Capítulo 91: Difuso

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Fueron apenas unos minutos. Lentos. Desesperantes.

Los pasaron en la oscuridad, mientras escuchaban el estrepitoso sonido de la caída de los pocos trozos de la biblioteca que aún permanecían en pie.

La gran puerta daba ahora a una muralla de escombros, grande e inestable.

Victoria comenzó a quitarla, roca a roca, con el corazón hundido de miedo y las manos heridas. Gritaba el nombre de Nicko sin obtener respuesta. Hasta que por fin lo vio.

Salió arrastrándose, en la forma de un delgado animalito, similar a un pequeño ratón. Su cuerpo se deslizó entre las piedras hasta que emergió su naricita y sus grandes ojos azules.

Sostenía algo entre sus colmillos, una especie de lazo del cuero con el que tiraba un objeto a su espalda. Para lograr pasarlo a través de las piedras transformó su cuerpo en el de un armadillo, algo más grande y lleno de espinas en todas direcciones. Provocó un derrumbe, lo que le hizo salir disparado hacia el suelo junto con un montón de rocas.

Aterrizó en su forma normal, y casi no tuvo tiempo de recuperar la compostura antes de que Victoria le abrazara. Nunca lo había hecho tan fuerte, Nicko nunca había sido capaz de ver con tanta claridad todo lo que ella lo quería.

Él le apartó apenas, lo suficiente para poder mirarla a los ojos. Estaban enrojecidos, en parte por el denso polvo que cubría todo allí abajo, y un poco porque había estado llorando mientras lo llamaba. Su voz le había ayudado a salir de ese infierno.

—Vick —musitó él sin saber exactamente cómo sentirse— Estoy bien. Tú... sangras. Tu mejilla, tus manos.

Se sorprendió a si mismo deslizando un dedo sobre la piel de su rostro. Era suave y luminosa. Sus ojos, aún en esa penumbra, eran más brillantes que el mismo sol.

—Estoy bien —aseguró ella, con una grandísima sonrisa—. Solo quiero que salgamos de este pozo antes de que algo más se venga abajo, por favor.

No podrían estar más de acuerdo.

El grupo comenzó el ascenso lentamente, trepando entre las paredes de tierra por las que antes habían bajado. Nunca habían sentido tanto alivio de ver el cielo.

Recién al hallarse arriba  y tener la luz del sol para ayudarles, las chicas notaron qué era eso que Nicko había arrastrado entre las rocas: una especie de bolso de cuero que parecía pesar en su mano.

—Libros —señaló en respuesta a las miradas inquisitivas que caían en él— nada importante, solo me dieron curiosidad.

De inmediato, sintió los ojos de Victoria, atentos y curiosos. Sabía perfectamente que estaba pensando en Ese libro. Ambos pensaban en lo mismo pero Nicko no parecía querer tocar el tema allí y Vick respetó eso. Se mantuvo en silencio y no dio grandes detalles de nada. Allí abajo habían pasado muchas cosas. Cosas de las que no tenía grandes ganas de hablar. Su charla con Refro Dikalto, las cosas que le había hecho... esos lazos de energía que había controlado con su mente.

Sus amigas no parecían haberse percatado de que ella había detenido el trozo de techo que casi las aplastaba y Victoria optó por mantenerlo oculto. No era guardar secretos, ¿no es así? No les estaba mintiendo... Ella sabía lo que pasaría si Susan y Lucía lo sabían, pensarían de inmediato: magia negra. Y todo volvería a ser tenso entre ellas. No tenían que saber que había perdido el control. No podían saberlo. A Victoria le aterraba la idea.

Al final, toda su travesía había fracasado. Encontraron el edificio misterioso, sí, pero este ya no existía. Era momento de regresar a casa.

—Vick, —dijo Nicko pensativo— creo que a mamá le gustaría que fueras a cenar en casa. Lleva días diciéndolo. Si tú también quieres...

—Me encantaría —dijo ella, con una sonrisa que le iluminó todo el rostro—.

Él le regresó el gesto. Con el tiempo había aparecido algo casi fraternal en sus miradas, algo confidencial y secreto. Sabían que podían confiarse cualquier cosa y siquiera ellos entendían cuando había nacido esa relación.

Susan y Lucía regresaron a la tierra con un hechizo, mientras Victoria y Nicko se encaminaron a pie a través del bosque de Noctis.

Había algo suave y placentero en esa caminata de medio día, mas, ellos estaban perdidos en la turbiedad de su interior. Avanzaron uno junto al otro varios metros, con la mirada moviéndose a través del paisaje.

—Lo encontré mientras corría a la salida –dijo Nicko por fin, interrumpiendo el silencio.— Por un momento dudé si traerlo era lo correcto... al igual que decírselo a tus amigas. Sé que confías en ellas, lo entenderé si les dices la verdad. Pero me da miedo que no entiendan... las fuerzas con las que nos estamos metiendo.

Ambos sabían perfectamente de qué hablaban: El libro de extraños símbolos. Victoria sintió su corazón volcarse de emoción ante la idea de volver a tenerlo entre sus manos.
Se detuvo y se volvió a Nicko, rogando con la mirada que le entregara su bolso.

—No aquí, Vick. Siquiera sé si existe algún sitio seguro para volver a abrirlo, pero no puede ser este.

—Pasaron cosas allá abajo. Cosas relacionadas con los dibujos en ese libro. De alguna forma ellos me guiaron a Refro, me defendieron cuando me atacó. Empiezo a sentir que son más que un idioma. Te sonará descabellado pero... creo que lo son todo. La historia del universo, codificada, son el tiempo y el destino. Cuando descifré algunos de ellos fue como si comprendiera todos los flujos de energía, como si todo estuviera bajo mi control.

Nicko sintió un escalofrío subir por su columna. No tanto por la idea de un libro con todas las respuestas del universo, sino por el tono soñador de Victoria, el anhelo que pareció llenar su corazón al pensar en ese tipo de poder.

—Es un peligro entonces —señaló él—. Quizá no haya hecho bien al sacarlo de ahí abajo...

—¡No! No dudes de eso. Hiciste lo correcto, tiene que ayudarme a entender quien soy.

— Vick... ¿alguna vez has pensado en la posibilidad de que no sea algo que quieras saber?

La chica se volvió a él, dolida.

—Lo pienso —admitió, en un susurro— A diario. Pero si me convenzo de ello... voy a dejar de pelear. Y me niego a rendirme.

Nicko le regresó la mirada. Parecía apenado a la vez que asustado. En cierta forma, estaba en la misma situación que ella: Se negaba a dejarla sola aun cuando todo a su alrededor le decía lo contrario.

—Entiendo. Intentaremos descifrar el libro, si me prometes tener cuidado.

Victoria asintió sin volverse a su acompañante, por lo que su respuesta se perdió en el viento. Difusa. Dudosa. Insegura.

A partir de entonces avanzaron en silencio. Había una ligera tensión entre los dos. Victoria ya la sentía con cualquiera a decir verdad. Sus amigos no confiaban en ella. Ella ya no confiaba en sí misma.

Comenzaba a creerse sola contra el mundo, así como Amars se vio un día.

IncontrolableWhere stories live. Discover now