Capítulo 10: Simple

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Al despertar Victoria dio a sus padres el abrazo más fuerte entre lo que alcanzaba a recordar. Había pasado por mucho de un momento a otro y de todo lo más difícil era enfrentarse a guardar el secreto.

Desayunar antes de ir al colegio con su hermana a un lado era lo más normal del mundo pero esa mañana no dejó de resultar extraño. Todo seguía su curso como si nada mientras ella llevaba escondido bajo el buso un collar con el alma mágica de una reina antigua y poderosa. Con los labios en su tasa ella no pudo evitar reír. ¿Cómo podría eso sonar más raro?

Como cada mañana, Mariano la esperaba en la parada de autobús.

Su mejor amigo le sonrió y preguntó cómo se hallaba. En un día extremadamente extraño, Victoria había vivido muchas aventuras que solo pudo imaginar y tenía adelante la certeza de muchas nuevas y grandiosas. Se imaginaba a sí misma montada en dragón, dando vueltas entre nubes de algodón de azúcar y atravesando arcoíris. Quizá exageraba o quizá lo que se avecinara en el arte de la magia fuera incluso mejor.

-No podría estar mejor -dijo ella. Sonriendo sujetó la mano de su amigo y la usó para girar por debajo de ella, como si ambos bailaran- No tengo idea que pasará ahora, eso es genial cuando se trata de magia. ¡Magia!

Mariano ayudó a Victoria para dar una última vuelta sobre su eje.

-¿No te causa ni un poco de miedo?- cuestionó el chico divertido- Todo lo que puede suceder.

-Me aterra- respondió ella y al dejar de girar se sintió ligeramente mareada- La magia tiene sus peligros, pero casi la domino, soy experta número uno en libros de fantasía. ¿Y tú? ¿Cómo se siente ese asunto de ser extraterrestre?

-¿Extraterrestre...? Ya... pues... eso es lo que soy, ¿no es así? No me siento diferente pero... Ayer estuve hablando con los reyes de Aer. No los siento como padres.

-No lo son. Por lo menos no más que tus padres humano. Son... muchas cosas nuevas para un solo día...

-Solo espero que tantas ideas no me distraigan en clase de física...

Ambos rieron ante el comentario. Considerando que Victoria había sido secuestrada la noche anterior preocuparse por física era un tanto... extraño, pero no se podía esperar nada mejor de Mariano quien a menudo cuando se sentía mal se metía en algún libro sin importar su tema y se encerraba en él fingiendo leer hasta haber resuelto todos sus dilemas internos.

El autobús no tardó en aparecer y como siempre llegaron justo a tiempo al colegio. Un comienzo simple para un día tan extraño como el anterior.

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El grupo de príncipes fue llamado al castillo de Noctis esa misma tarde. Nadie sabía cuándo o cómo sucedería pero muchos de ellos pasaron el día entero esperando el momento en que algo cambiara la monótona rutina. Quizá Lucia se estresó un poco porque la distracción le daría menos tiempo para acabar sus tareas y quizá Carlos se molestó en parte porque la magia cortó en la mirad la partida de un video juego que no pudo guardarse. Pero vamos... pongan la escusa pongan, los siete querían saber que sucedería entonces

La respuesta: Sus primeras clases de magia.

Tras recoger a cada niño en su propia casa, Marizan los reunió en la sala de entrenamiento del castillo. Se trataba de una habitación amplia, con dos paredes cubiertas de cristales que daban al exterior y otras dos paredes de espejos, dando al lugar la sensación de ser infinito.

-Este lugar es genial- murmuró Victoria a sus amigas apenas se hallaron dentro. La Victoria en los espejos le mostró una sonrisa y unos brillantes ojos claros-.

-Eso crees ahora- rió la reina de Noctis quien de alguna manera había logrado escuchar las palabras de la chica- En un tiempo, cuando avancen en los entrenamientos y deban probar sus habilidades estos espejos sabrán jugar con sus mentes. No les agradará tanto entonces, pero mientras tanto si, comprendo, este sitio es genial. Y seguro lo que haremos aquí les resultará incluso mejor. Cindie, hermanita, quieres ser la primera.

La chica no necesitó mucha insistencia. Adoraba ser la primera, en lo que sea. No tenía idea que pasaría pero tampoco tenía miedo.

La reina de Noctis levantó ambas manos a la altura de sus hombros y dirigió las palmas hacia su hermana menor. Esta le siguió, juntó los palmas con las suyas y se limitó a aguardar.

De inmediato lo sintió: el poder, una cálida sensación que invadió todo su cuerpo. En el sitio donde su mano entraba en contacto con la de Marizan nacía un leve brillo violeta pálido.

-No temas, Cindie- murmuró la reina- Concéntrate en mis ojos. No te resistas.

La chica respiró profundo y entonces, de repente, el brillo aumentó en un fogonazo inestable que no quemaba pero si manaba mucho poder.

-Tú puedes controlarlo- insistió Marizan- esto es solo otra parte de ti.

Fue simple. No debió esforzarse para averigua que debía hacer, solo nació de lo que ella era como un instinto.

Hizo valer su voluntad sobre ese poder, lo controló y trasformó ese brillo tan intenso en una contante luz

Al dar Marizan un paso atrás y romper el contacto la luz permaneció constante en manos de Cindie solo unos segundo, hasta que esta notó la falta de su hermana.

-¿Puedes repetirlo sin ayuda?

Necesitó cierto tiempo pues en el primer intento Marizan había accionado el botón en su interior que accionaba todo. Dominar eso, la capacidad de escoger cuando liberar el poder y cuando mantenerlo adentro fue lo que le costó. Apenas dominó esa capacidad el resto fue muy simple. Encender y apagar la luz, controlar su intensidad y su forma.

Incluso fue a más, antes de que la reina le dijera que existía esa posibilidad consiguió concentrar mucha energía en un solo punto, hasta transformarla en algo rígido, casi similar a la materia. Lo que hizo fue una figura deforme, similar al diente de un dragón. Al hallar una cosa tan extraña entre sus manos no pudo con la tentación de lanzarla como una daga, la cual cortó el aire hacia un sitio vacío de la habitación y se deshizo en el aire antes de alcanzar una pared.

-Eres talentosa- aceptó su hermana mayor- Dominarás lo básico en muy poco tiempo. Pero... el resto, ¿a qué esperan para entrar en acción? ¿Quién quiere aprender algunos trucos?

Seamos sinceros, ¿Quién no quería?

Cada príncipe tenía ciertas habilidades, cada una de ellas con su nivel de dificultad pero nadie aprendió tan rápido como Cindie. Las habilidades elementales, como lo son el dominio del fuego, el aire, la tierra y el agua, requieren un nivel de práctica y control mucho mayor e incluso así sus avances en esa tarde fueron enormes. Tenían esas habilidades como ficha central en su ADN.

Todos excepto Victoria quien permenció media hora parada rígida, incapaz de entender que hacian sus amigos. Intentó imitar su manera de mover, sus gestos e incluso la posición de sus pies pero nada sucedía. Ella no podía.

-No lo pienses tanto- Victoria sintió en su cabeza la voz de la reina Jansea- Eres poder en su estado más puro. Solo déjalo salir. Concéntrate conmigo, te ayudaré. Cierra los ojos. La magia blanca nace de sentimientos que a ti te sobran, piensa en cosas que te hagan feliz, o cosas que harías por hacer a alguien feliz. Piensa en cómo te sonríe alguien cuando acabas de ayudarle y como eso te hace sentir.

Victoria cerró los ojos e intento hacer lo que la reina dijo. Pensó en un niño sonriéndole, visualizó la imagen con detalle pero nada sucedió.

-No pienses en imágenes- corrigió la reina- piensa en sentimientos.

¿Pensar en sentimientos? ¿Eso es siquiera posible?

Victoria no lo entendía pero lo intentó. Intentó sentir algo que no sentía. Imaginó estar alegre por ayudar pero falló. Falló porque solo sentía que no podía hacer nada bien. Y de esa forma jamás ayudaría a nadie.

IncontrolableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora