Capítulo 51: Su naturaleza

117 7 1
                                    

Susan ya había supuesto que aquello tardaría y, dado que princesa precavida vale por dos, estaba preparada.

Tenía un café caliente, un paquete de galletas y un cómodo sillón. En la biblioteca de Noctis se destacaba el silencio, algo que en casa de Susan era difícil de encontrar y resultó agradable los primeros minutos pero con el pasar del tiempo acabó por resultar tedioso.

La conexión a internet era terriblemente lenta por lo que, frustrada, ella terminó haciendo a un lado su teléfono celular y volviéndose al techo.

Sobre su cabeza se alzaba una altísima bóveda de cristales multicolor que destellaban con el sol exterior, representaban dibujos, pero Susan no pudo averiguar con exactitud de qué se trataban.

La chica se frotó los ojos y estiró sus brazos para desperezarse. Su café y sus galletas se habían acabado ya, y Lucía no daba señal alguna de avanzar en su investigación. Mejor dicho, no daba señal alguna.

Llevaba casi una hora de pie junto a una mesa ocupada totalmente por un libro inhumanamente grande, de vez en vez, hacía alguna anotación en una pequeña libreta, producía algún sonido de frustración ante la falta de respuesta o se emocionaba por algún dato que resultaba ser inútil.

La princesa de Aqua se puso en pie con pereza. Había tomado la decisión de que estaba oficialmente enfadada con Victoria por abandonarla a merced de tanto aburrimiento.

No le interesaba para nada, pero aun así, se acercó a su amiga, miró por arriba sus notas y le preguntó si había descubierto algo importante.

—Nada —concluyó Lucía— No hay nada que indique que ese edificio que vimos existe o existió alguna vez.

—Entiendo. ¿Y no crees que quizá sea porque en verdad no existe?

—Amars acudió a la tumba del Rey de la Guerra buscando ese lugar. Cindie lo dijo, leyó sus intenciones en la marca de energía que había en el mosaico. Debió ser algo importante. Tiene que ser una pista. No sabemos nada, pero lo que se oculte aquí —indicó ella, señalando emocionada un mapa de Noctis, sobre el que había dibujado un circulo para señalar donde recordaba haber visto el edificio misterioso— Pudo ser la fuente de donde Amars obtuvo su poder, lo que le volvió invencible. O incluso podría ser lo que le hizo perder el control, quizá vio algo allí que le enloqueció.

—Sabes que no fue así. Marizan lo dijo: Amars estaba maldita de nacimiento.

—Marizan no tiene idea de nada, ninguno de los reyes sabe nada. —el tono intenso de Lucía sorprendió a su amiga, le hizo sonreír ligeramente. La princesa de Vitae se caracterizaba por su tranquila y razonable personalidad, pero tenía un gran espíritu guerrero— Nadie nace maldito, nadie se transforma en un demonio de un día al siguiente. Tiene que haber algo más. Algo que ellos no saben y si saben no nos contarán.

—Amars está muerta y así es mejor. Quizá tienes razón y hubieron más factores que una extraña maldición, quizá, Lucy. Pero no pudieron mentirnos sobre la guerra y la destrucción que causó. No tiene caso seguir dando vueltas al pasado.

—Tenemos que darle vueltas al pasado. Si nadie sabe por qué Amars perdió el control y tampoco se preocupan por entenderlo, ¿cómo saber si no volverá a pasar? Puede que no llegue a nada con todo este asunto del mosaico pero tengo que intentar.

Susan apreciaba esa capacidad de Lucía, siempre idealista y decidida, pero le era imposible seguirle el paso. Se distraía con facilidad y le enloquecía estar en silencio con las ideas de su cabeza, por lo que acabó dejando a Lucy investigar tranquila y se decidió a dar un paseo por el castillo de Noctis.

En medio de su caminata respiró profundo y se sorprendió de la forma tan clara como percibía el sonido. El llenar y vaciar de sus pulmones, el palpitar de su corazón, se sintió consiente de todo eso, y odió la sensación. Tanto que casi comenzó a extrañar el escándalo del que siempre se quejaba al estar en su casa.

IncontrolableWhere stories live. Discover now