Capítulo 64: Allí estaba

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El grupo no volvió a reunirse hasta el día siguiente en los pasillos del colegio.

Luego de que les obligaran a regresar a la Tierra cada quien había regresado a su casa. A penas habían mediado palabras y más que eso, muchos se negaron a siquiera mirarse a la cara.

Nunca antes de la pelea en la tumba de Vinia habían trabajado como un equipo pero eso no disminuía las tensiones entre ellos. Habían muchas cosas. Clara y Susan, con sus miradas y huidas, su rabia fingida. Lucía y Carlos, quienes ya ni a sí mismo se entendían. Y luego... Cindie y Victoria...

La princesa de Noctis se había esforzado en no creer a Vinia. Incluso con todo el odio que había guardado hacia Victoria ella no quería que fuera un monstruo. No quería ser la encargada de acabar con ella...

Y aun así, cuando se la cruzaba en el pasillo, cuando se acercaba o tan solo cuando intercambiaban miradas, cada músculo dentro de Cindie se tensaba, como si Victoria fuese una bomba a punto de estallar. Y, lo peor, quizá si lo fuese.

A su vez, lo que daba peso a esa carga era no poder compartirla. No sin miedo a que alguien le mirase mal por meterse con la hermosa, dulce y brillante chica humana, no sin transformar en enemigos a todos sus amigos. Dolía saber que todos le creerían a ella. Dolía aún más no poder confiar en sí misma.

Antes de tomar cualquier dedición necesitaba pensarlo bien, investigar y consultar a alguien que no fuese a juzgarle por lo que diría...

Así acabó delante de Marizan unas semanas más tarde, luego de un entrenamiento, le miró a la cara, entreabrió los labios, buscó las palabras, no encontró nada y optó por decir que quería pasar la tarde en la biblioteca del palacio.

La reina de Noctis le miró con extrañeza pero, al final, accedió con una sonrisa en los labios.
Durante toda la caminata por el palacio Cindie avanzó discutiendo consigo misma para sus adentros. ¿Qué haría al llegar?¿Cómo buscaría?¿Qué estaba buscando exactamente? Todo aquel asunto era una tontería. No ganaba nada con esa visita, no encontraría lo que necesitaba en ningún libro.

Por poco se convenció de seguir caminando y, al llegar, se lamentó por no haber tomado la decisión de volver temprano a su casa.

Como cada tarde de viernes desde que habían visitado la tumba del rey de la Guerra, Lucía se hallaba en la biblioteca, recolectando toda la información posible y acumulando mapas de Noctis de los últimos milenios para compararlos en busca de ese edificio misterioso que aparecía en los murales de la tumba.

La propia Victoria estaba con ella, de pie a su lado, haciendo coincidir dos mapas con sumo cuidado.

-Hola -exclamó la humana, emocionada, al ver a Cindie cruzar la puerta. Su tono era amable, tan alegre como siempre, como si fuese incapaz de sentir recelo, incluso hacia la princesa de Noctis, que había dedicado su vida entera a hacerle su existencia imposible-. ¿Qué haces aquí?

-Nada -se limitó a responder Cindie- Solo pasaba. Volveré cuando el lugar esté menos infestado.

Con el comentario consiguió que Lucía le mirase con desprecio pero Victoria siquiera pareció captar la idea.

-Puedes quedarte. -dijo Victoria, sin dejar de sonreír- Tres cabezas piensan mejor que dos. Con Luci creemos estar cerca de la verdad.

«La verdad» repitió Cindie en su cabeza. Justo eso estaba necesitando. La verdad que ocultaba la cara bonita que tenía delante y su tonta sonrisa de dientes blancos.

Sorprendiendo a la princesa de Vitae, tomó la decisión consiente de acercarse. Se aproximó a la mesa cubierta de pergaminos y antiguos libros que las chicas estaban analizando. Deslizó la mirada por todos ellos, fingiendo un mínimo de interés.

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