Capítulo 86: Otro enigma

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Había un parecido innegable entre ambos. Más allá de sus ojos, azul intenso, Nicko compartía algunos rasgos con el hombre del cuadro. La forma de su rostro, la curva de su nariz...

—Podrían ser parientes —concluyó Victoria— A fin de cuentas él vivió en Noctis hace mucho tiempo. Muchísimo tiempo a decir verdad. ¿Cómo es posible? Este hombre debería llevar siglos muerto.

—No lo sé.

Nicko estaba ensimismado observando a su aparente antecesor. Eran tan parecidos que incluso podría ser su...

Victoria irrumpió su hilo de pensamiento al moverse con brusquedad hacia el grupo de libreros.

Era un laberinto tan interminable que, por un momento, Nicko se aterró ante la posibilidad de perderla de vista. Corrió tras ella, sin entender el motivo exacto por el que se había alejado con tal velocidad.

—Vick —le llamó—. ¿Qué sucede? ¿Todo está bien?

La humana se detuvo y volteó hacia él solo un instante. Se llevó un dedo a los labios en señal de silencio y continuó avanzando sin mediar palabra alguna. Parecía estar siguiendo una especie de rastro que solo ella era capaz de percibir.

De un momento a otro dio una vuelta brusca entre dos libreros para pasar a un pasillo paralelo. Nicko corrió por miedo a perderla y llegó a su lado antes de percatarse de qué estaba sucediendo.

—Aquí —le explicó la chica, señalando algo en el suelo, tan solo unos pasos adelante—. Lo escuché caer.

Sin meditarlo, ella se dispuso a acercarse al objeto caído, mas, Nicko la detuvo. Cogió su brazo con cuidado y la mantuvo cerca de sí. Examinó el suelo desde la distancia y usando su par de ojos más hábiles logró dilucidar que tan solo era un libro en cuyo lomo de letras azules parecía decir algo sobre la "Historia de Noctis".

Allí abajo no corría la más mínima briza. Ese libro no había caído. Algo o alguien lo había lanzado.

—Cuidado, Vick —susurró él—. Podría ser peligroso.

Sin apartar la mirada del libro caído ni por un momento, Victoria colocó una mano sobre la del chico que la acompañaba. Estaba asustada, Nicko lo sintió en su gesto, ligeramente tembloroso. Quizá por estar enfocado en calmarla no pudo anticipar que ella volviera a alejarse corriendo.

Otro libro había caído en el mismo pasillo varios metros hacia adelante. Los ojos de la humana presenciaron cada detalle: Nada parecía haberse acercado, era como si el libro se lanzara a sí mismo desde el mueble, aterrizando con violencia en el suelo.

Ella sintió la necesidad ciega de leer el título, como si allí pudiera encontrarse alguna verdad del universo. "Grandes autores". No parecía significar nada, pero cuando cayó un nuevo libro la sensación se volvió aún más intensa y real. La atraía como un imán, tanto a su mente como a su cuerpo. Deseaba más que nada tomar ese libro y no había podido detenerse incluso de haber querido. Su cuerpo ya no le obedecía.

Nicko corrió detrás de ella. En su forma fohis estaba indefenso ante un ataque y, pese a que las grandes criaturas aún le causaban gran dolor desde su última caída como dragón, optó por transformarse en un Dion. El gran jabalí de espinas azules corrió tras Victoria, alerta y preparado para cualquier ataque.

Los ojos de aquella criatura percibían el mundo en blanco y negro, las imágenes a su alrededor estaban algo distorsionadas, parecían moverse mucho más despacio. Con su alta velocidad logró adelantarse a Victoria en su carrera. Pasó por su lado en un instante mínimo pero él juraría... que vio una especie de sombra empujándola...

Al llegar junto al libro, mucho antes de examinar su título, observó a Victoria. La siguió con la mirada hasta que ella llegó a su lado, intentando vislumbrar algo extraño a través de sus ojos de Dion. Si eso que había visto era real ya no estaba.

La humana se arrodilló junto al libro para poder ver mejor los tallados en su tapa. Lo volteó y observó su lomo. Estaba enteramente forrado en cuero negro, cubierto de extraños dibujos. No llevaba palabra alguna impresa en su exterior, mas todos los instintos de Victoria le gritaban que era importante.

Sus ojos dieron mil vueltas siguiendo los dibujos del cuero. Tenían algo familiar. Sus curvas, amenazantes a la vez que elegantes... ese entramado, como una enredadera tenía que ser...

—¡Aquí! —exclamó, con un dedo apoyado sobre un punto preciso, en una de las esquinas de la contratapa. Una de sus manos señaló con dos dedos una pequeña zona del dibujo mientras la otra se introducía en su bolsillo.

Desdobló el papel con cuidado y lo volvió al gran jabalí que la cuidaba. Ahí estaba ese símbolo que tanto asustaba a Marizan, trazado a lápiz sobre su hoja y formando parte de un pequeñísimo trozo del diseño que adornaba aquel libro. Allí todas las líneas que Victoria había cortado se continuaban, formando parte de nuevos caminos y formas.

—No puede ser casualidad —dijo— Esto es... lo que he estado buscando. Tiene que ser. Esto tiene que decirme qué hacer, como dominar la maldición. Esto...

Con las manos temblando de miedo y ansias, la humana abrió el libro en su primera página. Sus ojos se movieron por el papel, una y otra vez. Pasó la página de nuevo. Pasó a la próxima, esta vez mucho más rápido, sin darse apenas tiempo de observar sus palabras. Pasó varias juntas esta vez, abriendo el libro casi hasta la mitad...

Su silencio fue eterno para Nicko. Vio el cuerpo de la chica dejar de temblar para pasar a estar totalmente petrificado. Y por último, las lágrimas comenzar a brotar a mares de sus ojos. Él libro cayó de entre sus manos como si hubiera perdido la fuerza para sostenerlo. Cayó abierto y recién entonces el fohis pudo observar eso que tanto había afectado a Victoria.

El libro no contenía absolutamente nada.

Esos mismos dibujos que cubrían la tapa estaban representados en su interior. Todas y cada una de las páginas no tenían más que garabatos. No había patrones, nada se repetía. No había palabras, aquello no podía ser un idioma. Era otro enigma, otro secreto.

Estaba harta de los secretos.

Estaba harta de no entender. 

IncontrolableWhere stories live. Discover now