Capítulo 26: El pasado de la luz

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Susan y Victoria estaban solas en una pequeña habitación del castillo. Sobre la mesa habían galletas y chocolate caliente, pero ninguna de las dos había probado un solo bocado y el chocolate había pasado a estar frío. Victoria aún lloraba y si bien Susan sentía un profundo vacío en el estómago había dejado las lágrimas para intentar calmar a su amiga.

La humana llevaba algunas heridas nuevas, producto de su brillante idea de destrozar una puerta de cristal con su cuerpo. Pese a que Marizan se había encargado de tratarlas y de quitar los restos de cristal, Victoria aun sentía un gran dolor. Para su desgracia, este dolor no era nada comparado con la agonía por la que estaba pasando su corazón.

Al otro lado de la puerta se llevaba a cabo una reunión en la que los reyes analizaban la situación. Tras contar todo lo sucedido en la Torre del Conocimiento las menores habían sido obligadas a salir pero eso no les impedía seguir al detalle la conversación pues, pasados pocos minutos la cordial reunión se había transformado en una batalla llena de gritos y comentarios insultantes.

— ¡Es imposible! —reclamaba la reina del Sol— ¡Ella no pudo ver nada en los cristales! Simplemente no pudo, es demasiado débil y es una habilidad que lleva años de práctica. Incluso con su amiga desaparecida quiere ser el centro de atención. Inventó toda la historia.

—¿Entonces como explicas el libro desaparecido? ¿Cómo pudo ella descubrir que faltaba si jamás había pisado esa torre? –el rey de Ignis rió con arrogancia— Tu estás celosa porque jamás lograste desarrollar el don de ver el pasado de la luz.

—Descubrió que faltaba el maldito libro. ¡Vaya novedad! Con lo descuidado que es Tray posiblemente esté perdido desde hace años o quizá se lo comió algún druis. Si toda su historia es verdad, ¿por qué no está el cuerpo? ¡Explícame eso! ¿Dónde está el cadáver de la princesa? ¿O sugieres que ya le han devorado los rapiñeros?

Tras escuchar esto Victoria sollozó con incluso más fuerza, apretó los ojos cuanto pudo pero incluso en su cabeza solo distinguía la imagen de Lucía cayendo al vacío.

—Esa maldita... —Susan cerró ambas manos en dos perfectos puños. Toda su desesperación se transformaba en rabia cuando escuchaba la voz de Serna. Solo deseaba cerrarle la boca de un golpe pero, muy por el contrario, se limitó a aflojar los hombros y abrazar a su amiga con cuidado.

—¡Tu falta de sensibilidad y respeto hacia mi hija me está poniendo de los nervios! —Reclamó el rey de Vitae en la habitación continua. Ambas chicas estaban seguras de que jamás le habían escuchado tan enojado— ¡No ganas nada con esto, Serna! Ninguno de nosotros gana nada. ¡Solo nos haces perder el tiempo! La historia de Victoria es verdadera y eso es fácil de ver. Ella está sufriendo por todo esto.

—¿Usted que sugiere? —cuestionó la reina de Aer con tanta cordialidad como le fue posible en ese espacio de gritos— Lo quiera o no, no hay un cuerpo por lo tanto, en lo que a mí respecta su hija está viva. Consideremos además los restos de veneno que las chicas encontraron en su almohada. Lucía estaba bajo un encantamiento cuando comenzó a deambular por el castillo. Un encantamiento demasiado poderoso y difícil de formular para que su único objetivo fuera conseguir que saltara de esa torre.

—Alguien en algún lugar planeó todo esto porque necesita a Lucía —indicó el rey de Aer, continuando el razonamiento de su esposa—. Planeó el ataque del ciempiés y le dio un veneno que se activa a media noche para que ella pudiera robar el libro. Es muy improbable que ese libro falte por casualidad, más aún considerando el tipo de magia que posee. Es muy poderoso, y en manos de alguien capaz de envenenar a la princesa de Vitae, también es muy peligroso.

—El único problema... —comentó Marizan con timidez, con voz de alguien que siente que no debería estar allí— No logro rastrear el aura de Lucía. No la siento en ningún sitio. Casi como si en verdad estuviera...

—Muerta —completó el rey de Terra cuando vio que la joven reina no acabaría la frase— Muerta o en el único lugar donde tu visión no tiene acceso. Es obvio. La princesa Lucía está en Nox.

En la otra habitación, Victoria alzó la mirada lentamente. Dejó de ocultarse entre sus manos para escuchar con más atención la reunión de los reyes. Tenía los ojos hinchados de llorar y se sentía deshecha pero incluso en esas circunstancias la esperanza dio sus frutos y le llevó a desear seguir luchando.

—Si realmente está viva y en Nox —pronunció la reina de Aqua con su natural tono soberbio— Casi podemos estar seguros de quien causó todo esto. El desamparado heredero del reino Sol. Prolico está entre las pocas personas en ese lugar capacitadas para llevar a cabo un hechizo combinado. Consiguió que Carmín se arrodillara a sus pies y como no le bastó con eso ahora tiene a Lucía. Ese psicótico loco planea algo.

—¡Mi hija no se arrodilla a los pies de nadie! —reclamó Serna— Ella ha de estar muy confundida.

—Cuando intentó matarme no parecía confundida en lo absoluto —comentó Victoria muy bajo, de modo que apenas logró escucharla la propia Susan— Carmín tiene algo que ver en todo esto. No es solo una princesa en apuros.

—No me sorprendería viniendo de la hija de Serna —reconoció la princesa de Aqua— Me da la sensación de que nada bueno ha salido jamás de esa familia.

Eso era una gran mentira. Razonó Victoria mientras sujetaba con cuidado la gema del collar que aún se balanceaba sobre su pecho. El alma encerrada allí era de la antigua reina del Sol y transmitía a la humana una gran sensación de paz. Era algo bueno proveniente de esa familia tan destrozada.

De alguna manera Jansea le había prestado el don de ver la luz pasada para mostrarle lo que había sucedido. Antes le había permitido usar una antigua espada real de energía para derrotar a los fransturnios. Victoria apreciaba enormemente eso y no era algo que planeara desperdiciar. Con o sin armas mágicas iba a pelear. Se aseguraría de proteger a sus amigos.

Fue una decisión que tomó muy rápido, a la vez que se ponía en pie con brusquedad y cogía una galleta rellena.

Iba a pelear.

IncontrolableWhere stories live. Discover now