Capítulo 32: Prioridad

108 11 2
                                    

El castillo de Noctis tenía tendencia a ser un lugar agradable, Marizan transformaba los entrenamientos en algo divertido y se encargaba de que siempre hubiera algo rico para merendar. Dado que Mariano se vio obligado a presentar Porren a su hermanito, al menos esperaba poder mostrarle esa imagen pero resultó que ese no era el día más adecuado para una agradable bienvenida.

―¡Llegan tarde!― fue lo primero que el pobre Teo debió escuchar― ¡¿Y quién es él?!

El grupo de príncipes ya se hallaba reunido allí, una rueda pequeña y desorganizada liderada por la mismísima Serna, a quienes todos ya catalogaban como «El ser más odioso de todo Porren». La reina no se apiadó cuando observó como el niño se ocultaba tras su hermano mayor, asustado, se mantuvo seria, con su normal expresión de superioridad.

―Es Teo, mi hermano― explicó Mariano tan calmado como pudo― No había nadie en mi casa y...

―Él no es tu hermano― la reina en teoría no rió con maldad, rió como si acabara de escuchar una incoherencia de primera; pero, a decir verdad, sonó terriblemente cruel.

Marizan, quien se hallaba de pie cerca de Serna, se llevó una mano a los labios, espantada por el comentario. La reina de Noctis solía ser silenciosa y tranquila, lo suficientemente lista para entender con pocos detalles cuando una situación no tenía buen futuro.

Mateo se aferró a la campera de su hermano tras fallar buscando tomar su mano. Tenía miedo por lo que su voz sonó débil cuando pronunció:― ¿Qué quiere decir...? Yo...

Siquiera pudo terminar la frase antes de que Mariano apoyara una mano sobre su hombro para hacerle a un lado y pedirle silencio. En el príncipe de Aer no se reflejaba ningún miedo. Llevaba los hombros encuadrados, la espalda erguida y la mirada fija en los ojos de Serna. Estaba furioso pero al mismo tiempo su cuerpo se negaba a seguir el impulso de la rabia. No quería gritar pero sabía que eso sucedería si abría la boca; entonces se paralizó.

―¿Qué tanto miras, chico?― comentó la reina Serna y esta vez resultaba claro que se estaba burlando― Siéntate si no te atreverás a decir algo, tenemos asuntos más importantes que atender.

La mano del príncipe se cerró en un puño, su cuerpo entero se vio tenso. Pero, casi de inmediato, respiró profundo hasta llenar sus pulmones e intentó tranquilizarse. Avanzó despacio y se dispuso a tomar sitio en la pequeña ronda de príncipes. Teo y Victoria hicieron amague a seguirle mas no llegaron a dar un solo paso antes de que Serna se pusiera en pie con brusquedad y les apuntara con un dedo acusador.

―¡Nadie te ha llamado a ti, humana!― gruñó con desprecio, mirando a la chica como si fuera una cosa inferior y desagradable― Has algo productivo con tu existencia y saca al niño de aquí. Aguarda fuera, tu y yo hablaremos a solas luego.

―Usted... ―Victoria no cedía jamás ante comentarios como aquel, no le afectaban, pero eso no significaba que no lograra ver lo injusto de la situación― ¿Qué le hace creer que sabe tanto de mi? ¿Qué le da derecho a tratarme como si...?

Las luces de una lámpara de pie cercana comenzaron a apagar y encender con un ritmo suave, como el de la estática de un televisor. Resultó algo muy leve que nadie se volvió a mirar con extrañeza excepto la joven reina de Noctis.

―Vick― musitó despacio y notó como de inmediato las lámparas volvían a brillar normalmente― Por favor, sígueme.

Marizan se apartó del pequeño grupo y pasó junto a la humana, haciéndole una señal para que esta avanzara detrás. Victoria tomó la mano de Teo y dirigió a Mariano una mirada que indicaba sin necesidad de palabras la expreción: «Tranquilo, yo me encargo.»

IncontrolableDove le storie prendono vita. Scoprilo ora