Capítulo 58: Inmaduro

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Lucía y Carlos eran, entre todos, el grupo más silencioso, considerando incluso a Cindie quien estaba sola en algún sitio.

Ninguno de los dos se dirigió la palabra ni una vez, siquiera cuando el suelo tembló y los arrojó a ambos varios metros hacia atrás. Siquiera cuando vieron a Cindie caer a una grieta entre las rocas y ser devorada por la tierra.

Carlos había intentado en vano reabrir el camino, había golpeado el suelo con la violencia suficiente para crear un terremoto pero sin conseguir más que un leve temblor.

—No funciona —le había dicho Lucía, siempre con ese tono sobrio y distante que él tanto odiaba— No podría, estamos a kilómetros de altura, ¿recuerdas? Tu poder no es útil aquí. Cindie cayó a un túnel de piedra blanca, alcancé a verlo antes de que la entrada se cerrara. Seguro conduce directamente al templo, si lo encontramos la encontraremos a ella. Quiero pensar que el resto también habrá tenido esa idea, nos reuniremos allí.

El príncipe de Terra se había limitado a fruncir el ceño. Le desagradaba la idea de seguir con el plan inicial y caminar sin rumbo, esperar a que todo pasase a ir aún peor. Necesitaba actuar, de alguna manera, ayudar. Pero ni él sabía cómo, y no se le antojaba reprochar la decisión de la señora perfección.

Avanzó a su lado, siguiendo el camino de piedra con paso decidido. Resultaba malditamente irónico, de todos los acompañantes posibles debió tocarle con Lucía. ¿Por qué el destino era siempre tan cruel?

Un sonido brusco lo sacó de su interno y constante recitar de quejas, le puso en alerta de inmediato.

El chico movió la mirada por toda la zona, examinó los alrededores. Había escuchado algo similar a un rugido y, la única prueba que encontró de que no estuvo en su cabeza fue un arbusto ubicado a algunos metros, el cual se tambaleaba pese a no existir brisa alguna.

Él estaba preparado para enfrentar lo que sea que saltase de la bruma.

—Espera —Lucía se acercó, cogió a Carlos por un brazo con sumo cuidado y susurró esas palabras cerca de su oído— Espera...

Lucía tenía el plan listo, veía el peligro y estaba preparada. Una raíz a su servicio había adoptado la forma de un lazo y descansaba en el suelo a la espera de que, lo que sea que se ocultase en el suelo, la pisara. Hubiera funcionado, ella lo habría atrapado, si Carlos no hubiese preferido hacer las cosas a su manera.

No tuvo la paciencia de aguardar un momento y sintió tanto rechazo hacia el contacto de la chica que le hizo a un lado y se lanzó corriendo hacia el interior del parque.

No tardó en visualizar a la criatura que los asechaba. Tenía la contextura de un lobo terrestre, totalmente blanco, con un brillo fantasmal y ojos oscuros. El pelo que lo cubría daba la impresión de ser suave, pero a nadie se le ocurriría la idea de intentar acariciar su lomo. Su mandíbula estaba cubierta de dientes, todos estos sucios de sustancias rojizas y negras, con la apariencia de entrañas arrancadas de algún pobre ser que se cruzó en su camino.

La criatura gruñía, con la boca abierta, escurriendo baba y sangre.

Carlos solo dudó un momento, un instante de flaqueo en el que alcanzó a dar un paso atrás. Él pretendió ocultarlo, acomodando con velocidad su cuerpo en posición de ataque, pero la señal ya estaba dada y el lobo no tardó un momento en arrojarse sobre él.

Las peleas mano a mano eran el fuerte de Carlos, o al menos debían serlo, un príncipe de Terra se definía por su fuerza y bravura en combate. Él planeaba hacer honor a su título.

Con una patada fuerte al suelo generó una columna de piedra, delgada pero lo suficientemente fuerte para que la criatura quedara un momento confundida al golpear su cabeza contra ella. La columna fue derribada por el golpe y Carlos se apresuró a tomarla y sujetarla con fuerza por la parte baja, como un gran mazo de roca.

IncontrolableWhere stories live. Discover now