio que mostraba su rostro, le restaban majestuosidad a su postura de princesa y sus hermosas facciones. Una inestable energía le consumía y era tan fuerte que casi resultaba visible en el iris de sus ojos, como pequeñas explosiones y destellos.

Resultaba triste, pues todo ese daño no lo hacía nadie más que ella. Había contaminado su propio ser, demasiado puro para soportar su forma de actuar.

La energía de Victoria sería su salvación y eso era algo que Prolico jamás podría negarle.

—El jarrón no logró contener su poder —explicó Nicko, con cautela— Yo no interferí, no lo rompí. Comenzó a moverse por todos lados y a estrellarse contra las paredes. Yo solo entré luego de que explotara y regresé a Vick a Terra, me pareció lo más sensato.

—Todos sabemos que eres un experto mintiendo, pero creo que estás perdiendo tu toque con las excusas —murmuró Prolico con delicadeza— Todo dentro de esa casa murió con la explosión, pero no quedaron rastros de la chica de Aqua, lo que da a pensar que la dejaste escapar y, si abriste esa puerta, no es ilógico creer que ayudaste a Victoria a romper el jarrón.

—Sí permití huir a la chica... No tenía sentido que muriera así... Pero no rompí el jarrón. Juro que no lo hice, lo juro por todo, por mi mamá y...

—Está bien. Es suficiente, te creo. Pero eso no hace que dejes de deberme un favor. Tengo un nuevo trato para ofrecerte y considero que podría gustarte. Ya que tú y Victoria son tan cercanos, no me viene mal que te acerques un poco más. Quiero que me mantengas al tanto de cada uno de sus movimientos y, especialmente, de los avances que haga en el control de su magia. Solo quiero que consideres una cosa... evita mirarle a los ojos directamente, podría confundir mucho tus ideas.

—¿Mirarle a los ojos? —A Nicko le llamó la atención el tono serio que el rey había usado al mencionar eso. El chico ya había tenido la hermosa ocasión de encontrar su mirada con los ojos dorados de Victoria, se había sentido perdido en un laberinto interminable de luz y fuerza.

—Es el trato —reclamó Prolico, esta vez con gran rudeza— Te permitiré acercarte a ella, pero tengo que asegurarme de que entiendas que no es lo que aparenta. Tú ves una cáscara, y nunca verás más que eso. No te esfuerces por entender quién o qué es. No quieras ver a los ojos de un demonio. Y, por sobre todo, no te enamores. No te conviene. Porque ella no llegará al final de esta historia.

IncontrolableWhere stories live. Discover now